My Blood

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Y como prometió ahí se encontraba, intentando dar explicaciones a su estupidez, sus ojeras serian notables si no fuera porque las había ocultado con un poco de maquillaje, "Tenía una imagen que cuidar" dado que no podía permitirse eso y curiosamente esa es una de las razones por las que estaba sentado en la oficina de su jefe, recibiendo un sermón de lo descuidado que fue además del gran problema en el que se metería si se llegaran a publicar "esas fotos" "Te imaginas lo que dirían los medios de comunicación al respecto, los encabezados de los periódicos, tu trayectoria como locutor estaría acabada" no tenía argumentos ni algo para defenderse sabía que estaba mal, pero ¿De verdad era tan grave que dos personas demostraran su amor libremente? sabía que a Richard no le importaba y lo apoyaba, sin embargo gracias a lo que las leyes indicaban que era delito podía llevarte a la muerte, resultando en ser presionado a comportarse de una manera "normal" para evitar morir, al igual que tener una mancha en su nombre, ya que dos hombres o dos mujeres era algo "anormal", lo cual a su parecer era absurdo todo amor cuenta sin importar lo que piensan los demás.

- ¿Qué significa esto? – Gritó, fue mala idea ir después de derrumbarse, cuando no tenía estabilidad emocional, ahora no podía dejar de temblar sus manos las cuales se encontraban bajo la mesa, estaba a punto de tener un ataque de ansiedad y eso no era bueno, no ahora - ¡No vas a contestar, vamos hazlo!

- No creí importante contarte que estaba sucediendo en mi vida además yo no sabía...- Odiaba los gritos le recordaban a su padre y no le gusta, sintió náuseas al recordar el tipo de persona que era. Su madre no pudo salvarse, pero la vengó eso no cabe duda, si algo le enseño esa respetable mujer fue sonríe ante cualquier situación ni importaba que, por eso sea mantenido en aquella silla, inmóvil, con una sonrisa casi maniática mientras Richard se mueve de un lado a otro a sus espaldas. Donde no podía ver lo que está provocando.

- ¡Me importa un demonio! ¿Qué estabas pensando? - Acaso no vez que esto es peor, sus ojos miraron el filo de un cuchillo en la mesa, Oh Richard que descuidado en dejar tus platos sucios en tu escritorio y más un cuchillo, tan cerca de mi alcance pensó, se veía tan reluciente y parecía cortarte al verla. Richard estaba tan distraído dando su discurso, que no vio cuando Alastor se levantó de su asiento, sin dejar de sonreír, con delicadeza tomó el cuchillo para después con mucho sigilo se fue acercándose a su "Jefe", si no fuera porque volteó a tiempo antes de que le clavaran aquel afilado objeto, terminando incrustado en la pared de una de las librerías. Los ojos de Alastor no tenían ese brillo característico, Richard se dio cuenta del error que cometió.

- ¿Qué pasa Richard por qué tan callado, mi querido amigo? ¡Oh! ¿Acaso te interrumpí? – Ese tono ya lo había escuchado antes y jamás pensó volver a sentir ese escalofrió en su espalda al oírla de nuevo. Como pudo evitó todo tipo de ataques hacia su persona y tratar de calmar a Alastor, rogando que su ansiedad pase – ¡Vamos! pensé que eras más, ya sabes... rudo.

- Alastor reacciona estamos en el trabajo – Se escondió detrás del escritorio su cara estaba inundada de terror, al ver como su querido hijo se acercaba a él de forma amenazante, la luz de la ventana hacia reflejo haciendo que el cuchillo parezca más afilado, cubriendo parte de la cara de Alastor haciéndola más tenebrosa, solo sus ojos se veían dándole escalofríos.

Muchos se reirían de él si lo vieran en ese estado, alguien que se habría crecido para matar y defenderse de cualquiera que se meta con él. Pero si estuvieran en sus zapatas, sabiendo que había entrenado a alguien siendo más astuto en muchos aspectos, sin mencionar a que con poca empatía al estar dispuesto a matar a quien se meta en su camino, a diferencia de él estarían temblando de miedo o peor.

- ¡Oh! ¿Ahora yo estoy haciendo mucho escándalo? - Abrió los ojos en sorpresa – Deberías a ver considerado eso antes de que tú mismo lo hayas provocado - Oh no, ese sería su fin, como pudo olvidar el pasado, ahora por su estupidez iba a morir.

Tú dulce vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora