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—¡Faith, vamos! ¡Vas a llegar tarde a la práctica! —grité al final de las escaleras, rodeando mi boca con mis manos para que mi voz se escuchara más fuerte. 

—Luke... —suspiró mi madre, cansada. 

Suspiré al igual que ella. No quería ni observarla. Puedo amarla con todo mi corazón pero no quiero ver el aspecto devastador que ha tenido los últimos días. Mejor dicho, los últimos meses. 

—Mamá, ahora no ¿sí? Sabes que si hablas vas a hacerme enojar y vamos a discutir y no quiero que Faith lo vea.

Me sentía cansado y ni quería llevar a Faith a su práctica; pero mamá no podía porque tenía que ir a trabajar y papá y mis hermanos no estaban en la casa. 

Me sentía tan cansado que lo único que quería hacer era estar acostado en mi cama y dormir hasta que se me canse el cuerpo. 

—¿Por qué no... 

—Mamá —la interrumpí, gruñendo antre dientes. 

La observe lo suficiente para fulminarla con los ojos. Ella instantaneamente elevó sus manos a la altura de su pecho, mostrandome las palmas y retrocedió unos pasos, agrandando un poco más la distancia. 

Ella más que nadie debería de tener claro que cuando no quiero hablar sobre un tema, no deberían de persuadirme para hacerlo. Me pongo más idiota y más irritable de lo que ya soy. 

—Lo siento —murmuré, refregando mis ojos con el dorso de mi mano. 

Las ganas de llorar habían llegado tan de repente, que me sentía avergonzado. Refregué mis ojos con el dorso de mi mano, esperando que las pocas lágrimas que se habían acumulado se esfumaran. 

Los pasos de Faith por la escalera llamaron mi atención y en un segundo se encontraba a mi lado. 

Le sonreí, pero de verdad. No era una sonrisa falsa que usaba la mayoría del día. Solamente con mi hermana me nacían las ganas verdaderas de sonreír y reír hasta que el estómago me duela y tener dificultades para respirar. 

—¿Estás lista? —le pregunté, aclarando mi garganta. 

Faith asintió y rápidamente besó a mamá en la mejilla. Repetí su acción, pero la abracé unos segundos. 

—Lo siento por ser un idiota contigo. No te lo mereces —murmuré. 

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Observaba divertido como padres, madres, hermanos; familias enteras animaban a sus hijos o hermanos a que corrieran más fuerte.

Hasta habían algunos de pie que gritaban y gritaban. Tenía unas ganas tremendas de ir y decirle que se trataba de un simple juego, que su vida no estaba en peligro o algo por el estilo.

Algunas personas gritaban como si los estuvieran matando. 

Es por eso que mis queridos audífonos estaban en mis orejas, la voz de Kellin Quinn rompiendome los tímpanos. Pero el volumen máximo era el único nivel que tapaba los gritos de los padres. 

Aunque no lo puedo no decir, cuando Faith hacía algo, como lanzar un gol o dar un pase bien, me ponía de pie y gritaba su nombre, además de aplaudir. Más de alguna vez me miraba y sonreía. 

Estaban en el entretiempo, los niños y niñas estaban tomando agua y descansando para volver a jugar cuando alguien me quita el audífono derecho. 

—Sabes, Hazel perdió a Augustus y no se convirtió en un imbécil como tu.

Contando hasta diez lentamente, volví a colocar el audífono derecho en mi oído y traté de tranquilizarme. 

—Si vas a ser un imbécil conmigo, tengo todo el derecho de serlo contigo. Trata a las personas como quieres ser tratado —comentó luego de volver a quitarme el audífono. 

Reí sarcásticamente. —Sydney, no tienes ni la menor idea de que lo que está pasando en mi vida y ni porque decidí ser un idiota contigo. No tienes ni la menor idea y nunca lo sabrás, ¿sabes por qué? Porque eres una entrometida. Lo único que quieres hacer es entrar en la vida de las demás así podrás saber los problemas de ellos pero chiquitita, te tengo noticias —le sonreí, mi voz sonando un poco aguda al final. —Las personas no quieren que se metan en sus problemas. Son de uno, no de más personas. No veo que mis problemas hayan tenido un ticket extra para ti así que si me disculpas, quiero ver en paz como mi hermana juega. 

Volviendo a colocar el audífono, bajé algunas gradas y me senté en un lugar apartado, en donde no hubieran padres bulliciosos. 

Justo cuando pensaba que Sydney había captado el mensaje de que no quería hablar ni verla más, se sienta a mi lado y me quita el audífono izquierdo. 

—¿¡Cuál es tu problema!? —grité justo cuando el arbitro hacía sonar el pito, indicando que el segundo tiempo había comenzado. 

Me quité el otro audífono. Tenía un presentimiento de que desde ahora, no iba a poder escuchar música en paz. 

—Mi problema es que quiero ser tu amiga y lo estás haciendo muy difícil. Creo que de verdad hay algo mal contigo. No deberías de ser tan duro con los demás. Vas a terminar solo. 

Volví a reír sarcásticamente. —Ese es mi plan. 

—¿Por qué? —frunció el ceño.

—No te importa. 

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chan.

quiero llorar porque una de mis bff *emoji que tiene la mano doblada y es super cuico* ya descubrió lo principal de esta historia y me cagó ARE T ODIONIUSAGDHJS no mentira :'( t amo con todo mi <3

the fault in our starsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora