♥︎ · · · · ━━━━❝ 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮 𝗼𝗿𝗶𝗴𝗶𝗻𝗮𝗹.
Dicen que la maldad podría consumir hasta lo más puro del ser. Bueno ¿Qué pasaría si la persona que más daño causa es quién en realidad desearía salvar tu corrompida alma? El pecado, fue la inoc...
Es aquí donde nos encontramos con el tema central del existencialismo: vivir es sufrir, sobrevivir es encontrar sentido en el sufrimiento.
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Despertó aún más emocionado que antes, no era un día cualquiera. Los pájaros parecían cantar aún más alegres en su ventana, los rayos del sol no eran molestos, sino que parecían que lo invitaban a salir junto a su encuentro, fuera de todo, de su enorme cuarto tan vacío a pesar de estar lleno. Estaba más que eufórico y se le notaba, entre esos ojos mieles que tanto brillaban, casi podría decirse que su sonrisa era más grande que la propia galaxia que tenía aún para ese entonces en sus manos.
Baja corriendo del segundo piso, no percata como sus cabellos van campantes en una danza silenciosa con el viento, sin notar que todo en él dejaba escapar el dulzor de su añoranza en años, solo deseaba llegar al portal para esperar ansioso por sus padres, hoy era su cumpleaños y la noche anterior habían prometido que vendrían, trece años no se cumplían todos los días. Era temprano aún, miraba su reloj cada instante, apenas y eran las ocho con veinte, muy temprano se repetía, y de nuevo su mirada se mantenía entre aquellos grandes barrotes, que lo dejaban fuera de la gran manzana de gente de la sociedad de la cual él pertenecía a las calles y automóviles, mirando al guardia tomar su café y él lo saluda con lo que el hombre con una sonrisa le devuelve la misma. Las flores del enorme jardín parecían saludarlo, todo le parecía hermoso, hasta ese momento, todo era lindo, pero el tiempo se iba, eran diez, veinte, treinta minutos, aunque la esperanza no decaía. Luego de que fuesen ya las diez, y sus uñas estuvieran sin su esmalte rosa, su nana que lo había cuidado desde que nació se acercó lentamente, con sigilo. Tocó un poco su hombro para así atraer su atención, unos movimientos y entendió que se refería, debido a que era sordomuda, pero él había aprendido el lenguaje de señas por ella y sus palabras llegaron a él, de que sus padres estaban en la línea, hasta ese instante había desesperadamente guardado la compostura de creer que solo se habían retrasado, porque vamos, era su cumpleaños, no podrían haber puesto sus trabajos por encima de él.
Tomó el aparato agradeciéndole, para verla quedarse ahí. Levantó el móvil aún sin hablar y hasta ahí sus lágrimas habían sido retenidas con éxito.
—¿Mamá?— pregunta al escuchar detrás algunos murmullos y se repetía que el aeropuerto de seguro estaba repleto.
— Hola pequeño, lo siento, no pudimos ir con papá, pero te compramos el teléfono que salió en la semana, tu padre siempre intenta consentirte, también mandaremos ampliar el salón para que practiques ya que Jane nos contó que deseabas entrar a la academia ¿no? Bueno amor, debo irme, tengo una reunión importante. Posiblemente volvamos la semana entrante, mira la casa es tuya, puedes hacer alguna fiesta con Jungkook y ese tal Jimin, tienes boletos para viajar a Seúl ve con ellos, sé que en esta temporada hay bastantes exposiciones y cosas que te gustan. En fin. Te amo, nos vemos hijo. Adiós.
Al momento en que la llamada fue acabada solo permaneció estático, de sus ojos ahora caían lágrimas pero nada más se veía, su rostro no tenía ningún tipo de emoción, en su pecho parecían haber pequeñas tiras de alambre que corroían aquella alegría que antes lo había llenado, su respiración se sentía mucho más pesada y parecía que el tiempo no pasaba, no había nada. De nuevo lo habían hecho, de nuevo pensaban que llenándolo de regalos hacían que su vacío se hiciera más pequeño, el "tuvimos una reunión importante" resonaba en su cabeza haciéndolo pensar "¿y yo no soy importante?"
Pronto todo en él fue amargo, la mujer, quien se mantuvo a su lado extendió su mano dándole una caja perfectamente envuelta con una pequeña carta de felicitaciones que era de sus padres, sonriéndole como tratando de manera inútil que ese escozor se desvaneciera.
Ella le habló sin palabras a lo que entendió, decía que aún quedaba mucho del día, que ese era el regalo de sus padres, y que estaban haciendo todo para su fiesta, que habían hablado con sus compañeros y todos confirmaron su asistencia.
Él asiente, diciéndole un débil gracias. Y ella se inclina a abrazarlo, viendo como se rompía lentamente, y siente pena de saber cómo a pesar de tener todo lo material estaba quedándose sin color, lo lindo del niño que ella había criado poco a poco se iba. Entendía que le dolía el corazón y que pronto pasaría factura aquel tipo de trato y que ella poco o nada podía hacer por él. Porque nada importaba los viajes y los regalos costosos, no importaba que lo dejasen libre y con todo eso, porqué al final nada de eso le dio tanta ilusión como el de la mañana, al creer que ellos por una vez pasarían consigo su cumpleaños. Porque desde que aceptó ser su nana a sus ya cincuenta años solo los vio estar con él en su cumpleaños seis.
Suspira al separarse y besa su frente, sus ya viejas manos recorren sus mejillas limpiando sus lágrimas. En ese momento sentía que era lo que podía hacer. Porque a pesar de no oírlo nunca, de no saber cómo era su voz, sabía que cuando lloraba le decía madre, por leerle los labios y tampoco podría decir que no se sentía como una, porque a pesar de que no lo hubiese parido, ella lo cuidó, cuándo enfermó, lo vistió y lo llenó de todo lo que ella no pudo con sus hijos, por eso toma una pequeña cajita, que tenía en su bolsillo y se lo da.
El chico lo toma viéndolo sin poder retener las lágrimas, la mira para luego abrir la cajita, dejando ver una cadena hermosa, con su nombre en él, demasiado simple, discreta como a él le gustaba, y no duda en besar su mejilla agradeciéndole, una y otra vez con las señas.
Ese regalo tan simple valía muchísimo más que ese celular, que esos viajes porque sabía que ella se lo dio por ser él por saber que le gustaría y lo llevaría consigo toda la vida de ser necesario.
Porque esa cadena fue lo último que guardó en él esa inocencia que hasta esos años al ver esos ojos desvanecerse, mantuvo vivo.