CAPÍTULO II

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CAPITULO II. LO SIENTO...ESTO NO ESTABA DENTRO DE LOS PLANES

15:47 Horas.

Un vehículo todo terreno aparcó en la entrada de una reja negra. A decir verdad, por esa zona no circulaban automóviles tan ostentosos y evidentemente que la Touareg V10 del año contrastaba con aquel barrio de clase media baja. Sin embargo, si se toma en cuenta que al volante de dicha unidad se encontraba la cabeza de un grupo del crimen organizado, entonces el tipo de camioneta en color blanco resultaba de lo más discreta.

La persona que piloteaba finalmente bajó.

Era una silueta femenina y espigada, unos 180 centímetros de estatura, su cabello obscuro con algunos destellos castaños que se dejaban apreciar a contraluz estaba sujetado por una coleta. Su piel trigueña hacía juego perfecto con sus ojos marrón verdosos, aunque justo en ese momento los llevara ocultos tras unas gafas de sol Prada con forma de gota que le cubrían medio rostro.

A pesar de vestir con un estilo casual, pants y sudadera de la selección de fútbol inglesa en color rojo con rayas blancas, resaltaba sus curvas a la perfección. Pero aún con las zapatillas deportivas y la ausencia de maquillaje resultaba imposible que pasara desapercibida.

La puerta que un par de horas antes había sido atravesada sin mayor problema por dos agentes de la Comisaría de San Antonio, ahora era custodiada por dos guardias, que al ver llegar a su jefa saludaron de forma respetuosa con un movimiento de cabeza y la abrieron para darle libre acceso al interior de la casa.

Ella se paseó ante esos dos pares de ojos que la devoraban, haciendo gala de su altivez y prepotencia. Hubiera sido demasiado pedir que les devolviera el saludo, una sonrisa o siquiera un gracias, pero les dirigió unas cuantas palabras.

-Si alguien pone un pie a menos de diez metros de esta puerta le pegan un tiro, no me interesa si es policía, sacerdote o si trae un bebé en brazos - Les lanzó una mirada fulminante - ¿Entendido?-

Una vez dentro se encontró con dos caras familiares. Ambos estaban pegados a un ordenador portátil.

-Ya les tenemos Pepa- Informó el hombre atractivo de mirada felina que había dejado inconsciente a los dos agentes al ver llegar a la autora intelectual de la organización.

-Silvia Castro - Susurró Pepa en un tono diferente, especial, como si de pronto, al mirar el rostro de la forense en la pantalla de la macbook pro, algo se hubiese movido en su interior bajando sus defensas.

Al ver que no dijo nada más, el individuo continuó exponiendo los resultados de su investigación ráfaga.

-Inspectora del cuerpo policial de San Antonio, 32 años, forense, soltera, sin hijos y es la hija del Comisario...Y por el otro lado tenemos a Gonzalo Montoya...

Pepa estaba segura de que Lucas seguía hablando, pero ella no escuchaba ni una palabra de lo que él decía. Su mente se había detenido ahí, sus ojos clavados al monitor, en ese rostro, en esos ojos, en ese cabello rojo.

-¿Dónde está? - Preguntó la morena en singular, era claro que solamente le interesaba recibir información de una de las personas que tenían recluidas en la casa.

-Les amordazamos en una de las recámaras - Respondió Lucas con tranquilidad.

De pronto la mujer se dio cuenta que se estaba interesando demasiado en una persona que no solamente era una desconocida, sino que por la naturaleza de las circunstancias también estaba condenada a muerte. Así que se esforzó por sacarse ese rostro de la cabeza y focalizar su atención en lo que verdaderamente les incumbía.

-¿Cómo es que dos agentes de barrio dieron con nosotros? - Preguntó un tanto confundida.

-No dieron con nosotros... - Respondió una voz femenina, entrando al fin en escena una vez que había husmeado en la base de datos de la Comisaría. - Estuve viendo el registro de las denuncias y esta mañana recibieron dos llamadas anónimas de los vecinos que reportaban movimientos extraños en la casa.

ARDER CONTIGO EN EL INFIERNO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora