Navidad

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Capitulo 23

Louis pasó el resto de la noche en el sofá al lado del árbol.
-Vigilando los regalos -dijo animado-. El pequeño ayudante de Santa Claus.
A la mañana siguiente, mientras todos los de la casa se ponían en pie, se paseó por todas partes decorando todo con muérdago, del que había comprado una buena provisión.
Los niños saltaban de excitación y los adultos se reunieron alrededor del árbol para empezar la ceremonia.
Emma estaba entusiasmada con sus regalos. _____ le había comprado todo lo que podía desear su corazón de bailarina, desde una malla para ensayar y medias hasta un tutú de satén y un par de las mejores zapatillas de bailarina. Emma enseguida subió para bajar vestida con el tutú y las medias. Hizo una reverencia ante el aplauso general y anunció que pensaba pasarse el día vestida así. A _____ le dio un vuelo el corazón, pero sonrió. Emma podía soñar y nunca tendría por qué saber que su sueño no se haría realidad.
Cuando los niños habían esparcido todos los papeles de colores brillantes por la habitación, los mayores empezaron a mirar sus regalos. _____ tuvo dos sorpresas. En vez de las cintas que había pedido, Emma y Liam le habían regalado un equipo de discos compactos de último modelo y versiones de casi cada opereta y musical de la historia de la música.
La segunda sorpresa fue otro juego de regalos y tarjetas.
-Feliz cumpleaños -dijo Liam al dárselas.
-Pero, ¿cómo sabías que era mi cumpleaños? -preguntó encantada.
Liam y su hija intercambiaron una mirada. -Encontré tu certificado de nacimiento y se lo di a
papá.
-Es la mejor sorpresa que he tenido nunca.
Pero el mayor placer de todo fue que él no hubiera descubierto la fecha de su cumpleaños a través de sus informes laborales. En vez de eso, le había pedido a Emma que lo averiguara.
Una rama del muérdago de Louis colgaba justo encima de su cabeza. Hubiera sido tan fácil para Liam hacer uso de la tradición y besarla... pero aparentemente no se le ocurrió. Le apretó el hombro con amabilidad y susurró:
-Siempre que te guste...
Y el momento pasó.
La casa era un hervidero de gente. _____ no consiguió estar un momento a solas hasta la hora de cenar. Se escapó a la cocina y se dispuso a preparar una taza de té. De repente, se sintió deprimida. El día casi se había acabado y Liam no había hecho caso del muérdago. Con un suspiro, contempló los platos sucios.
-No te preocupes. Le prometí a Nora que lo haría yo -dijo una voz animada.
-Hola, Louis. No me digas que la fiesta ha sido demasiado para ti también. Has nacido para las fiestas.
Él se abanicó.
-Incluso un cortesano necesita cinco minutos de paz. ¿Estás preparando té?
-Sí. Estará listo en un minuto.
Mientras lo preparaba, era vagamente consciente de que Louis estaba por encima de su cabeza, pero no tenía ni idea de lo que estaba haciendo hasta que miró a su alrededor para buscar la leche y le vio mirándola con sonrisa pícara.
-¿Que pretendes, Louis?
-¿No ves lo que hay encima? -preguntó él con inocencia.
_____ alzó la vista hacia la luz, donde Louis había colgado otra rama de muérdago de la pantalla de metal. Antes de poder detenerle, ya la había rodeado con sus brazos para darle un beso en los labios.
A _____ no le gustó, pero tampoco se enfadó. Era sólo Louis haciendo el tonto.
-Es suficiente -dijo riendo e intentando liberarse de sus brazos que la aprisionaban-. Suéltame ya.
-Me darás un beso de Navidad, ¿verdad?
-Ya lo has tenido.
-¿Y qué te parece otro?
-Louis, te estoy advirtiendo...
-Oh, no seas tan dura, _____. Me has enloquecido desde que te vi el día de la boda y Navidad es solo una vez al año. Sé amable con este hombre hambriento.
-¿Hambriento? ¡Y un cuerno! Te has comido casi la mitad del pavo
-Hambriento de amor. De afecto. Un roce de tus labios y viviré de ello el resto del año.
_____ se liberó y alcanzó el cucharón.
-No sobrevivirás ni cinco minutos si te doy con esto.
-¡Me rechaza! ¡Qué calamidad!
Louis la soltó y se apretó la frente con aspecto de ir a morirse de dolor.
_____ se rió y bajó el cucharón.
Pero fue un error tremendo. Rápido-como una centella, le rodeó los hombros con sus brazos y la atrajo hacia sí para conseguir otro beso. _____, perdió el equilibrio sorprendida y tropezó contra él.
Entonces, tan repentinamente como se había abalanzado sobre ella desapareció. Ella vio por el rabillo del ojo la cara enfurecida de Liam. Recuperó el equilibrio a tiempo de ver cómo Louis era lanzado fuera de la cocina y escuchó voces ahogadas desde el recibidor. Louis intentaba aplacar a Liam diciendo:
-No seas tan duro con el pequeño ayudante de Santa Claus.
-El pequeño ayudante de Santa Claus tiene bastante
suerte de no encontrarse ya colgado de un árbol. 
-Gracias -dijo _____, cuando volvió Liam-. Se estaba propasando.
-¿De verdad? Una mujer prudente no se quedaría a solas con él -la amonestó con frialdad Liam.
Ella alzó la vista y lo encontró mirándola sombrío. 
-¡Eh, vamos! No he venido aquí sola con él. Vine a tomar una taza de té y a buscar un poco de paz y él me siguió.
-Con una intención.
-Bueno, no me culpes a mí por eso. Y no hagas una montaña de un grano de arena. Sólo estaba haciendo el tonto.
-Si tú lo dices...
-Bueno, no creerás en serio que era nada más, ¿verdad? -preguntó ella con incredulidad-. Sólo lo he visto una vez antes, en el día de nuestra boda.
-En la cual, si mal no recuerdo, disfrutaste mucho de su compañía.
-Yo creo que cualquiera disfrutaría de su compañía. Es divertido.
-¿Divertido? -Liam la miró como si nunca hubiera escuchado la palabra antes-. ¿Crees- que todo esto tiene algo que ver con la diversión?
-Sí -dijo ella, dirigiéndole una mirada de advertencia-. Es Navidad y la Navidad debería ser divertida para todos. Especialmente para Emma.
-Ah, sí, Emma. Me alegro de que te hayas acordado de ella. ¿Crees que ella hubiera entendido tu noción de la diversión?
-¿Qué diablos...?
-¿Y si te hubiera visto?
-Honestamente, dudo que le hubiera molestado. Ella ha visto a Louis besar a la mayoría de la gente debajo del muérdago hoy. Para eso se pone.
Él la rodeó con la cara furiosa.
-Si quieres que te besen debajo del muérdago, tienes un buen marido perfectamente disponible.
-Deja de hablarme como si estuvieras en la oficina. Mi buen marido perfectamente disponible se ha olvidado del muérdago todo el día.
-Bueno, pues lo solucionaremos ahora -dijo alcanzándola con rapidez.
Al momento siguiente, la atrajo con fuerza contra su pecho y su boca apretó la de ella. Había rabia en sus movimientos, en la forma en que la apretaba contra él, sus labios obligándola a aceptarlos. Era un nuevo tipo de pasión, no la dulce y tierna de la vez que se habían acostado juntos, sino una fiera y desesperada que ella le notaba por todo el cuerpo.
Sólo una vez antes, la noche de la fiesta, la había besado de aquella manera y ella había soñado con que lo volviera a hacer. Así era como él la deseaba, sin pedir, sino tomando, porque la posesión era lo único que le importaba. El fuerte cuerpo masculino apretado tanto contra el de ella estaba rígido como el acero y sus brazos la mantenían impotente.
-Liam... -murmuró ella.
-Cállate -dijo él contra su boca-. No hay nada que decir.
No, no había nada que decir. No había nada en todo el mundo salvo la loca palpitación de la sangre en sus venas y los temblores que le producían sus insistentes labios.
-No puedo respirar -jadeó ella, mareada.
-Bien.
Sus labios bajaron por su mejilla hasta su cuello. Estaba murmurando algo que ella no podía entender, pero creyó oír:
-Te deseo.
-¿Qué has dicho?
-Silencio. Así es como se te debe besar. ¿Notas ahora la diferencia entre un chico y un hombre? 
Ella sólo pudo gemir: 
-Sí... sí...
-Eres mía -murmuró él-. Me perteneces... 
-Sí.
Ella estaba medio loca de placer y de la inesperada felicidad del momento. Si durara para siempre...
-Liam, Liam.
Su cara estaba de nuevo sobre la de ella, sombría con alguna emoción depredadora que ella no había visto nunca antes.
-Quiero escucharte oír decir Louis
-¿Louis...?
-Eso está mejor.
Tenía la respiración entrecortada, pero su respuesta pareció calmarle de alguna manera. Cuando bajó de nuevo los labios, eran tiernos de nuevo. Ella se sentía poseída por la sensación acariciarte de su boca. Así era como debía ser siempre...
Y entonces, el hechizo quedó roto por un ruido temible.
Las risas ahogadas de niños.
Como en un sueño, se separaron y se dieron la vuelta horrorizados para mirar hacia la puerta de la cocina. Estaba vacía, pero les llegó otra risa desde el recibidor. Con un ruido sordo, Liam asó por delante de ella justo a tiempo de ver a tres niños desapareciendo en diferentes direcciones.
-¡Emma!
Una cara cargada de inocencia apareció por entre los barrotes de la balaustrada.
-¿Sí, papi? -dijo con suavidad-. ¿Me necesitabas?
Liam suspiro este mismo momento no.
_____ estaba todavía inmóvil donde la había dejado, temblorosa de las tumultuosas emociones que le sacudían y de lo abrupto de su fin. ¿Habría dicho él de verdad aquellas cosas o se las habría imaginado ella? ¿Qué le diría ahora?
Él volvió a su lado con una sonrisa forzada. 
-Deberíamos haber recordado que estábamos prácticamente en público. Al menos yo. Perdona...
-No hace falta que me pidas perdón. 
-No bueno...
Paula apareció en ese momento en el umbral de la puerta.
-Liam, viniste a buscar algunos pasteles y seguimos esperando. ¡Qué típico de un hombre ir a un solo recado y olvidársele!
-¿Olvidar? Oh, sí. Me olvidé de a qué había venido aquí. _____, los pasteles...
-Aquí están -dijo ella, esperando que la voz no le sonara temblorosa.
-Vamos entonces -les apremió Paula-. Emma quiere jugar a ese juego de palabras al que nos gana siempre.

La casa estaba en silencio. Abajo, las luces de árbol todavía brillaban. Arriba, todo estaba oscuro. _____, que salió de su habitación a echar el último vistazo a Emma, encontró a la pequeña sentada en las escaleras con Liam susurrando
-Lo siento, papá. De verdad.
-No lo sientes nada. Te has reído todo lo que has querido.
-Sólo un poco, papi -se rio Emma-. Era bonito veros a mami y a ti así.
-Bueno, me alegro de que te hayas divertido.
-No era sólo diversión. Era bonito pensar que tú y mami... bueno, ya sabes.
_____ le vio deslizar el brazo por los hombros de Emma y atraerla hacia sí.
-Si a ti hace feliz... Eres feliz, ¿verdad? 
-Sí, papi.
-¿Feliz de verdad?
-De verdad.
-Entonces, todo está bien, porque tu felicidad es lo más importante del mundo.
-Gracias por unas Navidades tan bonitas.
-Deberías darle las gracias a mami. Nadie sabe todo lo que hace por nosotros.
-Yo sí. Yo lo sé.
-Entonces está bien. Vamos. Ya debías estar en la cama.
Liam la levantó en brazos. _____ se retiró a las sombras mientras su marido llevaba a su hija en brazos. Ninguno de los dos la vio

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