CAPÍTULO 5

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—Deberías estar aliviada —dijo Yuuri a la castaña que se comía las uñas sentada en uno de los dos sofás en la habitación de Lukyan.

—¿Debería? —cuestionó Eri sintiendo su cabeza a punto de explotar—. Nikiforov me odia. No sé qué es lo que pretende metiéndose en mis asuntos, pero no confío en que las cosas terminarán bien. ¿Y si me pide algo imposible?, ¿o si se echa para atrás en el momento decisivo? Yo no puedo estar tranquila con eso; además, Plisetsky..., la última vez que le vi le tiré un jarrón de agua hedionda encima luego de cachetearlo dos veces. ¿Crees que todo estará bien en serio?

Yuuri respiró. No lo entendía del todo, aunque tenía muchos detalles confusos.

—Eri, necesito que me cuentes todo lo que ha pasado contigo —pidió el japonés—, porque, no sé si lo sepas, pero Viktor Nikiforov es tu padre, tu otro padre.

—Yo lo sé —confesó la chica—. Siempre supe quiénes eran mis padres, así como supe siempre que me odiaban. No pensé que al punto de empujarme a morir de hambre y tener que vender mi cuerpo para sacar a mi hijo adelante, pero sabía que no era una bebé que ellos quisieran tener cerca.

—Eso no es cierto —refutó tajante Yuuri, al borde de las lágrimas luego de escuchar lo que Eri había dicho—. Siempre, desde que supe que te esperaba te amé, y cuando fuiste arrebatada de mí no me cansé de buscarte por todo el mundo.

—Ahora sé que usted me amó siempre, pero la mujer con la que crecí me aseguró todo lo contrario, así que solo permanecí como si no tuviera unos padres que me odiaban, odiando mi sangre y ese apellido que me dieron: Nikiforov. Sin embargo, cuando murió esa mujer, siendo aún adolescente necesité apoyo, y usé ese apellido para abrirme un hueco y poder respirar, lo logré un poco, entonces apareció Viktor negando conocerme y ensañándose conmigo.

—Lamento que pasaras por eso —dijo Yuuri abrazando a su hija—, no entiendo que Viktor tomara esa postura, y me duele en serio que te hiciera tanto daño, pero sé que él no es una mala persona.

Una risa burlona escapó de entre los ahogados gemidos de la chica ante tales palabras.

—Me cerró cada puerta que quise abrir —ironizó la chica—, me dejó sin posibilidades de nada, me estaba ahogando en deudas, sin un peso, pasé días enteros sin comer porque él me dejó vigilada para que no pudiera hacer nada más que suplicar por vehemencia a un Dios que ya no me escuchaba. ¿En serio puede decir que no es una mala persona? ¿Qué buena persona ataca a alguien tan indefensa? Aún si le molestaba que usara un apellido que era mío por derecho, no se tentó el corazón ni cuando le supliqué que parara porque yo estaba embarazada. Dijo que no le importaba, que no era su asunto y amenazó a mi empleador con arruinarle el negocio si no me despedía y se aseguraba que nadie me diera empleo de nuevo.

Yuuri lloró. Esa crueldad era una parte que no conocía de Viktor, pero no podía dudar de la veracidad en la historia que su hija contaba, pues rellenaba los espacios entre el puño de detalles confusos que conocía.

—Y, sobre Yuri Plisetsky, ¿qué me tienes que decir? —cuestionó el japonés intentando centrarse en otra cosa que no fuera su confusión.

—Es el papá de Lukyan —confesó la chica—, pero él no lo sabe.

—¿Qué?

—Trabajé para él, Chris me ayudó. Trabajé para Chris primero, pero él iba a dejar Estados Unidos, así que me recomendó con Yuri. Yo le ayudaba con la limpieza de su consultorio, luego también con el de la casa. Me iba bien entonces. Me enamoré de él, él dijo que amaba también, así que pensé que no sería malo soñar, pero me despertó de sopetón una bella señorita entrando a su departamento como si su casa fuera, anunciándose como la prometida de ese que había jurado amarme casi un mes atrás.

» Ella dejó sus cosas en una habitación, se instaló, se bañó y salió de la casa. Me negué a creerlo, así que cuando atiné a hacer algo fui a buscarlo su consultorio para que me dijeran que había salido a comer con su prometida.

» Ahí lo esperé, no podía ir a buscarlo a la casa donde seguro ella volvería, así que me quedé en su consultorio y, cuando lo vi llegar y saludar sonriente como si nada, lo golpeé y le tiré el agua de unas flores que debía haber cambiado tres días atrás.

»Entonces desaparecí, me fui a otra ciudad con lo poco que había logrado ahorrar, para un par de meses después descubrirme embarazada y encontrarme con Nikiforov para seguir arruinándome la vida.

» Antes me hubiera rendido, pero entonces en serio necesitaba estar bien, así que vine a Rusia buscando un apoyo que sabía tendría siempre. Aunque tuviera que aceptar hacer esas cosas indecentes que Chris pedía a cambio.

Los ojos de Yuuri casi salieron de sus cuencas. Ya estaba preocupado porque ella mencionara que había debido vender su cuerpo, saber que se lo vendía a Chris le molestaba un poco.

» Modelo sus pequeñísimos trajes de baño y colecciones de lencería —aclaró Eri—. Y, como conoce a Viktor, y él le aprecia mucho o algo así, puedo esconderme detrás de él. Chris no le tiene miedo a Nikiforov, y eso me hace sentir un poco segura estando con él.

—Chris es un gran hombre —dijo el azabache—, me alegro que te encontraras con él. Y desearía que me hubiera dicho de ti mucho antes.

—Yo le pedí que no lo hiciera —confesó la chica—, ya había confirmado que Viktor me odiaba, creía que no sería diferente contigo. No necesitaba otro sujeto pisándome cada que podía o le daba la gana.

—Lamento en serio que Viktor te hiciera tanto daño —repitió el japonés—, voy a hablar con él para asegurarme de sus intenciones. Y, no te preocupes por nada, mis padres, mi hermana y su familia vienen para acá, encontremos otro donador, por si acaso.

—Y quiero otro médico —pidió Eri—, si se puede, que sea rápido por favor.

Yuuri sonrió y, escuchando los quejidos del rubio en la cama, vio como su hija le dejaba para ir a atender a su bebé.


Continúa...

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