SEIS

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"MARICON" decía mi casillero con rotulador rojo

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"MARICON" decía mi casillero con rotulador rojo. Las letras remarcadas resaltaban sobre la pintura celeste con la que pintaban los casilleros. Mi cara se contrajo de vergüenza y molestia, junto con la familiar pesades en mis orejas que, según mi experiencia, solo decía que estaba rojo como un tomate.

Los demás estudiantes que cruzaban por el pasillo miraban hacia mi y soltaban risas cómplices entre ellos, algunos ni siquiera miraban en mi dirección. Hubo un par que soltaron algunas palabrotas despectivas, pero ni siquiera me preocupé en verlos, solo saqué una toalla de mi casillero al fondo, la roseé con mi perfume y así borré la tinta permanente del marcador.

La verdad era que la noticia había salido el domingo en la mañana en la prensa local. "LEGADO KENZARI EN RIESGO" Luego basura sobre mi sexualidad y cómo eso podría afectar el futuro. Cuando desayunamos padre no dijo nada, solo se mantuvo con el seño fruncido, mientras que madre hablaba de su franquicia de vinos.

Había recibido miradas desde que llegué a la universidad, pero no tantas. La verdad, era un estudiante más dentro de Wevers. Aún siendo hijo de un político y una empresaria, no era que destacara aquí.

Wevers se caracteriza por formar a las grandes ligas. Me refiero a que aquí hay personas muy importantes, desde hijos de actores y presidentes hasta hijos de grandes mafias. Pero, desde luego, el dinero lo compra todo así que el prestigio, el poder y la reputación no se ven afectados por quienes estudiamos aquí. Después de todo, Villareal es la cuna de la exclusividad.

Vale, quizá solo habian dos hijos presidenciales. Bueno, uno por el programa de intercambio y el otro porque su padre era nuestro presidente. Pero el programa de intercambio conseguía toda clase de estudiantes ridículamente ricos e importantes. Entonces, desde luego, yo no soy más que un don nadie aquí. Solo por esto, no hay tantas miradas en mi dirección.

Bueno, yo particularmente era un simple estudiante, pero mi apellido era el de la fama aquí. Todos los hombres de mi familia han pasado por Wevers. La familia de mi padre estuvo involucrada en la fundación de la universidad y de ahí su nombre, Wevers es algo así como mi tatarabuelo.

Tan pronto estuve a pocos metros del aula, fui jalado hacía un costado y las luces se apagaron por unos instantes. Una mano se aferraba con fuerza a mi pecho, arrugando el uniforme. Aquella mirada hosca yo la conocía y vino acompañada por un la sensación de pánico en mi interior.

Greg.

Estaba a pocos centímetros de mi. Sus ojos verde se tragaron aquellas motas amarillas y se redujeron en pequeñas rendijas.

—No sé qué mierda pretendes, maricon—soltó entre dientes—, pero no esperes que te devuelva el favor por lo que hiciste.

GREGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora