Capítulo 4: Un mar de confusión

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244 días antes. Centro de rehabilitación Windsor Castle High School. A dos días de volver de la lesión.

Parece que esta historia va contada de vez en mes, este primer trimestre en el Windsor no fue fácil definitivamente, menos si lo comparo con todos mis años en Estados Unidos. Ahora que tengo 28 días de tratamiento y rehabilitación para recuperar completamente mi cuádriceps, me doy cuenta de ello.

Después del accidente aquel día Alba se volvió como loca, casi como si fuera alguien importante en su vida, despidió a su chofer y le aseguró que nunca más conseguiría empleo.

Mi tía Victoria (mi tutora legal en USA) estuvo conmigo estos días porque acá en Nueva York vivo -técnicamente- sola, también tuve el respaldo de los mosqueteros y hasta de Kamila que durante estos 28 días nunca dejó de enviarme mensajes para ver cómo iba avanzando mi recuperación.

Viajé a España para ver a mis padres, suelo relajarme demasiado cuando no me siento en peligro. Y en mi país no me sentía así definitivamente.

Me encontraba en el centro de rehabilitación de la escuela, ya a pocos días de estar completamente recuperada.
El programa de fisioterapia del equipo era mejor llevarlo acabo en estas instalaciones sin duda.

Llevaba el pantalón corto deportivo del uniforme, la camisa de deportes, mis audífonos y un ritmo lento en la bicicleta estática, hasta que alguien reconfiguró la máquina haciéndome alzar la mirada.

¿Quién creen? Pues la mismísima Alba Von Kleist, estaba frente a mí, tenía prácticamente todo el mes sin verla y realmente quiero creer que lo que sentí en mi estómago al hacerlo no fueron mariposas más bien se sentías como murciélagos, era aterrador.

Tardó más o menos un minuto en hablar, se acercó a mí, con su irresistible sonrisa me quito los audífonos y los colocó dentro del bolsillo de su saco de ejecutiva, sin dejar de mirarme.

Hola –dice con una voz que no parecía la de Alba Von Kleist - ¿Cómo sigues?

¿Cambiaron de directora mientras no estuve? – Digo reconfigurando la máquina para no verla y volviendo a los ejercicios de mis piernas.

No pudo evitar reír alto, nunca una risa me había hipnotizado tanto como la suya en ese momento – No, creo que aun soy yo – Habla apoyando sus manos en la maquina viendo mi pierna como si quisiera encontrar algún desperfecto en ella.

Ya está, mi pierna está bien, solo tiene un montón de cintas kinesiológicas, pero no está rota o nada de lo que piensa. – Digo a la defensiva.

Anastasia – dice acercándose a mí, más de lo que me gustaría que estuviera, arrodillada junto a mi pierna "mala" pasando su mano sobre el adhesivo sin llegar a tocar mi piel.

Ese día en casa... – creo que recapacitó sobre lo que iba a decir y terminó pronunciando – Solo quiero saber si estás bien. – dice sin quitar las manos y los ojos de mi pierna.

Yo, estoy bien –dije simplemente porque estaba en estado de shock por ver a Alba de ese modo, tan ¿Culpable?

Alba ¿Estás aquí? –Dice Kamila llegando al lugar, mirando a Alba con la misma sorpresa que la veía yo.

Dime Kamila – Dice apretando mi muslo, ahora si tocando mi piel como si quisiera sentir con su propia mano que no dolía, pero aún sin ver a la recién llegada.

Tenemos reunión ¿Lo olvidaste? – Menciona Kamila aún impactada por la actitud de la directora.

¿Cómo supiste que estaba aquí? – Habla esta vez, volviendo a su tarea inicial de pasar su mano por encima de la cinta, ignorando la pregunta anterior

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