Fish.

2.7K 234 58
                                    

Theo.

Al día siguiente me sorprendí al ver una figura diferente en el autobús

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Al día siguiente me sorprendí al ver una figura diferente en el autobús.

Íbamos de regreso a casa, los chicos gritando porquerías y chismes ridículos, el chofer fumando un cigarrillo, mientras trataba de esconder la cerveza que tenía al lado de su muslo izquierdo. Boris estaba apoyado en el cristal de la ventana, la frente colorada por estar en esa posición mucho tiempo. Yo, miraba perdido el camino, contemplando algo fascinado la cantidad de cosas secas y muertas que habían en Las Vegas.

Qué fascinante, sí.

No la habría notado si no fuera por la esquina de un pesado abrigo verduzco que voló por los aires cuando una ráfaga de aire entró por una de las ventanas abiertas del autobús. El trozo de tela volvió a su lugar muy pronto, pero ese pequeño esbozo de color fue suficiente para llamar mi atención, y alegrar la paleta de marrones que caracterizaba el desierto, y el alma de la gente.

Interesado, me enderecé en el asiento, y estiré el cuello con la esperanza de ver quien ocupaba el primer asiento del autobús. En ese momento sólo lograba observar el tirante inerte y granate de una mochila, ya que el abrigo había desaparecido. Lo suficientemente asustado como para levantarme y caminar hacia ese asiento, esperé a que la persona bajara antes que nosotros, ya que si lo hacía después no sabía qué iba a hacer.

Para mi sorpresa el autobús se detuvo con un metálico chirrido y un fuerte olor a aceite quemado unos metros más adelante, parando en una casa que estaba unas calles más abajo que la mía. Pertenecía a Canyon Shadows, el mismo complejo de viviendas, pero más al principio.

Con la boca seca y los ojos bien abiertos, esperé pacientemente a que el ser misterioso bajara, pero no lo hizo. Algo decepcionado, volví a sentarme bien, pero sin despegar la mirada de la puerta, sólo por si acaso.

–¡Vamos, niña, no tengo todo el día!– exclamó el conductor, ladeándose a la derecha para poder ver a la aparente niña sentada en el primer asiento del autobús, allí donde yo y Boris nos sentábamos los primeros días, antes de descubrir que era mal visto.

–Ya.– la figura femenina se alzó del asiento, dejando al descubierto el maravilloso abrigo, la mochila granate, mocasines de suela gruesa y un curioso gorro de lana mostaza.

Su vestimenta era por lo bajo inusual, considerando el abrasador calor y los intensos rayos solares que aquejaban al desierto siempre, excepto en la noche. La chica caminó lentamente hacia la salida, y bajó escalón por escalón hasta que las puertas se abrieron, y pudo abandonar el bus.

Antes de que desapareciera por completo, pude observar un fino mechón de pelo que se asomaba con la brisa polvorienta. Un color particular que ya había visto antes, y me recordaba al té negro o al azúcar morena. Ese volátil y simple mechón hizo que mi pulso se acelerara y empezara a levantarme del asiento, todavía algo aturdido.

La chica ya había bajado cuando tiré a Boris de su gabardina y lo obligué a pararse, ignorando sus intentos de recoger sus cosas, o de quedarse sentado. Tomé mi mochila y me aseguré de que él también, para después arrastrarlo hasta el principio del autobús.

El conductor ya había cerrado las puertas y reanudado la marcha cuando le pedí que se detuviera, porque vivía allí y "era muy despistado como para recordarlo". Con una mirada de desconfianza y un toque de "sé que es mentira, pero me importa un bledo", nos dejó bajar, un par de metros más adelante que el bulto verde que caminaba hasta su casa.

–¿Por qué mierda nos bajaste aquí, Potter? Se supone que íbamos a ver SOS Iceberg, finalmente.– Boris sacudió su hombro para que lo soltara, y lo hice. Tenía el ceño fruncido y una mirada algo aterradora, que siempre hacía cuando estaba molesto.

Me pregunto cuál hará si está enojado.

O furioso.

Abrí la boca para responder, pero todo lo que salió de ella fue una serie de gemidos confusos que pretendían ser palabras. Estaba confundido, no sabía porqué había bajado del autobús en primer lugar, o porqué me había emocionado tanto con ver un mechón de cabello.

- Oh, ya entiendo.- una de las comisuras de su boca se alzó. Tenía los ojos entrecerrados y una mirada de orgullo que después, cuando señaló a la chica que caminaba hacia nosotros, pude interpretar como una referencia a la conversación del otro día.

–Dios, no haré eso y tú tampoco.– fruncí el ceño y negué fervientemente, a la vez que sacudía mi hombro bruscamente en un intento de parecer más normal, y menos coludido con Boris.

Juliette caminaba muy lento, o más bien caminaba distraída. Observaba cada casa con atención, y de vez en cuando paraba frente a una cualquiera, como si no supiera en dónde vivía. Cuando llegó a nuestro lado, después de una eternidad, casi pasa de largo sin vernos.

Iba unos pasos más adelante que nosotros cuando se dio vuelta, con los ojos abiertos y una pequeña sonrisa, de esas que no le gustaban a Boris. Cuando por fin supo quienes éramos, se abalanzó hacia nosotros, abrazándonos y quedando ella en el medio.

–Qué bueno que estén aquí, estoy perdida y aburrida.– se echó hacia atrás para vernos mejor, con los ojos almendrados desbordantes de felicidad.

–Sí, toda una casualidad.– asentí y miré a Boris de reojo, que estaba muy concentrado en su gorro de lana, y su color vibrante.

–Me gusta tu gorro.– señaló la prenda con su dedo índice, siendo ese el primer halago ligeramente amable que le había visto hacer a alguien. Todo el resto estaba dirigido a Xandra, y eran algo obscenos.

–Gracias. ¿Lo quieres?– Juliette ladeó la cabeza a la vez que se arrancaba el gorro de manera agresiva, dejando al descubierto una nube de pelo marrón electrizada, que hacía volar su cabello por todos lados.

–Bien, ¿qué quieres a cambio?– Boris aceptó la ofrenda de su brazo estirado, y se puso el gorro reprimiendo una sonrisa.

–Pero no pedí nada.– ella hizo una mueca triste, como ofendida de que Boris le hubiera ofrecido algo a cambio.

–Quiero darte algo.– él acomodó el gorro sobre su cabeza, y ella desvió la mirada hacia el cielo, pensando alegre en algo que deseaba.

¿Boris, esforzándose por hacer un trueque y no robarnos las cosas, como siempre hacemos? ¿Tendrá relación con...?

–Quiero un pez.

# t #

ʙᴏɪʟɪɴɢ sᴜɢᴀʀʏ ᴛᴇᴀ ♡ ʙᴏʀɪs ᴘᴀᴠʟɪᴋᴏᴠsᴋʏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora