Boris.
Recuerdo que una vez, hace bastante tiempo, Juliette me enseñó una palabra. Fue casi como por un juego, mientras ella yacía sobre el colchón de su cama, remendando un calcetín con aguja e hilo. La repitió tres veces, tan lentamente como le fue posible, para que yo la entendiera.
Roto.
Brisé.
Algo dentro de mí se rompió cuando ella le dio su beso, su último beso, a Theo.
Lo sé. No tengo derecho a quejarme. Yo la rompí primero. Le mentí, me alejé de ella, y por eso mismo mantuve mi boca cerrada y reprimí el gemido pastoso e iracundo que quiso abandonar mi boca cuando los vi besarse. Los labios de Theo estaban brillantes debido al vodka de la boca de ella, y Juliette tenía una pequeña, casi imperceptible sonrisa triste cuando se separaron.
Se levantó, con algo de dificultad, y antes irse para no voltear jamás me regaló una última mirada, que me removió el estómago y me oprimió el pecho. Al principio creí que era inexpresiva, que reflejaba lo que sentía por mí, o que estaba llena de desprecio. Pero después, cuando soñé con ella esa misma noche tormentosa, con sus ojos vacíos y acuosos, me di cuenta de que era una mirada de compasión. Ella se apiadaba de mí, y de alguna u otra forma, me perdonaba por haber sido el idiota más grande de toda la existencia.
Posterior a eso, internándose en medio del mar desértico iluminado por el claro de luna, caminó, y se desplomó.
Theo fue el primero en correr hacia donde estaba ella. Yo, aún sin entender del todo qué pasaba, fruncí el ceño, inmóvil, pensando que quizás estaba muy borracha. Pero cuando no se movió, ni se rió con ese característico silbido infantil, comencé a asustarme.
Avancé hacia los dos, arrastrando los cordones de mis zapatos por el suelo polvoriento, tropezándome de vez en cuando porque no estaba viendo el camino; estaba concentrado en ella, en el vaivén lento de su respiración, en sus extremidades desparramadas, su cabello en remolinos y en sus labios entreabiertos, brillantes.
Me arrodillé a su lado y la sacudí sin cuidado. El cosquilleo de inquietud se había transformado en una bola gigantesca atascada en medio de mi garganta, hecha de pánico y horror. No sabía qué estaba pasando, por qué no me respondía y por qué a veces temblaba, pero en otras se quedaba quieta.
Mi boca se secó y mi mente se nubló cuando contemplé la escena mortífera de su pecho, que se detuvo, lento, expulsando todo el aire como si algo estuviera comprimiéndolo. Así de simple dejó de respirar, y así de simple comencé a temblar.
Theo me miró, con los ojos bien abiertos e hinchados. Me gritó que hiciera algo, me golpeó con fuerza en el hombro, y al ver que yo no podía siquiera pensar en otra cosa que Juliette no estaba respirando, comenzó a rebuscar en sus bolsillos de manera agresiva. Sabía que él estaba tan o incluso más angustiado que yo.
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ʙᴏɪʟɪɴɢ sᴜɢᴀʀʏ ᴛᴇᴀ ♡ ʙᴏʀɪs ᴘᴀᴠʟɪᴋᴏᴠsᴋʏ
Fanfic𝗣𝗼𝗿𝗾𝘂𝗲 𝗮 𝗕𝗼𝗿𝗶𝘀 𝗹𝗲 𝗴𝘂𝘀𝘁𝗮𝗯𝗮 𝗲𝗹 𝘁𝗲́ 𝗵𝗶𝗿𝘃𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼, 𝗰𝗼𝗻 𝘁𝗿𝗲𝘀 𝗰𝘂𝗰𝗵𝗮𝗿𝗮𝗱𝗶𝘁𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗮𝘇𝘂́𝗰𝗮𝗿. 𝗣𝗼𝗿𝗾𝘂𝗲 𝗮 𝗝𝘂𝗹𝗶𝗲𝘁𝘁𝗲 𝗹𝗲 𝗴𝘂𝘀𝘁𝗮𝗯𝗮 𝗕𝗼𝗿𝗶𝘀, 𝘆 𝗮𝗺𝗮𝗯𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗲́𝗹 𝗯𝗲𝗯𝗶𝗲𝗿𝗮 �...