CINCO

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Villareal era una ciudad pequeña, pero no por eso pasaba desapercibida

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Villareal era una ciudad pequeña, pero no por eso pasaba desapercibida. De hecho, era la capital del país.

En el centro de la ciudad la vida ajetreada contrastaba con las autopistas llenas de autos caros y altos edificios acristalados. Ahí convergía el mundo empresarial, los locales de moda y los mejores centros nocturnos. El paisaje era cautivador para quien adorara la vida sofisticada de la ciudad.

Luego, los alrededores guardaban los complejos residenciales de las personas importantes, adineradas o simplemente las casas de verano para los extranjeros. Algo que los hoteles de cuatro estrellas no ofrecía.

Finalmente, había una red de vegetación a las afueras que bordeaba las montañas y la ciudad, que también a sus pies alojaba a la clase media-baja. Algo como bloques de casas muy pequeñas y juntas.

Los sembradíos eran importantes aquí para los pequeños emprendedores y las exportaciones.

Villareal era cautivadora, pero para quien podía costearse la vida.

En ese momento detallé entre el espacio de los edificios a la lejanía. Esas montañas verdosas y hectáreas de aguacate, quizá. También las tiendas llenas de personas de clase media-alta y lo afortunado que era de gozar de esa vida.

—Voy a quedarme en Trend Avenue—Leo hablaba con Martín.

Succioné mi labio superior entre los dientes mientras fruncía el ceño, era una mala costumbre que brotaba cuando pensaba mucho, estaba ansioso o simplemente cuando no prestaba atención.

—¿Vas a comprar más ropa?—Justo antes de mi cumpleaños habíamos comprado casi que todas las tiendas de esa avenida en ropa.

El armario de Leo era el doble que el mío. Tenía ropa que nunca había usado ¡Por Dios!

—Eso creo—Sonrió como un niño mientras tecleaba en su teléfono—. Mi papi me ha mandado a probar unos trajes y luego quiere que vayamos a almorzar.

El padre de Leo manejaba un buffet de abogados muy reconocido, pocas veces estaba en la ciudad. Leo vivía prácticamente sólo.

—Te acompañaría, pero padre llegó de viaje y seguro mamá tiene planes para nosotros.

—No te preocupes, necesito tiempo de calidad con mi daddy—Los ojos de leo adquirieron un brillo especial y su voz era genuinamente dulce—. Ya no me visita tan seguido.

Le dediqué una sonrisa sutil y apreté su mano. Él me devolvió el gesto con un guiño antes de que el auto se detuviera.

—Avenida Trend, joven Leo—le informó Martín, mirándonos por el retrovisor.

—Te veo luego, bebé—Leo me dio un beso en la mejilla antes de bajarse y verlo cruzar hasta el centro comercial.

El auto arrancó nuevamente con destino a la mansión Kenzari por lo que me quedé viendo a través de la ventana el paisaje de nuevo.

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