Los ojos de Viktor se desorbitaron debido al fuerte mareo que le provocó la confusión de lo que la chica mencionó. Por un segundo, se perdió del mundo mientras la miraba con horror, solo volvió a la realidad al escuchar el sonido del celular de la chica.
Eri tomó la llamada, pero no dijo nada, solo escuchó mientras su expresión se deformaba.
—¿En dónde están? —preguntó olvidándose de lo que antes hacía, pero más afligida que cuando discutía con el padre que no la quería—. Sí, gracias. Voy para allá. Llámame cualquier cosa, por favor.
Eri tembló de pies a cabeza, y confundida miró a la calle, a todos lados, entonces miró adentro del lugar que recién había salido y corrió sin importarle más que el otro le viera.
» Necesito que me lleves al hospital, por favor —pidió ahogando un llanto que aún no se podía permitir, necesitaba estar serena para afrontar lo que fuera que siguiera a ocurrir.
—¿Al hospital? —preguntó Chris—, ¿te sientes mal?
—No —respondió la chica—, es mi hijo... él..., él...
No pudo decir más, el llanto le ganó. Chris dejó lo que hacía y se levantó a abrazar a la chica, dando indicaciones a sus empleados. Entonces salió con ella casi a rastras.
—¿Qué diablos está sucediendo? —cuestionó Viktor aún confundido, intrigado porque su amigo llevar a la oportunista mentirosa de la mano.
Y es que, cuando Viktor vio a la chica que se nombraba su hija abrazada a su mejor amigo, supuso que todo era una treta, que la chica sabía de Yuuri por Chris, y lo estaba usando en su contra.
Pero no se dejaría ganar. Esa oportunista no iba a burlarse de él.
—Lo siento, Viktor, pero no tengo tiempo para ti justo ahora, llevamos mucha prisa.
Fue lo único que dijo Chris, que sin soltar la mano de Eri caminó a la calle hasta su auto.
Viktor, de pie en la entrada al lugar de su amigo, fue testigo de una chica que se olvidó por completo de él, que iba sumergida en quien sabe qué.
Pensó en ignorarlo, a final de cuentas no dejaría que semejante arpía dañara sus relaciones solo por una idiota venganza que nunca lograría; pero cuando vio el perfil de la chica en el auto de Chris, no vio a la chica, vio a su amado Yuuri sentado en ese lugar.
Sin saber bien la razón de lo que hacía, se encaminó a su propio auto y siguió a su amigo hasta un hospital infantil.
Supuso que era algo con el hijo de ella, la recordaba embarazada un par de años atrás, y lo había mencionado antes también.
—Supongo que ser prostituta es lo de hoy —murmuró analizando el lugar.
Si mal no recordaba, ese lugar era uno de alta categoría. La oportunista que recordaba no sería capaz de solventar semejante gasto, posiblemente haría que lo hiciera uno de sus tantos amantes.
Viktor Nikiforov caminó detrás de su amigo y la chica por algunos pasillos, siempre en la oportuna distancia para no ser descubierto, es por eso que, a distancia, fue testigo del encuentro de la chica que detestaba con ese hombre que siempre amó.
—¿Qué pasó? —preguntó Eri andando hasta Katsuki Yuuri y una chica que lloraba aferrada a él.
—Solo..., no lo sé —respondió Ana entre hipidos—, él se comenzó a ahogar luego de un ataque de tos, y vomitó sangre... yo no sé, amiga, no sé que pasó, lo estaba cuidando bien, te lo prometo, pero se desmayó de la nada, y convulsionó. Si el señor Yuuri no hubiera estado ahí, yo no sé qué habría sucedido.
Las manos de Eri cubrieron su rostro mientras más del líquido salado escapaba de sus ojos.
—¿Qué dicen los médicos? —preguntó ahogada en ese dolor que le causaban las palabras de su amiga.
—No han dicho nada —dijo Yuuri interviniendo en la conversación—, entraron con él, pero no han salido aún.
Los labios de la chica temblaron con más fuerza, entonces cayó de rodillas al suelo, aunque sentía que donde realmente caía era el infierno.
Yuuri se acercó a esa chica que, aunque ya no era nada pequeña, era la pequeña que amaba con toda su vida.
» Está bien, amor —le dijo hincándose a su lado, abrazándola con fuerza—, todo va a estar bien. Vamos a hacer todo lo que se pueda y él estará bien.
Eri se abrazó con fuerza a ese que le prometía lo que necesitaba escuchar para ponerse en pie de nuevo, y se dejó consolar por uno que ahora estaba completamente segura le amaba demasiado. ¿De qué otra manera se habría dado cuenta que ella era su bebé?
Yuuri, ayudado por Chris, pudo ponerse en pie y poner en pie a su hija. No la dejaría sola ahora, estaría cerca de ella como lo había hechod desde que la supo su hija.
Luego de escuchar la conversación de ella y Ana en el restaurante, investigó por su propia cuenta quien era la tal Niki y qué hacía, llegando así hasta el lugar donde ahora vivía, conociendo a Luckyan, su nieto; uno del cual no se pudo despegar, y al cual visitaba tanto como Ana le permitía.
Con Eri no se había enfrentado porque sentía que debía respetar el espacio de su hija hasta que ella decidiera decirle la verdad. Y es que entendía bien su resentimiento, sobre todo si había tenido una vida tan difícil a causa de su debilidad e imposibilidad de protegerla y mantenerla a su lado, pero no podía evitar querer amar y disfrutar de lo que ella más amaba en la vida.
Yuuri se quedó abrazando a una que deseaba tener la oportunidad de proteger ahora, logrando al menos que de apoco se tranquilizara. Y, algunos minutos después, un médico apareció frente a ellos para dar su reporte sobre la salud del pequeño rubio de ojos verdes, hijo de la castaña de ojos azules.
—¿Cómo está? —preguntó la chica dejando los brazos de su padre, andando hasta el médico.
—Estable —respondió el hombre—, pero no creo que sea por mucho. El niño tiene síndrome de Wiskott-Aldrich. Si no se le hace un trasplante de médula ósea urgente esto podría terminar muy mal.
La sangre de Eri, Yuuri, Ana y Viktor se fue hasta sus pies, empalideciendo a todos y provocándoles llorar, excepto al peliplata, él seguía en shock por lo escuchado. No podría hacer caso omiso a una pregunta que apareció para atormentarlo: ¿Podría ser que su nieto estuviera así por su causa?
Continúa...
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NUESTRA
FanfictionNo importa qué tan lejos esté, qué tanto la odies o qué tanto te desprecie porque, aunque tú y ella no lo sepan, ella siempre será NUESTRA.