Desde aquella ventana de la habitación, mi habitación en ese entonces, podía ver cantidad de cosas, podía ver los árboles que rodeaban el edificio en el que vivía, los autos que se posaban en el estacionamiento, las personas esclavas del tiempo que corrían desesperadas de un lado al otro, las aves que se resguardaban encima del techo de los aires acondicionados, se resguardaban del intenso sol, el cual también podía ver, pero no lo hacía por temor a quedarme ciego, solo veía su intensa y calurosa luz amarilla. Y a pesar de ser capaz de ver tantas cosas desde mi ventana, mis ojos solo se esmeraban en observar a la distancia la ventana del edificio que tenía en frente, pero no era aquella distante y ajena ventana lo que mis ojos en realidad querían ver, sino lo que dentro de ella yacía, aquella criatura hermosa, que con sus rizos de fuego, sus pecas que adornaban su rostro hermoso y angelical y sus ojos de color miel, aun me tenía enamorado, pero la situación había cambiado mucho desde que la hermosa Wilana Lana y yo éramos pequeños amigos jugando a ser adultos; ahora éramos pequeños adultos, viviendo en este gran mundo, queriendo volver a ser aquellos pequeños niños despreocupados. Ahora ella y yo éramos como las ventanas de nuestras habitaciones, distantes y ajenas la una de la otra.
Seguía observando aquella ventana a través de mi ventana cuando la luz de aquella habitación se encendió. Wilana Lana entró despreocupada pues no sabía que a unos cuantos metros un hombre la observaba, pero no cualquier hombre, sino el hombre que en un pasado ahora bastante distante había sido uno de sus mejores amigos. La observaba dejando que mis pensamientos se sumergieran en la belleza de su ser. Wilana Lana tenía sin lugar a dudas el rostro más hermoso y angelical del mundo, el mismo inspiraba bondad, y de bondad pura estaba hecho su ser, aun lo recuerdo muy bien, ella no era capaz de juzgar a nadie y el perdón era después de su belleza inmensa, su don más preciado.
Observar el mundo a través de mi ventana se había convertido en un pasatiempo para mí, pero lo que más me gustaba era cuando ella llegaba a su apartamento. Tenía entendido que en ese entonces trabajaba y estudiaba. Era de tarde cuando entró en su habitación, seguramente acababa de llegar de sus clases. Estudiaba medicina, ahora seguramente tomaría una siesta y se levantaría rápidamente para ir a trabajar en la agencia de loterías que trabajaba y llegaría en la noche para volver a dormir. Yo sabía un poco de su vida, bueno mucho en realidad. Su día a día lo conocía a la perfección, pero no porque ella me lo había dicho en persona, sino porque lo había escuchado de terceros: En ese entonces no mantenía contacto alguno con ella. Wilana Lana y yo éramos ahora como dos desconocidos que se encuentran en la calle y ni siquiera tienen la cortesía de darse los buenos días, pero me llenaba de gratitud observarla unos cuantos segundos a través de nuestras ventanas y evocar el pasado que juntos habíamos vivido.
La seguí observando hasta que cerró las persianas de su habitación. Ella no sabía que la observan, pero por precaución las cerraba siempre. Yo no era un pervertido, pero verla sin ropa no me hubiese disgustado. Todos los días observaba a Wilana Lana en tranquila paz, pero ese día hubo algo diferente, algo cambió, fue el inicio de algo que jamás olvidaría. Una voz familiar perturbaba mi tranquilidad en ese preciso instante, una voz que la verdad no quería escuchar.
— Capitulo veintiuno: A continuación, el chico pervertido se sienta a mirar desde su posición privilegiada a la chica que despreocupada, sin saber de la existencia de este chico pervertido, comienza lentamente a quitarse la ropa. La excitación llega y el chico pervertido pronto dirige su mano hasta su pantalón, comienza a desabrocharlo conforme la chica se deshace de una prenda mas, está listo, ahora el podrá...
— ¡¿Qué mierda haces?! —mi mirada se encontró con aquellos ojos de un verde intenso, con aquella mirada alegre y entonces supe que esto no podía ser bueno. Nada podía ser bueno si Bryan Rogue estaba presente.
Bryan Rogue apagó la grabadora que antes sostenía frente a su boca y con la alegría que lo caracterizaba abrió sus brazos de par en par ofreciéndome un abrazo. Él había crecido mucho desde la última vez que lo había visto, pero yo aun seguía siendo más alto que él, pero de ancho el estaba muy fornido y yo era un flacucho con la piel pegada al hueso.
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Cómo Estáticas Estrellas Fugaces.
General FictionPs3 añora los días en que fue feliz en compañía de sus dos mejores amigos, Bryan Rogue (su primo) y Wilana Lana (su eterna enamorada en secreto). Aquellos días parecen ficticios. Aquella amistad que alguna vez los había mantenido unidos, se vio frus...