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—Becca... Rebecca... Rebequita... —murmuré, secando la zona que había mojado con un pañuelo. 

Me senté en el pasto, sintiendo como un escalofrío recorría mi espina dorsal. 

No ponía no pensar que, al estar sentado en el pasto, estaba al mismo tiempo sentado sobre los metros de tierra que ocultan el ataúd en donde Becca está sepultada. No puedo no pensar que, al estar sentado en el pasto, al mismo tiempo estoy sentado sobre ella. Siento como si la estuviera asfixiando con mi cuerpo pero, eso es algo ilógico, ¿no? Está muerta. Hace seis años que dejó de respirar. Es estúpido pensar de esta manera. 

Coloqué el ramo de flores que había comprado a la entrada del cementario al lado de la lápida, frente a mi. 

And you'll always be perfect. You'll always be beautiful our hearts, will never forget you. You didn't belong here and it's become so clear why heaven called your name. And it just doesn't seem right, was it really your time? Are we dreaming? We'll never let go of you —canté en voz baja, mi voz quebrandose más de alguna vez mientras el agua de las lágrimas hacia borrosa mi vista.

Continué cantando partes aleatorias de la canción en mi cabeza.

I miss you and it still feel like I know you. I've got picture of us side by side to show you. But it feel like I owe you so much more.  

Leí lo que decía la lápida a pesar de que sabía de memoria lo que decía. 

Rebecca Marie Waldorf —pronuncié su nombre con un nudo en la garganta.

No pude evitar sonreír al recordar cuanto odiaba su segundo nombre.

"Lo odio porque todas las niñas lo tienen." Me dijo un día cuando la molesté por eso. "Mis padres pudieron haber pensado un poco más o haber buscado entre libros un nombre que quedara bien con Rebecca."

Sus palabras eran algo groseras hacia sus padres. Se podría decir que los trataba como estúpidos al no pensar en otro nombre pero así son los niños de doce años, ¿no? A veces pueden ser angelitos caidos del cielo y otras veces pueden ser unos demonios.

Al leer la fecha, mis ojos se aguaron rápidamente. —28 de Marzo de 1996. 24 de Octubre del 2008 —murmuré, limpiando mis ojos con el dorso de mi mano de manera brusca. 

Wish you were here but it's becoming clear. The Earth's just not the place for an angel like you. 

No me gustaba llorar. Me hacía sentir débil, indefenso y como la mayoría de los hombres, tenemos el pensamiento de que llorar te hace ver más débil de lo que puedes ser en el interior. Usualmente los hombres se hacen los rudos y por eso se llega a pensar de que nunca lloran.

Cuando alguien ve un hombre llorar se cree que no es capaz de afrontar las situaciones y de que lo único que es bueno es para llorar.

A pesar de que mis padres y mis hermanos me han dicho que no hay nada malo en llorar, que es algo que todo el mundo hace, no puedo dejar de pensar así. Hasta me han dicho que quizás mi cantante favorito ha llorado alguna vez en su vida para hacerme sentir bien. 

Es cierto, uno llora cuando le suceden cosas tristes o cuando la presión ya es mucha o cuando simplemente te sientes desanimado y lo único que puedes hacer es llorar. 

Pero yo no quería llorar. Le había prometido a Becca que no iba a llorar por ella. 

Pero heme aquí, llorando en su tumba. 

Al estar sentado aquí, miles de recuerdos me bombardean. Y junto a las emociones, hacen que mi cabeza sea un caos. 

Recuerdo como solíamos hacer travesuras juntos. Recuerdo el primer día de escuela; nos habíamos conocido en el kindergarden y me sorprendió al verla en la misma escuela. A Parker lo habían puesto en una escuela diferente pero cuando sus padres se dieron cuenta de que no era feliz allá, decidieron cambiarlo a la escuela en donde estabamos Becca y yo. Recuerdo como solíamos sacar de quicio a las profesoras con nuestras travesuras. Casi nunca nos quedabamos callado en clases. Nuestro desorden alentaba a los otros niños para que hicieran lo mismo. 

the fault in our starsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora