Cap. 11 *Ángel sin Alas*

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*Anteriormente*
Después de eso, recuerdo un gran estruendo y una luz cegadora proveniente de un agujero recién hecho en la pared.

Una figura de un hombre y de una mujer fue lo único que pude distinguir.
*Ahora*
Ella hizo un gesto en cruz con sus brazos provocando que otros nuevos brotaran del cuerpo de mi agresor, apartándolo y ahogándolo hasta el punto de dejarlo inconsciente.

Al hombre se le veía agotado, parecía tener la respiración bastante agitada y aún mantenía en alto la pierna con la que había abierto el agujero.

En cuanto la puso en el suelo, se acercó corriendo a mi posición y, según se aproximaba, fui descubriendo quien era.

–Sanji...– susurré con una sonrisa.

–¡Estúpido! ¿Tú sabes lo que me has hecho pasar?– dijo gritándome.

–Lo siento cejas rizadas– conseguí articular. El cansancio aún no me permitía hacer gran cosa.

–Imbécil, te he echado muchísimo de menos... Pensé que te perdía...– dijo llorando mientras se acercaba a mis labios.

–Yo también. Sanji yo... Cuando creía que no te volvería a ver, solo aumentaron más mis pensamientos sobre ti y mis ganas de verte. En lo mucho que te haría sufrir, en lo mucho que deseaba que fueras tú ese maldito desgraciado... Yo...

–Yo también te amo Zoro.

Y nos besamos.

–Que tiernos... *cof cof* váyanse a un hotel– dijo Mihawk despertando de su inconsciencia pero aún muy herido y débil.

Nada más oírlo, el rubio se levantó de su posición y fue en dirección a mi agresor. Lo cogió del cuello, lo cual me recordó un poco al capitán Fullbody en el Baratie, apretó con todas sus fuerzas dejándolo casi sin respiración y dijo lo siguiente.

–Tú cállate pedazo de mierda. Te voy a hablar claro. Ahora yo te voy a dejar inconsciente de una patada y te vamos a soltar en el buque de la Marina que acaba de llegar. Tú, cuando despiertes allí, vas a decir que unos cazadores de piratas te han capturado, es decir, no vas a mencionar nada de esto. Si yo me enterara por algún casual que tú dices cualquier cosa sobre este suceso, mis nakamas o Zoro, no tendrás mar para huir. Y te puedo asegurar que soy rápido. ¡Ah! Y que sepas que te perdono la vida por respeto a tu vida y al infierno al que tendrías que ir si murieras y porque me parece mucho mejor castigo vivir lo que te quede de tu miserable vida entre rejas en Impel Dawn, que no duraras mucho, ya verás, ahí vas a saber lo que es estar rodeado de depravados violadores, me compadezco de tu culo. Así que espero que estas palabras se te graben a fuego en el cerebro, porque si no, como he dicho, me encargaré de recordártelas a patadas. ¿Entendido?– dijo apretando su agarre.

–Entendido rubito– contestó Mihawk mirando de manera deseosa a Sanji también.

–Por cierto, aunque no te lo mereces, voy a concederte un gran honor– dijo el ojiazul levantando al pelinegro e intentando que se mantuviera en pie.

–¿A sí? Que considerado por tu parte...– consiguió murmurar Mihawk.

–Ya verás que honor– se remangó las mangas de la chaqueta y la camisa.
–Vas a ser la primera persona que reciba un puñetazo mío, y preguntale a mis compañeros si no me crees. Un cocinero no ensucia sus manos en las peleas, además, no es mi estilo, pero tú eres un cerdo que merece ser golpeado y triturado las veces que sea y de la manera más horrible y dolorosa.

Ahora si que la mirada de Mihawk expresaba terror.

–Maldito seas...– fue lo último que comentó Sanji antes de pegarlo un gran y doloroso puñetazo en toda la cara.

¿Estaré enamorado? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora