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Capítulo 17

Un extraño que hubiera entrado a la casa de los Payne hubiera pensado que eran la familia perfecta. El amor que unía a ambos padres al hijo era casi una cosa tangible, que infundía a la casa de su atmósfera. ______ se dedicaba en exclusiva al cuidado de Emma, la iba a buscar a la escuela, vigilaba su descanso y hablaba con ella. Liam llegaba a casa cada día lo antes posible y, si llevaba trabajo consigo, nunca lo hacía antes de que Emma se hubiera acostado.
A menudo picaba algo en su estudio y trabajaba hasta avanzada la noche. A veces, cenaba con su mujer y hablaba con su hija. Normalmente, ella se acostaba antes mientras él hacía llamadas telefónicas trasatlánticas y por fin trabajaba en silencio en la habitación sin encender la luz para no despertarla.
Lo cierto era que ella nunca estaba dormida, aunque lo aparentara. Bajo la fachada de sus vidas, ______ estaba tensa de ansiedad, tristeza y añoranza. Su amor insatisfecho la atormentaba. Al principio, le había bastado con ver a Liam todos los días. Sentía júbilo en amarlo y en estar constantemente en su compañía y eso sólo le había bastado por una temporada, pero poco a poco la necesidad de más se había vuelto insoportable.
Si quería hablar de Emma, él dejaba todo lo demás a un lado. Sus oscuros ojos se fijaban intensamente en ______ y ella sonreía a veces. Durante un breve momento, ella intentaba creer que era ella la que le tenía absorto. Pero la realidad siempre aparecía para destruir la ilusión, y ella se encontraba a sí misma sola de nuevo en un lugar que cada vez se le parecía más a un desierto.
A él le gustaba ella, le estaba agradecido y demostraba aquella gratitud con generosidad. Y después de aquella explosión que había terminado en su compromiso, se había mostrado cortés y considerado. Pero no había nada más. Tenía que enfrentarse a eso.
Al principio apenas le había importado estar viviendo en la casa de Helen. Pero, cuando se desvaneció la excitación de la boda, cada vez pensaba más que aquél era el sitio adonde Liam había llevado a su mujer diez años atrás, el hogar que habían levantado juntos. En un momento de distracción, Nora había revelado que no se permitía ningún cambio. Si la decoración se desgastaba, se reemplazaba exactamente por lo mismo. Habían modernizado la cocina, pero aparte de eso, todo estaba como Helen lo había escogido. Y ______ se preguntaba cuánto habría amado aquel hombre a aquella mujer para detener el reloj el día de su muerte.
Una vez, buscando un bolígrafo que él le había prestado, se aventuró a abrir los cajones del despacho. Y entonces encontró algo que hubiera preferido no ver. Era una fotografía de Helen, con su bebé en los brazos, tomada, ______ lo sabía, por el mismo Liam. Parecía frágil y cercana a la muerte, pero todavía estaba bonita. ______ había visto esa misma foto en la mesilla de Liam, pero él la había retirado con cortesía antes de su matrimonio. Ahora ella sabía que él la había escondido allí para poderla ver en privado.
Bajo la foto, había un álbum. ______ luchó con la tentación, pero al final ningún poder en la tierra impidió que sus celos le obligaran a abrir las páginas. Había foto de Liam y de Helen en el día de su boda, las caras radiantes mirándose el uno al otro. En otra estaban de vacaciones, Helen en bikini, alzada en sus brazos mientras él se preparaba para lanzarla con una carcajada.
Era difícil reconocer a Liam. El autócrata de lengua afilada en que se había convertido no era en aquel tiempo más que un chico joven, con una cara radiante y cándida, sin tocar por el dolor. ______ sintió que podía leer en su mente. Era joven, con talento, apasionadamente enamorado y con sus deseos de amor cumplido. Creía que el mundo era suyo y que siempre lo sería. No tenía ni idea entonces de que su felicidad iba a verse truncada de forma trágica. Con tristeza, ______ apartó las fotografías.
Una noche, como tantas otras antes, se quedó despierta mucho tiempo después de que Liam se durmiera. La cama, que desde fuera parecía bastante grande, era muy pequeña ahora que la compartían. Era imposible no ser consciente de su gran cuerpo tan cerca del de ella, cubierto sólo por el pijama y compartiendo el mismo calor que ella.
La luz de la luna le dio una visión clara de su cara, tan tensa como por el día, tan vulnerable en el sueño. Tuvo que luchar contra la tentación de posar suavemente sus labios en ella y robarle un beso prohibido. Mientras observaba la forma de su boca, inesperadamente curvada en contraste con sus rasgos duros, la pudo sentir contra la de ella como el día de la boda. El recuerdo la acosó, encendiendo su cuerpo de deseo. En otro momento, ella se hubiera adelantado y él le hubiera rozado los labios con los suyos...
______ apretó los puños y se obligó a salir de la cama. Debía apartarse de Liam hasta que se le pasara aquel peligroso estado de ánimo. Moviéndose en silencio, agarró la bata y salió de la habitación. Una vez abajo, recogió el libro Aspectos de la dirección de empresas y se fue a la cocina. Allí se preparó una taza de leche caliente y empezó a hojear el libro hasta que comprendió que había leído la misma página cuatro veces sin enterarse de nada. Las palabras bailaban delante de ella; eran agudas, como pequeñas flechas que se clavaban en su corazón. El mundo estaba lleno de tormento y no podía hacer nada para que remitiera.
-¿Qué haces aquí abajo a estas horas?
______ levantó la vista con rapidez para ver a Liam de pie en el umbral la puerta en pijama, con el pelo revuelto y la cara sin afeitar. El corazón le dio un peligroso vuelco.
Se recompuso al instante.
-¿Dónde tienes la zapatillas? -preguntó señalando sus pies desnudos.
Él sonrió.
-No me hables como si fuera Emma.
-Emma tiene más sentido común que tú. Se pone las zapatillas porque sabe que el tiempo se está poniendo frío.
-Se pone las zapatillas porque tú le has comprado unas para que se parezca a su personaje favorito de dibujos animados -bostezó y se frotó los ojos-. ¿Qué estás bebiendo? ¿Queda algo?
-Siéntate.
Ella se levantó a prepararle uno mientras Liam se, sentaba y examinaba el libro.
-Eres una estudiante muy formal. ¿0 sería mejor decir ambiciosa?
-Es un tema fascinante -dijo ella, evitando la pregunta-. Leo bastante mientras Emma está en el colegio. ¿Quieres que te ponga algo en la leche caliente?
-Cacao si hay.
Ella se rio y dejó la taza delante de él antes de sentarse.
-Si tus competidores pudieran verte ahora... Todos creen que te comes gente para desayunar.
-Eso es lo que yo quiero que crean.
-Ya lo sé. El cacao arruinaría tu imagen.
Él sonrió.
-Bueno, mantengámoslo en secreto.
No era justo, pensó ella, que al salir de la cama, con todo el pelo revuelto y desordenado, estuviera dos veces más atractivo que cuando estaba elegantemente vestido. Liam podría estar fascinante cuando presentaba su fachada imperiosa al mundo, pero a ella le gustaba más ahora, con aspecto más joven y vulnerable. Se sintió asaltada por una repentina pasión y ternura y tuvo que hacer un esfuerzo para no rodearle con sus brazos.
Él dio un sorbo y comentó agradecido:
-Preparas el cacao como nadie, con total eficacia. ¿Cuál es el secreto?
-Emma me enseñó a prepararlo como a ti te gusta. De paso, ¿te ha contado su última idea? Quiere unirse a las Brownies.
Él dejó la taza con brusquedad.
-De ninguna manera. ¿Has visto a lo que se dedican esos niños? A trepar árboles y correr como locos...
-¿Te calmarás un momento?
-No hasta que se le quite esa estúpida idea de la cabeza de una vez por todas.
-Será mejor que el médico diga si es una idea tan estúpida.
-Te estoy diciendo...
-Bueno, pues no lo hagas -dijo con firmeza ______-. Ya hemos tenido esta discusión antes. Tú eres el padre de Emma, pero yo soy su madre. Ahora, escúchame. Emma está muy sola. Sale del colegio a la hora de comer, así que no puede hacer amigas en el almuerzo ni realizar otras actividades. Ya sé que no se puede evitar, pero necesita compañía de otros niños.
-Es demasiado peligroso.
-No tiene por qué serlo. Hablaré con la jefa de las Brownies y le explicaré las cosas que no puede hacer. Y yo estaré allí para vigilarla y me la llevaré si veo que se cansa. Confía en mí. Deberías conocerme ya como para no intentar intimidarme.
La cara de Liam era una máscara de inocencia.
-¿Intimidarte? ¿Yo? Si soy el hombre más suave del mundo.
-¡Ha! Te pones como una hidra si no consigues lo que quieres -______ se estaba riendo de él a la cara-. E intentas pisarme con botas de montañero. Ahora veo de dónde lo saca Emma.
Él sonrió.
-Se parece a mí, ¿verdad?
-Es exacta.
Por una vez, el momento no se vio ensombrecido por la tristeza del futuro. Intercambiaron una sonrisa cargada de amor compartido por la niña. Liam tendió su mano y ella la tomó. Entonces, la sonrisa de él se murió y una mirada de sorpresa le acudió los ojos. Se quedó examinándola y frunciendo un poco el ceño, como si estuviera intentando asimilar una nueva idea. Entonces, le apretó la mano y, al momento siguiente, se inclinó y la besó.
Sucedió con tal rapidez que ______ no pudo reaccionar. Instintivamente, sus labios se suavizaron y se abrieron contra los de él mientras que el deseo le recorría el cuerpo. Liam deslizó la mano libre por detrás de su cabeza y enterró los dedos entre su pelo para atraerla más e intensificar la presión sobre sus labios. ______ sabía que tenía que detener aquello en ese mismo momento. Para él significaba poco excepto que se encontraba triste y solo y ella estaba allí. El creía que los sentimientos de ella eran tan moderados como los de él, sin adivinar el volcán que vivía dentro de ella amenazando con la erupción en cada instante. En ese momento, la estaba atrayendo más y ella debía luchar por el bien de los dos, por el bien de Emma. Pero todavía no... Un poco más.
Liam se puso de pie y la arrastró con él. El beso cambió y se hizo más profundo e intenso.
-______ -murmuró contra sus labios.
-Sí -susurró ella.
Sus labios eran intensamente persuasivos, tentando a que ella abriera la boca para él. Toda su firme resolución pareció abandonarla y dejó que sus labios se abrieran sin remedio. ______ pudo sentir la firme dureza de su cuerpo a través de la fina tela de las prendas de dormir. La excitación la asaltó mientras pensaba en cómo terminaría aquello. Ella era algo más que la madre de Emma. Era una mujer, apasionadamente enamorada de un hombre, preparada para hacer lo que fuera por conquistar su amor.
-______ -murmuró Liam de nuevo.
De repente, sus brazos la apretaron con más fuerza mientras que su boca la atormentaba con promesas de placer.
Durante un borroso y dulce instante, ella se abandonó al deseo. Pero cuando recuperó el sentido común, se puso rígida contra él y le empujó el pecho con ambas manos.
-No -murmuró con voz agitada-. Liam, por favor. No hagas esto.
El se detuvo sin soltarla, demasiado sorprendido como para saber qué hacer
-Suéltame -susurró ella.
Él la miró a los ojos con intensidad.
-¿No querrás decir que...?
-Sí, eso quiero decir -se esforzó por recuperar el control pero era difícil cuando él estaba tan cerca-. Por favor, suéltame. Me lo prometiste.
Él exhaló el aliento y las manos le cayeron a ambos lados.
-Sí, por supuesto -su voz sonaba extraña-. Creo que creí que a ti te parecía bien, pero es evidente que te he interpretado mal -dio un paso para apartarse de ella-. Lo siento.
-No hace falta que te disculpes.
-Por supuesto que sí. Hicimos un trato y los tratos son sagrados. Yo vivo con ese principio. No me puedo creer como he llegado a... Intenta olvidar mis malos modales.
Ella hubiera llorado. Todo aquello era un error terrible, tan lejos de lo que ella deseaba. Pero al momento siguiente las cosas se pusieron peor. Liam miró el libro que ______ estaba intentando leer cuando la había encontrado y torció la boca en una curva de comprensión. ______ hubiera deseado gritar que no era lo que él pensaba, pero no había nada que pudiera decir.
-No te disgustes. Sólo me dejé llevar y olvidé las normas. No sucederá de nuevo. Te doy mi palabra.

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