Efecto Orión Black

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Ya había pasado una semana, me habían invitado muchos muchachos, pero a todos los había rechazado, mi mamá, me complació mandándole una carta a la tía Amy, para que dejara venir a Orión, y lo mejor es que si le gusta el colegio se quedará aquí. Ahora sí que me siento completamente feliz, hace ya 4 o 5 meses que no lo veo, y lo extraño; recuerdo que siempre la gente nos preguntaba si éramos novios, es que de verdad lo parecíamos. Él en realidad era muy apuesto, alto, fuerte, con un hermoso físico, pelo negro y ojos negros, llegaba a parecer que no tenía pupilas, como una mancha, muy atractivo, mujeriego, arrogante, risueño, muy sobreprotector (y no exagero), con una hermosa sonrisa. Seguramente, sino lo quisiera como un hermano y nos tratáramos con mucho afecto, tal vez podríamos haber sido novios. Estaba pensando todo esto en plena clase de mi padre, no le prestaba mucha atención, era una clase teórica sobre los boggart, la próxima clase los veríamos bien, la clase terminó, todos salieron, pero me quedé, quería contarle a mi padre sobre lo que planeaba.

-Cissy- dijo feliz- ¿porque te quedaste? - le sonreí.

-Quería hablar contigo, pero no como profesor ¿estará por ahí mi padre? - le dije en tono de broma.

-Siempre está para ti- sonrió, abrió sus brazos y lo abracé- tenemos que hablar sobre los hechizos- deshice el abrazo.

- ¿No te quedaras tranquilo hasta que te lo diga? - negó con la cabeza- está bien, pero prométeme que no le dirás nada a nadie, y mucho menos a mamá.

-Lo prometo pequeña- sonrió.

-Bien resumiéndolo todo, practiqué los hechizos de Imperio y Cruciatus con unos animales, y el Aveda Kedavra fue mi primer brote mágico- su cara se descompuso- y luego de ese día nunca más lo hice, con nada que midiera más de diez centímetros- asintió- los otros hechizos fueron más fáciles, arañas, moscas, orugas, y no sé qué otro animal- recuperó su semblante.

- Tu madre había mencionado que tu primer brote mágico fue con un chico que te intentó besar y lo hiciste volar contra una pared- sonrió.

-Sí, pero solo le dije porque no me da orgullo que mi magia haya reaccionado con un Aveda, además, mi madre no se debe enterar que practico los imperdonables, y menos que lo hice con su varita.

-Está bien, no diré nada- le creí- pero ten mucho cuidado con lo que practicas- sonrió- me alegra que tengas la habilidad de conjurar hechizos tan potentes.

- A mí no- le dije- porque es peligroso y me da vergüenza decir que soy una asesina.

- No digas eso- dijo fríamente.

- Papá que una niña de siete u ocho años practique y sepa realizar perfectamente un imperdonable, no es muy bueno, puedo matar a sangre fría, mi temperamento es muy fuerte, si me descontrolo, puedo matar a cualquiera, casi me sucede y no lo quiero volver a sentir- dije con una voz muy melancólica.

- Tranquila pequeña, sé que no es normal que esto suceda, y que a tu temprana edad hayas realizado hechizos peligrosos, y eso de asesina no es cierto, ¿has matado a alguien? - pregunto, negué con mi cabeza- ¿entonces a quien iba dirigido tu primer Aveda?

- A un horrendo perro- le dije- lo mate en un abrir y cerrar de ojos- me abrazó - y la última vez que casi mato a alguien y con una varita, fue a los 12, el novio de la mamá de Orión, golpeaba a mi amigo y de tal enfado, de mi cuerpo salían destellos rojos, queriendo salir mi magia, tomé su propia varita y le apunté al cuello, era tan solo un movimiento y el infeliz moría, pero Orión me dijo que no lo hiciera, que me mancharía las manos con escoria- sollocé, me dolía recordar parte de mi infancia- luego de eso mi mamá llego a tiempo, me vio con la varita, me dijo que la bajara, y yo le respondí que no lo haría hasta que se llevaran al hombre, así lo hicieron y de mi cuerpo aun salían destellos, mi madre no me podía controlar- ya derramaba lagrimas- y él, se acercó, le dije que no lo hiciera, pero el cabeza dura se me acerco, me abrazó, y me dijo que me quería, que me tranquilizara y que nada iba a suceder, que el hombre se iría y que no volvería, me mantuvo abrazada hasta que de mi cuerpo no salió ningún rayo , y me besó- me sonroje- le di mi primer beso al bobo de Orión- mi padre se tensó, sonreí- y desde ahí hemos sido los mejores amigos, solamente nos separábamos por necesidad, él si estudiaba en Salem, y yo no curse en ninguna escuela, él siempre me mima, me dice que soy preciosa, y ha hecho que mi ego sea tan grande como el de él, es el mejor- finalicé.

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