Perros y Gatos

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Escucho unos golpes en la venta, era Millie y con un gesto lo invito a pasar.

Ella estaba vestida con un pans poco favorecedor, una chamarra gigante y un gorro que parecía ser muy calientito de un oso, una foto de ella vestida así podría valer una fortuna, claro que no tomó ninguna, eso podría ser peligroso, Millie estando enoja es peor que un millón de abejas en tu pantalón.

Cuando él entró, ella de inmediato salió, estaba claro que le daba su propia privacidad y aún que se estuviera congelando prefería estar afuera que con el, esos pensamientos hirieron un poco a Finn, no es fácil ser rechazado cada 10 segundos. Se apresuró a cambiarse e igual que ella tocó la ventana para que esta pudiera entrar.

Y una vez más el ambiente se puso tenso, el no sabía cómo manejar esto, ella no daba su brazo a torcer tan fácil y por qué lo haría? El tampoco fue un buen amigo, no insistió cuando debía y ahora la brecha que había entre los dos era más grande y estaba casi seguro que no habría marcha atrás.

Sus pensamientos se desvanecieron cuando Millie sacó algo de su bolsa de mano y se lo entregó al chico que estaba frente a ella, él lo tomó y sintió el rose helado que tenían sus manos, era un pañuelo de seda, muy elegante con unas bonitas letras bordadas en dorado, MBB se podía leer, eran sus iniciales y de el desprendía una suave fragancia.

El busco su mirada sin comprender porque le había dado eso, una señal de paz acaso?

—Si no lo secas se morira de frío y no habrá importado que lo salvarás—

Finn al fin reaccionó, el gato! El pobre estaba acurrucado, temblando sobre el tablero.

—Pero esto es muy lindo y caro como para estropearlo, mejor voy por alguna playera y así... —

—No importa, luego me comprarás otro—

Dijo Millie con una pequeña sonrisa de lado, Finn se la devolvió con una sonrisa pequeña pero que marcaba sus rojizos pómulos.

Tomó al pequeño gato y lo empezó a secar, el pobre temblaba y temblaba pero cuando se sintió más seco y Finn prendió la calefacción, este se acurrucó sobre el regazo de Millie.

—Le agradas—

Su voz sonaba un poco ronca y le ardía demasiado la garganta, siempre fue un chico enfermizo, solo esperaba que no empeorara.

—Si, eso creo—

Dijo Millie mientras lo acariciaba y sentía un ronroneo tranquilizador, su cuerpo poco a poco empezaba a entrar en calor y sorprendentemente no se sentía incómoda con la presencia de Wolfhard ahí. En secreto daba gracias de que él estuviera ahí con ella, porque sola jamás lo lograría y aun que estaba agradecía eso sería algo que jamás le diría.

La lluvia volvió a caer y la neblina se volvió más densa, ya llevaban 2 horas ahí y no parecía suceder nada, dormitaban un poco, pero no podían hacerlo mucho pues en cualquier momento la ayuda llegaría.

Por un momento los 2 estaban despiertos y Finn apago la calefacción, tenían que guardar batería para poder continuar con el viaje, Millie solo estaba ahí, viendo caer la lluvia y preguntado como es que su vida cambió tanto, cuando Finn la sacó de sus pensamientos

—Por qué no te gustan los gatos?—

—No lo se, nunca antes intenté acercarme a uno—

—Creo que no te agradan porque se parecen a ti, son desconfiados y huraños, no les gusta la gente, pero necesitan atención y pueden ser agresivos si los provocas—

—Se supone que me debe de hacer enojar eso? Por lo menos no soy como un perro, que basta que llegue alguien y ciegamente le brindara su amor, son tan ingenuos que se fían de cualquiera y siempre se aprovechan de ellos y aún así se sorprenden cuando son botados sin más. Si me preguntas creo que es mejor ser cauteloso como un gato—

—Espera... me perdí, estás diciendo que soy un perro?—

—Ya sabes lo que dicen, si te queda el saco... —
Un pequeño silencio se formó entre los dos y Finn sintió el vomito verbal saliendo de él. Siempre tenía que meter la pata, sus defensas bajaron y quedó expuesto..

— Es por eso que no te grado?—

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