Tú dulce voz

Needy

Estaba cansado la tarde no había empezado muy bien para él gracias a esa llamada, primero ir a la oficina de Richard y hablar con él de lo que paso en aquella fiesta, sin contarle lo de Husk, este se enfureció, gritando que quería matar a ese desgraciado entre otras cosas, tuvo que calmarlo no le agradaba la idea de que sus compañeros se enteraran de todo lo que sucedió. Después con un gran esfuerzo de mantenerse alegre para poder dar sus noticias, al enterarse que quizás ese malnacido ya lo tiene en su lista negra por lo que lo va tener que ver seguido. Y tercero por cuestiones del destino, se lo volvió a topar ¡Que maravilloso! Lo bueno es que Richard lo estaba acompañando, según lo llevo a aquella cafetería para que ya no pensara en lo que paso, pero el mundo conspira en su contra, está ahí sentado a unas cuantas mesas mientras tomaba un té con su mirada fija en él podía sentir la incomodidad que le provocaba esa mirada, ¡Uhg! como le desagrada el té al igual que a Harry. Aunque no fue tan malo gracias a su acompañante ya que empezó a hacer chiste sobre cosas sin sentido que le alegraron el día, quien diría que aquel sujeto era un gruñón con sus empleados y ahora es tan alegre, además de gracioso. Por alguna razón Husk llego a su mente, ignorando a su jefe quien le hablaba sobre algo, se sintió raro al pensar en él y que le transmitiera una paz, su sonrisa creció sin notarlo.

- Hijo, te veo muy sonriente ¿Paso algo más en la fiesta? – Alastor salió de sus pensamientos.

- No - ¿Por qué habrá preguntado eso? Pensó – Te comenté todo en la oficina.

- ¿Seguro, no me contaras si conociste a alguna señorita? - Ya veo a dónde quiere llegar.

- No pasó nada, señor – Dijo con cierta molestia, ese viejo esta alucinado - Si me permite decir, no es de tu incumbencia.

- ¡Venga, no seas así hijo! ¿Cuándo me la presentas? – Alastor solo lo ignoro y le dio un sorbo a su café – ¿O será que es un hombre? – Se atraganto con el café haciendo que Richard sonriera de forma burlona – Así que es un chico, vaya.

- No es lo que crees - Contesto mientras limpiaba el desastre que hizo en la mesa, estaba avergonzado – Solo es un amigo.

- Aja claro, eso dicen todos – Dejó dinero en la mesa – Vámonos te llevo a tu casa.

Al llegar se bajó del auto despidiéndose de Richard para entrar a su casa, Por fin podré descansar, dulce, dulce paz Subió a su habitación dándose un refrescante baño y ponerse un pijama para dirigirse a la cocina revisando que tanto tenía para comer, al escoger algo se dispuso a comer mientras escuchaba canciones el a radio, relajándolo. Cuando terminó, limpio sus trastes cantando su canción preferida sin dejar de sonreír, seco sus manos en un pedazo de papel mientras caminaba hacia su habitación dispuesto a dormir, pero escuchó su teléfono, por lo que camino hacia donde estaba el objeto contestando.

- ¿Si, diga? - ¿Quién llamaría a estas horas?

- ¿Hola, Alastor? – Era Husk, una sonrisa apareció.

- ¡Hola, querido! ¿Cómo estás? – Dijo algo risueño, más de lo que le gustaría.

- Yo - Hubo un pequeño silencio, para después contestar algo nervioso - Bien, gracias por preguntar - ¿Habré escuchado bien me dijo querido? Solo escucho una risa antes de que su amor le respondiera.

Otra vez quedo atrapado en lo que Alastor decía, hablaron otra vez por horas y horas, esas horas se convirtieron en días, meses. Para ambos después de esa llamada se les hizo costumbre el hablarse por teléfono antes de dormir, turnándose el quien llamaba a quien alegrándose la noche al escuchar otra vez la voz del otro. Era curioso como nunca se citaron para verse, aun que se les hizo cómodo el hablar por su horario de trabajo. Alastor creía que era una distracción de todo el estrés que sufre en su día a día, pues llevar una doble vida no era tan sencillo, su reputación como locutor depende de lo extremadamente cuidadoso que debía ser con sus víctimas, admitía que le resultara gracioso, estar cortando partes de ellas mientras hablaba alegremente con Husk sin que este supiera lo que hacía.