Bust your Knee Caps

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Después de esa noche Alastor volvió a la rutina de siempre, antes de ser invitado a esa horrible fiesta, que si no fuera por eso no hubiera conocido al hombre que ama. Le dolía recordarlo de vez en cuando, haberlo dejando cuando se veía tan mal, así que sin que Richard lo supiera busco información sobre el mayor solo para darse cuenta que había sufrido traumas por la guerra. Lo sabía que participó en ello, pero jamás habló sobre sus traumas o pesadillas, lo cual supuso que tuvo una esa noche, aumentando su dolor y culpa por no estar más tiempo, evitando, quizás que volviera a sufrir un sueño como ese más adelante.

Sus compañeros no lo notaron, pero él cada vez estaba más triste por la situación, solo su jefe fue el único consciente de ello. Simplemente se ocupada de dar las noticias en su respectivo tiempo para luego dirigirse a su casa descargando su dolor en su "otro trabajo" aumentado las noticias sobre más asesinatos asustando a la población, periódicos, televisiones alertaron sobre los que habían fallecido. Los encabezados llegaron a Richard, quien sabía que si Alastor se segaba por el odio podría cometer un error por lo que "encontró" una solución, o mejor dicho lo obligaron a aceptar, empeorando la situación.

La extorsión por parte de Harry comenzó, quien creo un horario para tener "citas" obligadas con Alastor. En la mañana lo llevaba a desayunar para regresarlo a su trabajo, dar las noticias y de ahí, si el desgraciado tenía "tiempo" lo recogía en la puerta del edificio enfrente de todos sus compañeros pasando vergüenza a su opinión. Donde lo llevaba a lugares muy elegantes o caros, incomodándolo en cuidar mucho lo que hacía ya que por ser ambos muy conocidos, no era extraño que personas interesadas se acercaran para sacar conversación o algún dato interesante para esparcir rumores. Para empeorar las cosas su compañero tampoco ayudaba a calmar sus nervios, ya que intentaba acercarse de maneras incorrectas e irrespetuosas cada que se distraía, para su suerte nunca llego a tocarlo, sin embargo, eso no evitara que muchas veces le quería dar una bofetada enfrente de todos y largarse del lugar. Una ocasión pareció burlarse de él llevándolo al mismo restaurante que Husk lo había invitado, en la misma mesa, fue horrible.

- Bonito lugar ¿No crees? – Dijo orgulloso como si el lugar le perteneciera, aunque el locutor estaba más triste por los recuerdos de la encantadora velada que tuvo con el que ama, las risas, la comunicación entre ellos, sin olvidar como Husk podía atraer tanto su atención un simple truco de magia, que para él fue la cosa más grandiosa del mundo.

- Sí, es encantador – Contesto en un suspiro al sentarse en la silla, apoyando su mejilla en su mano dispuesto a observar las vistas de la ciudad de la ventana que mirara a su compañero.

- No tanto como tú – Respondió en un tono coqueto para tomar la mano de Alastor e intentar besarla, este actuó rápidamente quitando su mano incómodo.

- Si... gracias – Se acomodó en la silla alejándose de él, acomodando sus brazos en su regazo en vez de la mesa para evitar más interacciones de ese estilo – Pero me gustaría que no hiciera eso otra vez.

- ¿Acaso te incomoda, querido? – Al solo hizo una mueca para mirar a otro lado, disgustado por la situación.

Curiosamente Harry estaba ciego, ya que no veía el desinterés de Alastor creyendo la mayor parte de tiempo que solo era tímido con él, siendo mentira. Centrándose más en mirar casi todo el tiempo por la ventada, a los músicos y cuando se acercaba el mesero, contestaba cortésmente dándole más atención que a su "acompañante" Harry adoraba poder tener su compañía aun si este no le sonriera genuinamente, si no por cortesía. Parecía que tenía a Alastor como un premio, al cual presumía al tenerlo en "su poder" ante otros, ya sea por su facilidad al conversar, ganando elogios por su inteligencia o desgraciadamente, por su atractivo, a los ojos de Alastor  se sentía tratado como un objeto, en vez de una persona o peor aún un humano. En la mente de Harry estaba ganando el corazón del locutor, lo cual estaba muy equivocado, generándole más odio del que le tenía. Además de no ser lo único que hacía, Alastor no podía evitar reírse en su casa por las cartas que le mandaba, no creía que alguien fuera tan idiota para no captar indirectas, quemó todos sus presentes, como flores, cartas, entre otras y algunas mas valiosas las vendía o negociaba para obtener información para sus próximas víctimas, al menos algo bueno salía de eso, siendo muy poco a comparación de todo lo malo.

Tú dulce vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora