𝑃𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑉𝐼

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Era el primero en llegar al hospital, salió temprano de la mansión luego de comentarle a Mónica y Miguel acerca de su destino y su propósito.

Lo único que se había tornado indispensable en aquel momento era esa foto que cargaba en su bolsillo desde el día en que la encontró, escalofríos recorrían su cuerpo cada vez que recordaba las palabras escritas en el respaldo de esta.

>> ¿Es posible no amarlo? Matteo Balsano no es solo mi amigo, y si fuera más que un amigo, tampoco se quedaría ahí, ha traspasado las fronteras de mi alma hasta incrustarse en ella sin forma de retroceder, él es parte de mí, no hay Luna Valente sin un Matteo Balsano, no hay una Chica delivery sin un Chico fresa. Mi vida se ha marcado notoriamente en un antes y un después de él. Siempre he escuchado que cuando encuentras a la persona indicada tu vida no es la misma, pero jamás pensé que yo sería una de esas personas que pueden contar una historia así. <<

El amor que sentía por ella era inefable, tal y como lo había escrito ella, "no hay Luna Valente sin un Matteo Balsano, no hay una Chica delivery sin un Chico fresa.", ya no existía posibilidad de que él viviera sin ella a su lado, su luz en la oscuridad, su luna en las noches. Todo lo que ella había hecho por él lo hacía sentir demasiado afortunado, y no sabía si algún día lograría pagarle todo.

Llegó a la recepción del hospital y la mujer que allí se encontraba le dejó pasar, después de todo, él iba todos los días a la misma habitación a ver a su chica, una historia muy romántica de no ser por el trasfondo de esta.

Buongiorno amore, ¿cómo estás? —se acomodó en la silla junto a la camilla, solo que jamás esperó una respuesta por su parte.

—Buenos días chico fresa. —su corazón se aceleró como nunca antes, había recibido una respuesta por parte de Luna.

Fijó sus ojos en el rostro de la chica para examinarla, no estuvo tranquilo hasta no revisar cada centímetro de su cuerpo, como si no hubiera repetido esa acción desde el primer día en que entró a esa habitación.

—¿Ya te revisaron los doctores? ¿Mónica y Miguel saben que estás despierta? —no lograba ordenar sus ideas, por lo que una que otra palabra fueron un tanto confusas.

—Tranquilo Matteo, ya vinieron los doctores a verme—su garganta le escocía por hablar, pero necesitaba hacerle saber que estaba bien, o al menos, que se sentía bien—. Les pedí que me dejaran hablar con mis padres, quería verte.

Balsano se arrodilló frente a la camilla, apoyó su frente en el vientre de la chica y empezó a llorar.

—Creí que te iba a perder, casi no respirabas, no despertabas—sollozaba, mientras que Luna solo le dejó desahogarse, acariciaba su cabeza tiernamente para intentar relajarle un poco—. No debiste entrar a la casa, pero no hiciste mal amore, lo hiciste por un bien mayor, solo que no salió como esperabas—ella tomó su rostro entre sus manos obligándolo a mirarle a los ojos, Matteo simplemente sorbía los mocos a causa de su llanto —. Sentí que se caía mi mundo, estabas allí, en esa cama, inconsciente, casi sin poder respirar, no dudé ni un segundo en darte el poco aire que aún quedaba en mis pulmones, pero no fue suficiente, llevabas mucho tiempo en la casa, no llegué a tiempo.

Limpió las lágrimas que caían por el rostro del chico y le hizo acercarse más a ella para poder abrazarlo.

—Matteo—susurró en tono cariñoso —, ¿sabes? —lo acurrucó entre sus brazos, él simplemente se aferró al pequeño cuerpo de su novia como si de eso dependiera su estabilidad mental en aquel momento– Cuando estaba allí, en la cama del abuelo, soñé muchas cosas, la mayoría fueron cosas que ya había soñado antes, el incendio, un encuentro con mi madre en la habitación de Sharon, pero hubo algo nuevo, un sueño diferente.

Se detuvo un momento para toser incontrolablemente, solo un poco de agua le hizo recobrar un poco las fuerzas para poder hablar, su voz se tornó más ronca que antes, pero necesitaba contarle la historia al chico para poder sentirse en paz.

—Estaba en un bosque, era hermoso, se sentía todo tan mágico, estaba sentada en una plataforma de mármol, rodeada de cosas que aparentaban ser parte de un picnic, me levanté para darme cuenta de que estaba completamente sola, por el miedo que sentía me caí al lago que estaba junto a mí, me estaba ahogando, estaba careciendo de aire en mis pulmones—el hecho de tener que recordar ese sueño le formaba un nudo en la garganta, porque lo sintió todo demasiado real, y así lo fue, aunque no como si su entorno fuera un cuento de hadas, sino que el ahogo provenía del humo que había inhalado en el incendio, ese que la estaba quemando por dentro—. Creí que iba a morir, en serio que lo pensé, pero alguien me jaló con fuerza, me sacó del agua y me dio el aire que me faltaba, eras tú Matteo Balsano, mi Chico fresa salvándome una vez más, y según sé, así fue en realidad. Eres mi salvador, eso no lo dudes nunca jamás. Gracias a ti las cosas no terminaron en algo más grave, gracias a ti estoy despierta ahora para poder contarte esto.

Ambos lograron llenarse de lágrimas los ojos, pero todo había pasado, lo más probable es que Luna tuviera salida pronto luego de unas cuantas terapias por lo maltratados que quedaron sus pulmones luego del incidente.

Se quedaron en esa posición un rato más, ningún médico ingresó a la habitación para molestarlos, sino que hasta la llegada de los Valente fue que él tuvo que irse.

Balsano sabía que ese era su lugar, ese que tanto buscan todos en el mundo, ese en el que unos brazos son el mejor refugio contra el dolor, contra las pruebas que te pone la vida, estaba enamorado, y no creía poder encontrar un amor tan fuerte como el que sentía por Luna.

Gracias a ti; LutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora