EL SISTEMA PORFIRIANO EN VERACRUZ pt2

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Aun El Paladín, cuyas críticas a Dehesa podían ser estridentes, tenía que admitir que su elección de los jefes políticos era algunas veces excelente. Otros periódicos iban más lejos, listando los actuales logros de la autoridad local. Un prisionero en la cárcel de Jalacingo escribió a El Nacional alabando las condiciones en la cárcel, la cual había sido mejorada
por el jefe político. Los prisioneros habían sido convidados a una suculenta cena de navidad, y una galería había sido construida en la prisión donde
los presos podían hacer artesanías para venderlas y ayudar así a sus familias. El jefe político de Cosamaloapan, Lorenzo Gómez, quien había esta-
do ahí por ocho años, construyó una escuela para niños, un mercado público, un parque, un teatro y una cárcel para mujeres. Su administración
financiera fue también sonada, la entrada de impuestos fue apropiadamente monitoreada y la administración entera fue considerada una de las
mejores en el estado. La Patria comentó que su éxito “reafirma nuestra tesis de que un gobierno tan progresivo como el de Veracruz necesita
oficiales secundarios tan competentes como aquellos a los que están subordinados”.52 En Orizaba, también, la administración de Ángel Prieto instituyó reformas similares.53
Sin embargo, Dehesa no siempre fue capaz de tener a sus propios hombres designados, y fue cuidadoso de no llevar su oposición al presidente
demasiado lejos. Ni Díaz consultaba siempre al gobernador acerca de las designaciones, aunque a veces posteriormente cuestionaba acerca del comportamiento de aquéllos a los que él había impuesto en el estado. Éste fue el
caso de la designación de Demetrio Santibáñez a Minatitlán en 1905. Este hombre le fue impuesto a Dehesa después de haber hecho otra elección. Tal
había sido la arbitrariedad de la designación que Dehesa tuvo que pedir la dirección de Santibáñez al presidente para enviarle la nota oficial de designación. Pero cuando Díaz acusó a Santibáñez de deslealtad, unos cuantos años después, por haber prestado ayuda a los revolucionarios de Madero, Dehesa destacó que, aunque Santibáñez tenía sus fallas, la deslealtad no era una de ellas.54
Parece no haber habido consistencia en la manera en que el presidente manejó las designaciones o las quejas. A veces, él podía ser arbitrario; otras, un implacable sentido de la justicia prevalecía. Esto, por supuesto, hizo que fuera extremadamente difícil lidiar con él, y hombres menos
capaces que Dehesa pudieron haber sucumbido a la tentación de solamente llevar a cabo sus órdenes. Pero Dehesa siempre defendía su punto
de vista tanto como podía, sin dudar en presentar los hechos reales en cualquier situación. Durante el sensible periodo anterior a la Revolución, comandantes del ejército fueron rápidos para abusar de su autoridad y algunas veces cometieron graves ofensas en contra de gente inocente. El comandante del ejército de Acayucan, el coronel Jasso, arrestó a un hombre en diciembre de 1910 –el coronel y sus subalternos habían estado bebiendo
excesivamente en un bar; cuando se le pidió que se retirara, arrestó al propietario– sin informar al jefe político, José María Camacho, en cuya jurisdicción recaía el caso. Posteriormente, éste se quejó con Dehesa, quien le dijo que recordara al coronel Jasso de manera amable acerca de la armonía que siempre había existido entre las dos dependencias. Jasso siguió negándose a liberar al hombre. Cuando Dehesa informó al presidente, una orden directa fue enviada para liberar al agraviado. Más tarde, el coronel fue severamente reprendido.55 Este sistema de autoridad local con acceso directo al presidente fue extremadamente eficiente en el mantenimiento del control. Sin duda, también podía ser arbitrario u opresivo.

 Sin duda, también podía ser arbitrario u opresivo

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