xiii

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—Lo siento —me disculpé, arreglando el beanie que amanazaba con salirse de mi cabeza. 

—No acepto tus disculpas.

Agarré una de sus muñecas, impidiendo que se alejara. 

—Sidney... ¿podemos hablar? —murmuré, un poco avergonzado. 

—Si me vas a insultar como lo has hecho todos estos putos meses, no gracias. Prefiero seguir odiandote sin añadir mas causas —contestó, soltandose del agarre.

Pero volví a agarrarla, acercandome unos pasos. —Sidney, por favor. 

—¿Por qué debería de escucharte después de todo lo que me has hecho? Me humillaste frente a toda la clase, Luke. Eso nunca te lo voy a perdonar —volvió a soltarse del agarre. Esta vez, comenzó a caminar más rápido. 

De verdad quería alejarse de mi. 

Pero a diferencia de las otras veces, no voy a dejar que se vaya sin antes escucharme. Quizás estoy a punto de disculparme porque sé que me voy a morir en cualquier momento. Si me muero el día de mañana, voy a quedar con un cargo de conciencia y voy a estar merodeando por la Tierra como un espíritu. 

—Sidney —la llamé, caminando detrás de ella. —Sé que lo que hice estuvo mal. Sé que mi comportamiento hacia ti no fue el mejor que digamos y sé que tal vez ni siquiera merezco que me escuches pero por favor, solo... —no pude terminar la oración. Me había puesto sensible de un segundo a otro. 

Mi voz se había quebrado. Ni siquiera lo había visto venir. 

Pero por lo menos funcionó. Sidney se detuvo.

—Tienes cinco minutos —dijo, cruzandose de brazos. Seguía dandome la espalda. 

Sintiendome ansioso, relami mis labios. ¿Qué le digo? ¿Qué se supone que le tengo que decir? 

En mis planes nunca estuvo la idea de disculparme con ella. Ni siquiera pensé que me la iba a encontrar en la clínica. 

Pero lo hice. Aquí estamos, ella y yo. 

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté, frunciendo levemente el ceño.

Tenía que ganar unos segundos para poder ordenar mis pensamientos y las palabras que iba a decir. 

Se rio amargamente mientras giraba sobre sus talones. —Luke —pronunció mi nombre en el mismo tono que hace una madre para hacerte saber que no está para bromas. 

—Sí, lo siento —relamí mis labios nerviosamente y agarré el piercing en mi labio con mis dientes. —Yo... Uhm... Mierda —balbuceé. 

No sabía que decirle. No tenía ni la menor idea. 

Tal vez fue una mala idea pedirle que me escuchara. Tal vez mi destino era llevarme las palabras a la tumba. 

Pero mi conciencia me exigía que me disculpaba. Me lo pedía a gritos porque Sidney se lo merecía. Ella había sido paciente, había intentado varias veces en ser mi amiga mientras yo la trataba como si fuera... inferior a mi.

Esa es la palabra.

Me creía mejor que ella solamente porque me estaba muriendo de cáncer. 

Cuando la gente se entera de que tienes cáncer, de inmediato sienten compación por ti porque saben que en algún momento te vas a morir. Ellos no tienen idea de que si vas a sobrevivir o no. 

Los doctores tampoco lo saben.

Las mismas personas que tienen cáncer tampoco lo saben.

No solamente sienten compación por ti, si no que también sienten que te tienen que ayudar en lo que sea solamente por el hecho de que te estás muriendo. 

El cáncer es como jugar al bingo. Hay veces en que llegas a completar el cartón mientras que otras veces, simplemente consigues tener un número.

Si llenas el cartón, es porque le has ganado al cáncer. Si no, es porque te vas a morir. 

—Lo sabía —se rio amargamente. —Esto es un desperdicio. Lo único que haces es que pierda mi tiempo.

Se estaba alejando cuando finalmente supe que decirle. 

—Sé que mi comportamiento no tiene disculpa o razones para que justifiquen —comencé, elevando un poco mi voz para que me pudiera escuchar. Se detuvo a unos metros. —Sé que... —aclaré mi garganta. —Sé que debo de ser la persona que más odies en el planeta y honestamente, no te culpo. Pero... Mierda si ni si quiera sé que decir. Puede que diga lo que diga no me vayas a disculpar. Puede que aún me sigas odiando. Nunca he sido bueno con las disculpas y menos lo voy a ser cuando ni siquiera sé por qué me he comportado así contigo. Sí, es cierto, te pareces a Becca pero eso no justifica para nada que haya sido un idiota contigo. No sé que habré dicho en la clase, tengo una laguna mental pero realmente lo siento. He tenido... unos meses agitados. No han sido los mejores meses de mi vida y puede que eso tampoco lo justifique. Ni siquiera sé porque quieres ser mi amiga cuando soy el peor amigo del mundo. He dejado a Parker solo. Me he descargado con él varias veces y cuando es su turno, no estoy. Le he ocultado tantas cosas que... No sé si me perdonara. Sidney, realmente lo siento... —murmuré la última frase. 

No sé si la habrá escuchado, pero de cualquier forma, ella continuó su camino. 

Me dejó solo en uno de los pasillos de la clínica. 

Me dejó solo, con ganas de llorar. 

Quizás Sidney hubiera sido una buena amiga. Quizás hubiera sido la amiga que siempre necesite. 

Pero eso nunca lo voy a saber. 

Tuve la oportunidad y la desperdicié. 

the fault in our starsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora