Tencion

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Capítulo 20

Después de los acontecimientos de aquella noche, _____ temía encontrar alguna tensión entre ellos y le pareció ver menos a Liam durante un par de días. Pero entonces, Emma pilló un severo catarro y la alarma consiguiente les hizo olvidarse de sí mismos. El doctor les tranquilizó diciendo que se encontraba bien, pero la mantuvieron en la cama unos días, febril y abatida. Liam se trajo el trabajo a casa y visitaba a Emma con regularidad para volver a su estudio y a la seguridad de la pantalla de su ordenador.
-¿No podrías quedarte un poco más para hablar con ella? -protestó _____ una noche mientras se preparaban para acostarse. Ya se comportaban con naturalidad el uno con el otro.
Liam suspiró.
-Sigo pretendiendo hacerlo, pero no sé qué decir. He estado jugando al Trivial toda la tarde con ella.
-Sí, pero después ella quería hablar del ballet que había visto en la televisión y tú me la pasaste a mí y escapaste.
-Tú puedes hablar de ballet mucho mejor que yo -dijo él a la defensiva-. Mira, cuando esté mejor, las llevaré a las dos donde quieran. ¿Bastará eso?
-Sólo si te tomas interés en comentarlo con ella después. 
Liam enterró la cabeza entre las manos.
-Ya hemos hablado de esto antes -gimió-. Estoy haciendo lo que puedo. Pero en lo que se refiere a las palabras, yo...
-Ya sé que las palabras son duras para ti -dijo ella con más delicadeza-. Pero a menudo son palabras lo que ella quiere. Comprarle cosas es fácil. Incluso cuando quería una madre, el Gran Arreglador simplemente salió y lo consiguió. Pero podría no haber echado tanto de menos una madre si hubiera tenido un padre que hubiera estado a su lado.
-Yo le dedico mi tiempo -dijo él, furioso-. No puedes decir que no.
-Pero, ¿cuánto tiempo pasas a solas con ella, hablando de lo que ella quiere hablar? El día que yo conocí a Emma la llevaste a la feria con Tom.
-Necesitaba que Tom nos acercara a la feria para ahorrarle el paseo a Emma -se defendió él con rapidez.
-Pero me uniste al grupo demasiado rápido, ¿verdad? Entonces me extrañó, pero ahora lo entiendo.
Él suspiró.
-Bueno, ¿y de qué quieres que hable con ella? ¿Debería contarle todo lo que pienso y siento? ¿No comprendes que a veces tengo miedo de hablar con mi hija por miedo a lo que pueda escapárseme?
Ella le rozó el brazo ligeramente.
-Lo siento. Ya sé que haces lo que puedes.
-Pero no es suficiente. ¿No crees que no lo sepa? No me culpes mucho, _____. Hay cosas que no puedes entender.
Ella se quedó en silencio antes de decir despacio:
-Quizá lo entienda mejor de lo que crees.
-Ya sé que quieres a Emma, pero sólo la conoces desde hace unos meses. ¿Puedes imaginarte perder a un niño que ha sido parte de tu vida durante años? Por supuesto que no puedes.
Ella lo miró fijamente.
-No tengo que imaginármelo. Lo sé.
Algo en su actitud le llamó la atención y la miró a la cara.
-¿Qué estás diciendo? Pensé que no habías tenido ningún hijo.
-Tenía una hermana pequeña. La crie cuando mis padres murieron. Estaba cargada de vida hasta que...
_____ se detuvo invadida por los recuerdos. Liam la sujetó con delicadeza.
-Cuéntame lo que pasó.
-Enfermó. Yo creí que era sólo un resfriado, pero empeoró con rapidez y, cuando llamé al doctor, dijo que era meningitis. Lucharon mucho por salvar su vida en el hospital, pero era demasiado tarde. Tenía ocho años.
-¿Cuándo sucedió todo eso?
-En enero de este año.
-¡Sólo hace unos meses! -exclamo él, sorprendido-. ¡Dios mío! ¿Por qué no me lo contaste antes?
-Al principio quise hacerlo, cuando me pediste que me quedara aquí por Emma. Iba a negarme, pero Emma me necesitaba tanto... Hice lo que pude por no pensar en Sally, pero... -sintió un temblor por todo el cuerpo-. La quería tanto... y la fallé.
-No digas eso -la interrumpió Liam con rapidez-. No fue culpa tuya.
-He intentado convencerme a mí misma de eso tantas veces... pero ella está muerta y yo la podría haber salvado si hubiera actuado con más rapidez.
-Eso no lo sabías. Podría haber sido demasiado tarde de todas formas y la meningitis es muy difícil de diagnosticar al principio...
-¡Pero ella está muerta! -dijo _____ con desesperación-. Está muerta y eso no va a cambiar -las lágrimas le rodaron por las mejillas-. Es tan definitivo e irrevocable, nadie puede saber...
-Eso es verdad -dijo él en voz muy baja, tomándola en sus brazos-. Nadie puede saber lo que nosotros sabemos. No llores, _____.
-No puedo evitarlo -sollozó ella, sacudida por un violento temblor.
Lloraba por Sally, por Emma, por el dolor del hombre al que amaba y por la vaciedad de su propia vida cuando lo hubiera perdido.
Él la atrajo hacia sí calmándola con palabras suaves, acariciándole el pelo, la cara, intentando llegar hasta su dolor y consolarla. _____ sintió que su ternura la envolvía y se relajó en sus brazos diciendo que, por fin, había encontrado la seguridad. Por primera vez, tenía a alguien en quien apoyarse, alguien que se mantenía fuerte para ella. Sólo dándose cuenta a medias de lo que estaba haciendo, le rodeó con sus brazos rogando en silencio sin saber por qué. Lo quería de todas las formas, como marido, amigo y amante. Podría no ser más que una ilusión, pero, en ese momento, se aferraba a la ilusión, aunque no fuera más que por seguir cerca de él.
Sintió sus besos caer sobre sus labios, sus ojos, su cara.
-No llores, Cariño -murmuró él-. Estoy aquí... contigo.
-Sí -murmuró ella con voz entrecortada-. Me alegro tanto de que estés aquí. Quédate conmigo, abrázame. He estado sola tanto tiempo. No quiero estar sola nunca más.
Él la silenció acariciándole con suavidad la boca con la suya propia. Sus brazos alrededor de ella tenían a la fuerza del acero, pero en sus labios sólo había ternura. Algo cedió dentro de ella. Había luchado contra su propio deseo, pero no tenía resistencia contra la oleada de ternura y de su amor compasivo. Su cuerpo se apretó contra él tanto que pudo sentir cómo le latía el corazón. El suyo también latía desbocado.
Las manos de él se movieron con cautela sobre ella, tocando la curva de sus senos, su cintura, sus caderas.
-_____ -murmuró él.
-SSSS.... no digas nada.
-¿Pero estás segura? Creía que tú...
Ella le cerró la boca con la yema de los dedos antes de que pudiera decir más, las palabras sólo estropearían la magia.
Su beso cambió, se hizo más profundo, más explorador. La punta de su lengua se agitó en el sedoso interior de su boca. Unos temblores de placer la sacudieron hasta que todo su cuerpo estuvo ardiente de pasión. Se sintió viva, con cada uno de sus nervios a flor de piel. Le pertenecía en cuerpo y alma y, por un breve momento, podía aparentar que él también la pertenecía a ella.
El calor irradiaba de todo su cuerpo. El amor y el deseo se mezclaban tan perfectamente que no podía decir dónde terminaba la emoción y empezaba la sensación. Sólo sabía que todo formaba parte de su respuesta a aquel hombre. Cuando él se movió sobre ella, estaba ya preparada para él, recibiéndole contenta, sintiéndose completa por fin gracias a su unión.
_____ susurró su nombre y lo miró a la cara, cercana a la de ella. En la tenue luz apenas podía discernir su sonrisa, su mirada de ternura. Lo abrazó atrayéndole más y deslizando las manos por su espalda y estrechas caderas. Todo en él le producía regocijo, el aroma masculino de su cuerpo, la suavidad de su piel, el poder de sus entrañas, llevándola a las cumbres del placer hasta sentir que estaba en la cima del mundo y todo era precioso.
Volvió la tierra muy despacio, a salvo entre sus brazos.
-Liam -murmuró.
-SSSS.
La silenció con un beso todavía abrazándola de forma que su cabeza reposaba en su toso.
Echada en la oscuridad, _____ escuchó la voz de Liam sobre su cabeza.
-Estás muy silenciosa. ¿Estás dormida?
-No -susurró ella-. Me he adormilado un poco, pero ahora estoy despierta.
Había estado pensando feliz en los tumultuosos acontecimientos de la hora anterior. Ser amada por Liam, sentir su cuerpo alcanzar las alturas del éxtasis en sus brazos y caer en el sueño segura en su abrazo era más de lo que había soñado.
-¿Estás enfadada conmigo? -le preguntó.
-No, ¿por qué debería estar enfada?
-Porque he roto mi palabra. He intentado no hacerlo, pero... Estoy tan agradecido por toda tu amabilidad. Y por una vez, me pareció que tú la necesitabas también. Me dejé llevar. Siempre que a ti no te importe...
-No -dijo ella con un leve suspiro-. No me importa. Después de todo -soltó una carcajada azorada-, estamos casados o algo así. Y... necesitamos los dos la ayuda del otro de muchas maneras.
-Sí -acordó él con la voz cargada de alivio-. Sin lazos ni ataduras. Sólo dos amigos que se quieren y ayudan en las dificultades.
-Sí -afirmó ella.
Se quedó inmóvil, preguntándose si él hablaría de nuevo, pero no lo hizo. Después de un rato, se adormiló y cuando se despertó, él no estaba. Salió a rellano de la escalera y miró abajo. La puerta de su estudio estaba abierta. Bajó unas cuantas escaleras y vio a Liam sentado a la mesa de su despacho, contemplando la foto en que Helen tenía a Emma en brazos. En la otra mano tenía la de ella y Emma el día de la boda caminando entre las hojas. Miraba de una a otra como si estuviera en un sueño. Entonces, dejó las dos fotos y enterró la cara entre las manos.
_____ volvió a la cama con el corazón dolido.
Descubrió, sin embargo, que algo bueno había salido de esa noche. Cuando Emma la encontró mirando las fotografías de Sally, pudo hablar de su hermana con naturalidad. Emma asintió y no dijo nada, pero rodeó a _____ con sus brazos en un abrazo de simpatía. Liam entró para encontrarlas mirando las fotografías juntas.
Más tarde, cuando estaba solas, él dijo:
-Deberías haber hablado de Sally antes, no haberlo mantenido en secreto. Duele más de esa forma.
-Sí, supongo que eso también lo sabes tú. No quería que Emma sintiera que tenía que compartirme. Pero sí ha dolido haber mantenido oculta a Sally.
-Parece divertida -observó Liam.
-Oh, sí. Era muy divertida. Estaba cargada de buen humor. Mira ésta...
Señaló una foto que mostraba a Sally vestida de bruja de pie delante de un árbol de Navidad.
-Yo le hice el traje y se pasó toda la fiesta echando conjuros a todo el mundo.
-¿Qué es lo que pasa? -preguntó Liam al ver que su expresión se volvía sombría.
-Quería una bicicleta por Navidad -dijo con tristeza _____-. Le dije que era más de lo que me podía permitir. Quedó decepcionada, pero fue muy comprensiva. Me sonrió y dijo: Quizá el año que viene -la voz se le puso ronca-. Si yo hubiera sabido que sólo le quedaban unas semanas, le hubiera conseguido esa bicicleta de cualquier manera -suspiró-. Y ya casi estamos en Navidad otra vez. 
-¡Oh, dios! -exclamó Liam con suavidad-. ¡Emma! 
-Sí, tenemos que conseguir que sean las Navidades más felices de su vida. Nosotros no importamos.
Él asintió.
-En otro tiempo me hubiera preguntado de dónde sacaría las fuerzas, pero ahora sé que las sacaré de ti. Pero tú, ¿de dónde las sacas tú?
«De mi amor por ti», le dijo su corazón en silencio. «No sabía antes cómo el amor da fuerza para hacer lo que haya que hacer. Pero ahora lo sé».
Emma tenía muy claro lo que quería para Navidad. 
-Clases de baile, por favor. Antes iba hasta que me puse enferma, pero ahora estoy mejor.
-Todavía no -dijo Liam-. Espera hasta que estés un poco más fuerte. De todas formas, las clases de baile no cabrían en los calcetines.
-Sí, sí cabrían. Papá Noel encontraría la forma. El puede conseguirlo todo.
-Pero yo no puedo -replicó Liam. 
-Pero no serías tú. Sería Papá Noel.
-Pero -Liam se detuvo asombrado-. ¿A qué viene esto de Papá Noel? El año pasado me dijiste que no creías en él.
-No, no es cierto.
-Sí, me lo dijiste. Me acuerdo bien.
Emma abrió mucho los ojos con cara de inocente. 
-No, no lo hice, papá.
Liam sorprendió la mirada de advertencia que le dirigía _____ y retrocedió apresurado.
-Debo haberme equivocado.
-Papá Noel viene por la ventana de la escalera porque no tenemos chimenea -recitó Emma-. Yo lo vi una vez. ¿No te acuerdas?
Para asombro de _____, Liam pareció de repente tímido.
-Sí, sí, me acuerdo.
_____ esperó hasta que Emma se fue a la cama para preguntar:
-¿Qué es lo que decía? ¿A quién vio por la ventana? 
-A mí. Mi madre me hizo disfrazarme unos cuantos años y lo dejé cuando Emma dejó de creer.
-Pero no ha dejado de creerlo.
-Te juro que el año pasado Emma... bueno, no importa ahora.
-¿Dónde está el disfraz? 
-En algún sitio del desván. 
-Iré a buscarlo y lo limpiaré. 
Liam pareció acosado.
-¿Y qué será lo que le ha hecho volver a creer de nuevo en Papá Noel?
_____ pensó que ella podría explicárselo, pero le pareció más prudente mantenerlo en secreto.
Una tarde, cuando Emma estaba en la cama, subió al ático en busca del traje. Fue difícil porque la luz no se encendía. Tuvo que sacar la interna del coche de Liam y ponerla en una caja mientras buscaba por el polvoriento desván. Después de revolver durante una hora abriendo y cerrando cajas, tenía calor, estaba cubierta de polvo e irritada.
-¿Qué estás haciendo?
La cabeza de Liam asomó por el suelo.
-Intentando encontrar el disfraz de Santa Claus, pero no creo que esté aquí. Has debido recordarlo mal.
-No, sé que está aquí arriba en algún sitio.
-Bueno, ¿pues dónde está? -preguntó enfadada-. Estoy harta de mirar.
-Tienes polvo en la punta de la nariz. 
-Tengo polvo por todas partes.
Hizo un intento ineficaz de sacudirse y él la ayudó. 
-Ahora yo también tengo polvo -dijo él, después de un momento.
-Bien. Entonces, no te importará ensuciarte más y encontrar ese disfraz.
-Si no me acuerdo mal, está en esa maleta de ahí.
-¿Quieres decir en la que está debajo de todas las demás? -preguntó ella con desmayo.
-Esa misma. Bueno, como ya estoy hecho un desastre...
Cuando abrió la maleta, sacó un antiguo traje de los que los faldones caían hasta los pies. _____ lo contempló encantada.
-Curioso que compraras una cosa así.
-Lo compró Helen cuando estaba embarazada de Emma. Tenía planeado que yo me lo pusiera en las primeras Navidades de la niña -suspiró-. Bueno, no pudo ser.
-¿Cómo era Helen?
Él pareció incómodo.
-Era guapa -dijo por fin-. Muy parecida a Emma. A Helen también le encantaba el ballet. Quería ser bailarina, pero lo dejó para casarse conmigo. Ella era así. Siempre me hizo sentir que yo era lo primero en su vida. Transformó mi vida...
Estaba mirando al vacío. _____ notó que los ojos se le suavizaban con los recuerdos y se preguntó por qué seguiría atormentándose. Era evidente que Liam no había superado la muerte de Helen. Valoraba la amistad de _____ y a veces la deseaba, pero era a Helen a quien amaba.
-Me alegro de que me hayas hecho hacer esto -dijo él por fin a mirar el traje rojo.
-Es lo que ella hubiera querido que hicieras.
-Tú sabes todo -la sonrió-. Nos entiendes a Emma y a mí y lo haces todo bien por instinto. Creo que a Helen le habrías caído muy bien. Gracias, _____, con todo mi corazón -le tomó la mano entre la de él-. Espero que estas Navidades no sean demasiado duras para ti con los recuerdos de Sally.
-Ahora ya tengo superados los recuerdos de Sally. Nadie puede mirar al pasado para siempre. El pasado tiene que ser pasado, Liam. Tenemos que ser lo bastante fuertes como para dejarlo atrás.
Se detuvo. Podía notar el tono de peligrosidad en su propia voz, una súplica silenciosa de que le dejara el pasado a Helen y el futuro a ella.
Él frunció el ceño y _____ se preguntó si habría aceptado su sentido oculto. Pero si lo había hecho, le había desagradado. Liam esbozó una sonrisa nerviosa y le soltó la mano.
-Me temo que este traje se ha ensuciado mucho aquí -dijo con ligereza.
-No te preocupes. Tengo mucho tiempo para limpiarlo.
-Bien. Bajemos entonces.
Los dos abandonaron el desván juntos.

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