Theo.
Últimamente, lo único que hacía en clase de literatura era escribir poemas.
Mi psicóloga escolar en Nueva York me había advertido de los beneficios de hacer una actividad que desarrollara mi creatividad, como si eso fuera a hacerme mejorar, o devolverme a mamá.
Por mucho tiempo pensé que esa copia barata de hippie, que en realidad era más acaudalada que muchos, era una mala psicóloga, y que no servía para nada.
Pero ahora, en clase de literatura, con mi libreta llena de palabras cargadas de sentimientos, y el costado de la mano embarrado de la tinta negra que usé para escribirlas, me arrepentía de no haber escuchado sus consejos antes.
Escribir poesía era lo único que era íntimo y secreto en mi vida. Convivir con papá y Xandra era exasperante; cuando caminaba por la casa, sentía que estaba en un hotel. Nada me pertenecía, todo estaba predeterminado por alguien más, desde la comida hasta los muebles. Era el hogar de ambos, no el mío, y por eso pasaba casi todo el tiempo en mi habitación; el único lugar donde no entraban, no al menos cuando yo estaba presente.
Por eso esa libreta de páginas envejecidas por el tiempo, con las esquinas curvadas hacia arriba por la humedad, era mi tesoro más preciado. Bueno, el segundo. En primer lugar, porque era una de las pocas cosas que había conseguido esconder en la maleta, y que pertenecían a mamá. En segundo, era algo que estaba haciendo por mí y para mí, me pertenecía, y no pensaba en que quedara expuesto ante los ojos de otros.
La campana de salida resonó en mis oídos con un lejano eco. Ya era hora de ir a "casa", hora de dejar la intimidad de la escuela, y llegar al peligroso y expuesto campo minado, donde todo estaba tan vacío que sentía podían ver a través de mí.
Recogí mis cosas, guardé la libreta en el bolsillo interior de mi chaqueta. El rectángulo de tapa dura quedó justo sobre mi corazón, arrancándome una sonrisa que provenía de emociones que desconocía. Era como tener un secreto tan vergonzoso, que con el tiempo, se vuelve objeto de orgullo.
Mientras caminaba por los lustrosos pasillos de la escuela, me pregunté qué había sido de Juliette. Hace dos días que no la veía, y es que luego de comprar a ese pez,
Thoris,
volvimos a nuestras respectivas casas, como cualquier persona lo haría. Lo raro era que no la había visto en el autobús, y eso significaba que no había venido a clases.
Quizás ahora se devuelve caminando.
¿Vamos en el mismo grado?
Creo que nunca le pregunté.
¿O sí?
Al llegar a la salida, y cruzar el umbral de la puerta, una sofocante ola de calor me envolvió por completo. Dentro de la escuela, como en la mayoría de casas y tiendas aquí, había un sistema de aire acondicionado, que nos mantenía a una temperatura soportable. Pero fuera, el infierno se extendía por kilómetros y kilómetros.
Justo frente a mí estaba Boris, leyendo una revista. Se encontraba apoyado en la baranda de las escaleras, con el cabello alborotado y las extremidades largas y huesudas lánguidas, como espaguetis. Al acercarme, pude ver que se trataba de una edición de Seventeen, con Selena Gómez en la portada, y el rimbombante título de : "Diez cosas que harán que cualquier chico caiga a tus pies."
–¿Qué mierda estás leyendo?– me apresuré a ponerme a su lado, apoyado igual que él. Boris, sin despegar la mirada de la revista, me contestó, mientras sacaba un cigarrillo de su bolsillo:
–La mayoría es basura, lo admito.–frunció los labios e hizo un ademán de confusión, antes de agregar:
–Pero tengo que averiguar su signo zodiacal, o no sabré si somos compatibles.
¿Pero qué mierda?
–Boris, eso es pura mierda que inventan los periodistas fracasados para hacer dinero. No es como que funcione...
–A una chica de la clase de matemáticas le funcionó la guía de las "diez cosas que harán que cualquier chico caiga a tus pies", y ahora es feliz. Sólo espero que funcione en chicas.– gimió con algo de enojo debido a mi respuesta.
Espera.
Espera un momento.
–¿A quién quieres conquistar?
¿Querrá conquistar a Juliette?
Pero era tan frío...
¿Terminarán juntos?
Es obvio que ella siente algo por él.
Será que...
–Pues a Kotku, ¿a quién más?
# t #
Uuuuuh, Kotku.
Cómo les va la laif?
Decidí que quiero cambiar la personalidad de Boris. En el libro es despreocupado y la mayoría de las veces abierto respecto a cosas de su vida, pero quiero que en esta historia sea más difícil, y aún más misterioso. >:]
En resumen, quiero que todos suframos con Boris, jeje.
Mucho amor,
Silk.
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ʙᴏɪʟɪɴɢ sᴜɢᴀʀʏ ᴛᴇᴀ ♡ ʙᴏʀɪs ᴘᴀᴠʟɪᴋᴏᴠsᴋʏ
Fanfic𝗣𝗼𝗿𝗾𝘂𝗲 𝗮 𝗕𝗼𝗿𝗶𝘀 𝗹𝗲 𝗴𝘂𝘀𝘁𝗮𝗯𝗮 𝗲𝗹 𝘁𝗲́ 𝗵𝗶𝗿𝘃𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼, 𝗰𝗼𝗻 𝘁𝗿𝗲𝘀 𝗰𝘂𝗰𝗵𝗮𝗿𝗮𝗱𝗶𝘁𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗮𝘇𝘂́𝗰𝗮𝗿. 𝗣𝗼𝗿𝗾𝘂𝗲 𝗮 𝗝𝘂𝗹𝗶𝗲𝘁𝘁𝗲 𝗹𝗲 𝗴𝘂𝘀𝘁𝗮𝗯𝗮 𝗕𝗼𝗿𝗶𝘀, 𝘆 𝗮𝗺𝗮𝗯𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗲́𝗹 𝗯𝗲𝗯𝗶𝗲𝗿𝗮 �...