Fëanor había hecho crecer su familia con siete hijos, todos con una peculiaridad bastante atrayente. Maglor era bueno en casi cualquier instrumento musical, Celegorm era el típico hijo rudo que defiende a sus hermanos de la mayoría de compañeros en las escuelas. Caranthir, muy a pesar del mismo Fëanor, había conseguido un extraño talento en la costura, mientras Curufin en la herrería y los dos gemelos... Bueno, ellos tienen un talento innato para sacarle canas verdes a quien ose retarlos o Prohibirles algo.
Espera, que aún falta alguien por ser presentado, y ese es el mayor de todos sus hijos. El chico de universidad se levantó temprano como todas las mañanas y después de un desayuno incómodo donde su padre le lanzaba comentarios punzantes y la mayoría de sus hermanos se burlaban, salió de su hogar directo a la institución. Era como un día cualquiera para el joven peli rojo y pecoso.
Maedhros era su nombre y desgraciadamente no tenía un talento más que su fuerza que estaba por encima de la de todos sus hermanos menores (si a eso se le puede llamar talento). No sólo era un chico sin suerte que recibía burlas de su propia familia, sino que el mayor de sus problemas y quizá el causante de otros es que era corto de vista. No sabe exactamente cuándo comenzó a presentar este problema, sino que cuando menos se dio cuenta los rostros comenzaron a ser borrosos, ya no alcanzaba a distinguir las palabras escritas por el profesor y a veces, si no es que la mayoría de ocasiones, se le pasaba el auto bus.
El ser corto de vista no fue el mayor de sus problemas en la universidad porque a decir verdad, mantenía una buena popularidad entre las niñas de su instituto y a casi nadie le importaba ese problemilla.
Ni bien el mayor dio un paso dentro de la universidad, algo pesado le cayó a las espaldas. Escuchó esa risa que tanto adoraba y al levantar la mirada en dirección de su captor se dio cuenta que era nada más y nada menos que su único y mejor amigo, Fingon, quien por suerte estaba bastante cerca como para saber que era él.
—¡Esta vez te tomé por sorpresa! —dijo Fingon en medio de las risas. Se bajó de las espaldas del alto y para plantarle cara, tuvo que levantar la mirada—. ¿Y bien, cómo estuvo tu mañana?
—Sólo por lo hoy hiciste —le respondió el mayor—. Como siempre, ya sabes, burlas y la decepción de mi padre. La verdad es que comenzó a dejarme de importar.
Con notable ira en contra de casi toda la familia de Maedhros, Fingon evocó un puchero y le pidió que no dejara que hablaran así de él, pero de nuevo tuvo tan poco impacto su petición como la última vez que lo hizo. Maedhros le aseguró que pronto cambiarían las cosas.
—Siempre me dices eso —le reprochó tomando su distancia y para Maedhros ya estaba tan lejos que a duras penas podía verle la línea de los labios—. Eres un terco, un tonto y un terco.
—Lo bueno que me quieres, eh —le respondió el otro riendo.
—¡Claro que te quiero! —dijo Fingon con notable indignación en la voz, a la vez que un suave carmín dominó en sus mejillas—. Si no dime ¿por qué te conseguí esto?
En un parpadeo el morocho sacó de su mochila unas gafas de armazón azul y se las colocó a Maedhros. El mayor, por arte de magia, recuperó al instante la vista y por fin pudo ser testigo del ser más tierno en toda la tierra.
¿Desde cuando Fingon era así de... Lindo? Se preguntó cuando cayó en razón de que todo era un regalo y ahora veía el sentido a que la semana pasada Fingon lo obligó a hacerse un examen de la vista con un amigo del morocho. Seguramente Fingon gastó en los lentes y el examen, se dijo Maedhros.
—¡Lo sabía! —dijo Fingon—. El color azul te va tan bien como a mi.
Maedhros no tuvo de otra que lanzar una risa avergonzado y cuando un compañero pasó a su lado, pronto se encogió de hombros y bajó la cabeza.
—¿No crees que me veo un poco extraño? —le preguntó—. Parezco un tonto.
—¡¿De qué hablas?! —le reclamó llevándose las manos a las caderas. Justo en ese momento la campana que obligaba a los estudiantes a cumplir con sus horas de estudio, resonó y antes de llevárselo de la mano, le recriminó:— Y una mierda, no pareces tonto, para mí te ves muy atractivo y... Y eso, ya sabes ¡No me hagas hablar más!
Siendo arrastrado y con nuevos lentes que lo hacían sobre salir de muy buena manera, Maedhros se dio cuenta que Fingon actuó de una forma en extremo tierna. Entonces se propuso comenzar a conocer ese lado tan atrayente de su amigo.
Idea del relato por
Nighfall_of_Noldor
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Un mes de Russingon ━ Fictober 2018
FantasyYa va siendo tiempo en que quede el registro de las aventuras de la pareja más tierna y ejemplar de la Tierra Media. Datos. ➤Portada hecha por Balban. ➤ Contenido yaoi. ➤Banner hecho por Sophiefire. ➤ Fictober tomado de MotinFanficker. ➤Prohibi...