7. El Precio de los Cuernos

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– ¡Esto es ridículo! – Se exaltó un Tom en traje formal, sentado junto a sus padres en pleno juicio – ¡Ya pasaron seis horas! ¿Cuántas almas más hay que juzgar?

– Shhh... Concéntrate, Thomas, nos prometiste que te esforzarías – Le recordó el rey Lucitor a medio susurrar.

Cada alma de los fallecidos era guiada por Jackal ante el tribunal, luego sentaba a cada una sobre uno de los platillos que sostenía los brazos de Balance (quien en ese momento había adquirido la forma de una enorme balanza). Estas almas eran contrapesadas con la pluma de un ángel, la cual simbolizaba la bondad y la honestidad, situada en el otro platillo; mientras, un jurado compuesto por 36 parientes de los Lucitor (incluyendo a Relicor y Exasperella) formulaban preguntas de su conducta pasada, pero, ya que las almas no podían hablar a falta de un cuerpo terrenal, solo podían responder preguntas cuya respuesta fuese "si" o "no", mientras que otro demonio del Alto Consejo de Ancianos (ACDA) llamado Aster indagaba en sus conciencias con telepatía para detectar la verdad o la mentira en sus respuestas, pero también se percataba de que las preguntas del jurado tuvieran lugar y, de no ser así, disponerse a abogar por el alma en juicio.

Al final, dependiendo de las respuestas, el alma aumentaba o disminuía de peso. Dave, actuando como escriba, anotaba los resultados para después entregárselos a su esposa Wrathmelior, quien desempeñaba el rol de jueza en cada juicio llevado a cabo en el Inframundo. Tom estaba presente para adentrarse más en cómo funcionan y se realizaban los deberes reales del día a día, aunque, después de seis horas viendo como juzgaban a varios de sus guerreros perdidos, ya estaba aburrido y desesperado por salir del Purgatorio.

Volviendo con Star, en el castillo del Infralado...

Una anikiller femenina de la misma estatura de la rubia se apareció entre las sombras para entregarle sus abrigos doblados y limpios.

– Aquí tiene su ropa, señorita Butterfly.

– Ya dije varias veces que ya no soy... Bah..., olvídenlo.

Star se limita a tomar sus prendas de invierno.

– Ella es Mint – Mencionó Leviatice – Te acompañará a una habitación para que te cambies.

– No será necesario – Mencionó Star confiada – Puedo hacerlo fácilmente con mi magia.

Star se precipitó a usar su magia para cambiar su ropa, pero sin éxito.

– ¿Qué decías?... – Le preguntó César con ironía.

– ¡Oye! Dijiste que después de comer el helado, recobraría mi energía.

– Para sobrevivir en el Infralado, no para usar tus dones mágicos ¡Presta más atención!

– Venga conmigo, señorita But..., digo, sólo señorita. – La encaminó la anikiller, tomándola de la mano.

– Tu mano se siente como de trapo – Comentó Star mientras ambas se iban del comedor real.

– Que fastidio – Se quejó César – Esa chica no fue más que una pérdida de tiempo, ni siquiera es una Butterfly legítima.

– Lo siento mucho, mi Lord – Se disculpó el rostro del hielo – Era de esperarse que ella no tuviera un alma pura, las Butterfly siempre han sido reinas con mala reputación, incluso la mayoría de ellas no tuvieron éxito en los juicios de la soberana Wrathmelior.

César Leviatice pensó un momento y luego sonrió con malicia y, con un chasquido, hizo aparecer la diadema de cuernitos de Star, la cual estaba rota por la mitad.

– ¡Oh, no! – Exclamó el demonio sarcásticamente – La chiquilla olvidó su diadema, que mal...

– ¿Y qué con eso, majestad? – Cuestionó confundido el rostro del hielo – Ya está rota de todos modos.

Demons vs The Forces of Curses T1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora