Él sentía una confianza diferente para poder declararme algo mediante un audio que decírmelo de frente. Mientras sollozaba y seguía contándome lo que le pasaba, solamente intentaba ponerme en sus zapatos.
Por este medio nos expresamos de tal manera que podemos compartir sentimientos mutuos con la persona con la que nos queremos comunicar.
Escucharlo llorar me dio un ligero apretón en el pecho. En ese momento no podía hacer más que lamentarme por él. Y ahí está lo malo: no poder hacer más.
Pensándolo bien, existen diferentes formas de nuestro ser y cada uno se acopla al medio en el que estamos.
En Internet soy uno, pero detrás de la pantalla hay uno totalmente diferente. Me atrevo a decir que soy un hipócrita.
