✔✔ La Princesa del Príncipe|| Tercera Generación||

El primer día de clases

Me desperté temprano, las clases comenzaban a las ocho de la mañana, aun tenia sueño, pero no podría llegar tarde a clases, me levante de la cama, iba a ir al baño a alistarme, pensé que tendría que salir de mi cuarto, pero no. Ser princesa de las serpientes tenía sus ventajas, al lado, cerca de la puerta de salida, se encontraba otra puerta, decidí abrirla, y me encontré con un gran baño, todo en blanco.

Tenía, una hermosa y gran tina, y un gran espejo. Sonreí, me desvestí y me dispuse a tomar una ducha, mientras tanto muchas preguntas rondaban en mi mente ¿Cómo le digo a mi padre que soy su hija? ¿Me creerá? ¿Se lo merece?, trató muy mal a mi madre, ¿Qué clase me tocara ahora? ¿Quién es la otra "princesa? ¿Cómo reaccionará?, en fin, soy tan orgullosa que, aunque realmente no me importe, pelearé por el título que se me dio, nadie más lo tendrá y respecto a mi padre le diré otro día. Me dispuse a salir de la ducha, con un simple movimiento de varita quede totalmente seca, con otro, me puse los lentes de contacto, salí con mi toalla rodeándome el cuerpo, llegue a mi cama y ya estaba hecha "los elfos" pensé con lastima. Nota mental: hacer mi cama antes de bañarme, así ellos no trabajaran.

Mi uniforme se encontraba intacto en mi cama, totalmente liso, lo tomé y por un momento pensé en que a lo mejor mi padre tenía razón, no debería ser yo la princesa de Slytherin, pero al mismo tiempo deseche la idea, claro hasta el día de hoy, los príncipes han sido solo sangre pura, pero el sombrero, dijo que tenía la sangre más pura de todas, en fin, el titulo era mío. Tomé mi uniforme y me vestí a lo muggle, cuando estuve lista, me fui a ver al baño, me veo bien, mi falda cuatro dedos sobre la rodilla, mi blusa, demarcaba mi cuerpo delgado y curvilíneo, y el suéter también quedaba perfectamente acomodado en mi cuerpo, lo único que faltaba era la corbata, no me sabia el hechizo para hacerle el nudo, ¡mierda! tendré que salir sin ella. Puse mi capa por sobre los hombros, era perfecta, negra por fuera y con el escudo de Slytherin, y por dentro era de color verde, tenía un bolsillo por dentro, para guardar la varita, pero yo la llevaba dentro de la manga del suéter, siempre conmigo, decidí salir, ya había muchos fuera, me miraban con ¿respeto? ¿Rencor? ¿Miedo?, decidí, salir lo más fuerte posible, mirada fría, frente en alto y total arrogancia, como según mis tíos caminaba mi padre, hasta que alguien me llamo.

-Granger- dijo una voz femenina, por el tono no se escuchaba amable, giré sobre mis talones, y dirigí mi mirada hacia quien me hablaba, se encontraba una niña, yo creo que, de mi misma edad, era alta y de piel morena, pelo negro y ojos verdes, delgada, linda, elegante y de buena postura "debe ser Parkinson"- Soy Alejandra Zabbini Parkinson - dijo- la princesa de Slytherin- bien he aquí el dilema.

- Ex princesa - le dije en tono frio - ahora la verdadera princesa esta frente a ti- la mire despectivamente- y soy yo.

- Sabes perfectamente que el titulo no te corresponde.

- Eso no lo puedes asegurar, a mejor merezco más el título que tú- dije arrastrando las palabras, y claro que era verdad, soy hija de dos de los príncipes del colegio, y de las casas más importante, sonreí arrogantemente, la muchacha se estaba poniendo roja.

- ¡Sabes que no! - grito, ¿tanto le importaba el título? Pues a mí también, decidí dejarla que terminara- Soy la hija de la legítima princesa, y mi padrino era el príncipe- bien, ahijada de mi padre- El legado es mío.

-Era tuyo- dije secamente, me estaba hartando, era sorda o retrasada mental, me dispuse a irme, pero su mano atrapo mi brazo, tal cual, lo hizo ayer James, pero ella lo hizo con brusquedad- Suéltame- susurre amenazante, no sé si por miedo o qué, pero me soltó de inmediato- no vuelvas a ponerme un dedo encima - clave mi mirada en la de ella con tanta rabia los lentes deben haberse disueltos, me miro atónita.

-Tus ojos, tus ojos son igual a los de....

- no te metas conmigo niña, que puedo ser la peor de las serpientes, el título es mío, y mío quedará.