El Rey

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"¡Lleva con cuidado esos barriles, aún tienen ron!" Gritó Undyne sin mirar atrás mientras bajaba de la plataforma "Estos idiotas podrán ser de la reina, pero te juro que no reparé en arrojarlos por la borda en medio del mar si tiran todo lo que les sobra" le comentó a Frisk que caminaba sujeta del brazo de Sans.

"Heh, eso no suena mal a menos que te dijera que la última vez tiraron todo lo que teníamos en las despensas" dijo Sans "adivina quién fue el primero en perder la cabeza"

Frisk se rió, probablemente al hacerse una idea de Papyrus tomándose del cráneo, corriendo despavorido de un lado a otro. Que fácil resultaba el hacerla reír, eso le agradaba.

"No porque los suministros sean de los reyes, vamos a desperdiciarlos" dijo Undyne "en fin, es algo que siempre terminamos discutiendo"

"¿Que harán ahora?" Preguntó Sans.

"¿No te lo dijo tu hermano?" Sans solo la miro y se alzó de hombros "ugh. Solo cosas de chicas. Lo que me recuerda..." Undyne tomo el otro brazo de la chica y con un gesto le dió a entender a Sans que debía irse "¿No crees que es la hora de que vayas a algún lado, en lo que yo me ocupo de esto?"

"Como gustes" Respondió el esqueleto por lo bajo.

Sans solto el brazo de la chica de mala gana y ella lo miro preocupado. Dios que mirada, casi lo hacía sentir culpable el dejarla con esa maniaca del control.

"Bien, y dile a Cuddles que venga por nosotras en una hora" dijo antes de comenzar a caminar con la chica.

Sans se dió vuelta y pensó en lo que le había dicho su hermano y Undyne.

Cuddles.

Sans se rascó la nuca.

Tenía que volver a su habitación a buscar las galletas para perro que tenía escondidas en un baúl. Ese chico trabaja bien, pero siempre pide una recompensa. Perros, nunca hacen favores gratis.

Al llegar, lo primero que vio fue la cama deshecha.

Habían pasado días en los que no había podido dormir bien, ni en casa, ni en el barco. Tal vez había sido el hecho de que esta vez se había dormido estresado.

Pero siempre se dormía estresado.

De pronto el aroma lo hiso detenerse, uno muy agradable que le recordaba el mar amplio y a la brisa fresca de las mañanas.  Se acercó a las sábanas y se encontró relajado nuevamente. Las sábanas tenían esa única particularidad en el lado en que Frisk había estado durmiendo.

Ojalá este tipo de cosas sucedieran con más frecuencia.

Sans negó con la cabeza.

¿Que se me esta metiendo a la cabeza?

Revisando el baúl, saco un par de galletas para perro y se las metió a los bolsillos y se guardo unas monedas que tenía bajo el colchón. Entre más rápido hiciera todo esto, mejor.

Al salir, miro de un lugar a otro. Silvo un par de veces antes de comenzar a estresarse. Pero fue mucho peor cuando al poner atención, podía escuchar al chucho ladrar.

"¿Dónde está ese perro? ¡Cuddles!"

De pronto el piso comenzó a tambalear y a provocar que los pies se le separasen del contacto con el piso.

"¡Señor!" Gritó entusiasmado un enorme perro blanco de cabeza pequeña saltando al encuentro de Sans. Una de sus patas lo saludo firmemente colocándola en la frente y luego la bajo para ver al esqueleto a las luces de sus cuencas.

"¿Estabas ocupado?" Preguntó Sans.

"Oh, eh... Había algo extraño en el agua"

"¿Que era?"

Mi pequeña sirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora