|14| El Lobo

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Deja que mis dedos corran por los caminos de tu cuerpo

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Deja que mis dedos corran por los caminos de tu cuerpo...

Lo deseo...

Lo deseo con cada célula de mi ser, como si poseyera un imán gigante que solo me quiere atar a él hasta fundirnos en uno solo.

"Esta vez no quiero que te contengas" siete simples palabras salidas de mi boca que habían terminado de avivar el lobo que estaba escondido dentro, el feroz e incontrolable que no estaba dispuesto a detenerse.

Ian me toma de la cintura y me besa de nuevo, ese beso previo que dice "prepárate para la mejor follada de tu vida", y aunque no me sentía del todo preparada solo Dios sabía cuanto estaba aguantando las ganas de tenerlo sobre mi, poder gemir su hermoso nombre.

Sus manos recorren mi cuerpo hacia el cierre de mi falda que en segundos termina en el piso, dejándome solo en ropa interior, aumentando mi desesperación. Aprieta mi trasero antes de subir nuevamente hasta el broche de mi sujetador y se deshace de él, ahora lo único que cubría mis pechos eran simples mechones de cabello.

—No tienes una idea de cuánto he deseado follarte...— Me ahogo internamente al sentir su voz ronca y sexy en mi oído a causa de la excitación. Estaba segura de que mis bragas ya estaban en el piso.

—Esto no es justo, tú sigues con ropa— bufo observándolo y su camiseta desaparece con tal rapidez como si nunca la hubiese tenido puesta. Sus ojos me miran con diversión mientras sonríe y desliza la lengua por su labio inferior, deleitándose con la vista.

—Que esperas para quitármela— Sus ojos verdes me escanean por última vez, negros a la poca luz de la habitación, habían perdido su color verde-miel auténtico. Me quemaba la forma en la que me miraba, sentía como lentamente ardía por dentro, sus ojos me daban la advertencia clara de que estaba por entrar a un terreno de fuego, y yo solo deseaba quemarme.

Me acerco despacio y lo beso de una buena vez, ya no pensaba aguantar más, quería acción.

En un abrir y cerrar de ojos mi espalda choca en el colchón de la cama, Ian se acomoda entre mis piernas sin dejar de besarme, dejándome sentir toda su erección y yo busco el cinturón de sus jeans. En estos momentos la ropa es la que más estorba.

—¿Apresurada, Pequeña?— su voz ronca me hace suspirar excitada, podía tener un orgasmo con solo escuchar su maldita voz.

—Upss...— sonrío acariciando su cabello mientras contemplo su rostro embobada, Ian Brown era la definición de perfección en persona.

Su mano recorre vacilante mi cuerpo hasta llegar al  inicio de mis bragas y las quita con lentitud, sus labios succionan mi cuello al mismo tiempo en que sus dedos hacen contacto con mi humedad. Gimo en respuesta, arqueándome para él, —Deja que mis dedos corran por los caminos de tu cuerpo... — su pulgar presiona aquél botón sensible mientras recorre toda mi intimidad sin dejar de observarme, torturándome a su antojo —Eres tan hermosa...— sonríe y exploto de amor, la ternura y el deseo notables en su rostro.

¡Hey, Chica invisible! [ #1 ] (REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora