El silencio de ella

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¡Madre mía esto es tan extraño!

Pensaba Frisk en su mente modulando con torpeza. Quería escuchar su propia voz emocionada por haber dejado de ser una sirena, para ser ¿Que cosa exactamente? Daba igual, solo era lo que era y si le acomodaba o no, tendría que acostumbrarse de todas maneras. Por otro lado, aún no conseguía simpatizar con el movimiento de sus labios sin el resonante de su garganta. Que bien que no sería permanente.

Pero de momento era muy estresante.

Lo más curioso de todo, lo que la traía más ocupada, era la impresión que tenía sobre estos brazos de manos planas, tenían unos dedos muy cortos. No creía que pudiera usarlos. Pero se separaban, nunca tuvo dos mecanismos para andar que una sola aleta. También servían para nadar, pero muy lentamente ¿Cómo Papyrus la había alcanzado con dos cosas como está?

"¿P-Puedes estarte quieta?" Sans le habló "Debo ponerte esto"

¿Quieta? ¿Pasaba algo?

Frisk ladeó la cabeza tratando de verse lo más confusa posible.

"Debes ponerte ropa limpia y... Seca si es que no quieres enfermarte"

Oooh, así que estás ropas protegen la salud... Pero con usar esta está bien.

Frisk de pellizco parte de la tela de su costado y sonrió.

"Si, esto también es ropa. Oye... Mira antes de hacerte cualquier pregunta" El le ofreció la prenda "¿Puedes intentar ponerte esto? Me entiendes, ¿Si?"

Frisk estiró la mano de mala gana y tomó la nueva ropa. Entonces pensó que las ropas mojadas perdían esa protección, pero estas eran incluso más delgadas ¿Cómo iban a ser mejores? Pero la chica prefirió no intentar explicarle sus ideas por problemáticas razones.

Sans se había dado la vuelta, exsactamente igual que cuando había conocido al dió de hermanos, Papyrus era mucho más claro con que no quería verla sin ropa al parecer y este de aquí pues, era mucho más sutil. Pero si los peces pasan todo el día sin ropas ¿Cuál era el problema?

En fin, tomó la ropa menos extraña, era como la que le habían dado ayer, pero blanca y más ligera, tenía una serie de piedras en vertical en vez de una sola piedra larga y rasposa como la que llevaba puesta. No veía el caso a estos accesorios de bípedos. Le llegaba hasta el codo de sus nuevas piernas, incluso un poco más largo que la anterior.

La siguiente fue otra ropa, de esta si que no tenía idea, no tenía agujeros y era muy larga, se rindió con ella. Y luego estaba esta otra que tenía tres agujeros, tenía forma de piernas así que, no había mucho que especular. Salvo hasta donde tenía que ponerlas. ¿Poco más arriba del vientre estaba bien?

Luego estaban estas cosas marrones, ¿Iban en las manos, verdad?

Orgullosa, se levantó y Sans alcanzo a segundo para atajarla antes de que caer al piso por no saber caminar aún.

"Pero qué..." Dijo antes de mirarla de reojo. De pronto se había comenzado a carcajear "Dios, niña, heheh, nada de eso está bien..." Tomando algo de aire tomo las ropas de sus manos y se las quitó "a ver, deja que te ayudo. Al menos te pusiste las pantis de calabaza correctamente, bueno casi" dijo apuntando el borde del pantis de calabaza.

Otra palabra más al diccionario de bípedos. Vaya, tengo mucho que aprender.

Sans lo tomó y lo dejó a la altura de las caderas, más o menos dónde antes nacía su cola.

"Estás de aquí son botones" apuntó a las piedras de la ropa "debes introducirlas por estos agujeros, se llaman ojales por cierto, para que se enganchen, ¿Sabes cómo hacerlo?"

Mi pequeña sirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora