[les advierto que se tratan temas delicados aquí. si eres sensible, no lo leas ): btw, está largo y triste, so...]
Juliette.
La vida me enseñó muchas cosas. Cosas lindas, cosas feas, cosas...Pero a cambio de ello, tomó una parte de mí. Por cada lección, se adueñó de un trozo de piel, de un recuerdo, de un cardenal y de una cicatriz. Porque todo tiene un precio, y debe pagarse, con lágrimas, sangre y corazones rotos.
Solía recordar todos los días los trozos que me faltaban; los anhelaba en sueños, estando despierta y en la penumbra, cuando reía, cuando saltaba y cuando miraba hacia el infinito horizonte desértico. Y me dolía hacerlo, porque las heridas aún no habían sanado del todo, porque yo no había sanado, y tal vez jamás lo haría.
Pero en momentos como éste, no anhelaba nada más que una cosa: Boris.
Me parecía, en el pasado, ridículo aferrarse tanto a una persona. En su momento mamá se aferró a papá, y dejarlo ir le costó mucho más que un par de lágrimas. Así que evitaba aferrarme a las personas, acostumbrarme a ellas, conocerlas demasiado –con Sylvain no tuve que preocuparme por ello, porque habíamos nacido prácticamente juntos; cuando él abrió los ojos, al yo tener cerca de cuatro años, yo también los abrí, de una manera distinta. Miré sus orbes verdes y supe que jamás lo dejaría ir–, porque sabía que sucederían cosas malas.
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ʙᴏɪʟɪɴɢ sᴜɢᴀʀʏ ᴛᴇᴀ ♡ ʙᴏʀɪs ᴘᴀᴠʟɪᴋᴏᴠsᴋʏ
Fanfiction𝗣𝗼𝗿𝗾𝘂𝗲 𝗮 𝗕𝗼𝗿𝗶𝘀 𝗹𝗲 𝗴𝘂𝘀𝘁𝗮𝗯𝗮 𝗲𝗹 𝘁𝗲́ 𝗵𝗶𝗿𝘃𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼, 𝗰𝗼𝗻 𝘁𝗿𝗲𝘀 𝗰𝘂𝗰𝗵𝗮𝗿𝗮𝗱𝗶𝘁𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗮𝘇𝘂́𝗰𝗮𝗿. 𝗣𝗼𝗿𝗾𝘂𝗲 𝗮 𝗝𝘂𝗹𝗶𝗲𝘁𝘁𝗲 𝗹𝗲 𝗴𝘂𝘀𝘁𝗮𝗯𝗮 𝗕𝗼𝗿𝗶𝘀, 𝘆 𝗮𝗺𝗮𝗯𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗲́𝗹 𝗯𝗲𝗯𝗶𝗲𝗿𝗮 �...