Entre Pescados Y Sirenas.

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6. Entre Pescados Y Sirenas.

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Odiaba las camisas. No le gustaba nada la poca movilidad que ofrecían, muy formal para su gusto. Pero no podía quejarse demasiado, era eso o andar desnudo.

Después de haber discutido por su ropa desaparecida, el pelirrojo le ofreció quedarse esa noche con el y marcharse por la mañana. No pudo negarse al ver el sol caer y los creeper comenzar a pasear dando las buenas noches. Para su desgracia, el incidente con la orca le consumió todo lo que quedaba de su tarde, vaya día libre de mierda...

No quería que lo primero que vieran sus ojos al despertar fuera lava, así que le había exigido a Lolito un cuarto decente. Resultando en que la unica habitación para dormir era el ático junto al pelirrojo. Y solo había una cama.

La burla iluminó su cara al pensar en Lolito, quien ahora dormía incómodo en el sofá junto a la cocina. Se acurruco entre las sabanas, mirando por la ventana a la luna brillar sobre el mar, deleitando sus ojos con el brillo de mil estrellas antes de abandonar su conciencia persiguiendo al sueño.

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Su paciencia se agotaba tan rápido como los electrónicos a fin de año. Era la tercera vez que intentaba acceder a casa de Mangel, pero el muy cabrón había cambiado la contraseña. Entendía que este no quería verlo, pero aún no le quedaba claro el porque. Asi que esperanzado subió al tejado, maldijo su suerte al ver que también había bloqueado las escaleras. La impotencia acumulada nublo su juicio como densa niebla; tomo su pico. Si no podía entrar por las buenas, sería por las malas.

Tan rápido como accedió tuvo que salir, pues estaba a nada de reventar todo el maldito lugar. Mangel nisiquiera estaba ahí. Penso en que tal vez debería dejarlo por las buenas. Suspiro frustrado. Necesitaba relajarse. Subió a su caballo otra vez, tenía ganas de ver a Vegetta y desestresarse un poco.

Durante el camino no pudo quitarse aquel extraño sentimiento de angustia. Estaba preocupado, y ya no sabía que hacer.

No podía ayudar a alguien que no quería ser ayudado.

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Despertó con el ruido de los pájaros siendo espantados por la explosión de algun creeper. Su espalda hecha mierda por dormir en el sillón.

Las ventanas mostraban un día hermoso, perfecto para comenzar a construir su patio trasero. Había logrado lo que quería para su nueva casa, hacer que se sintiera como un hogar. Aunque aún lo notaba un poco solitario.

Una idea se le vino en mente al ver que su invitado seguía en el quinto sueño, no había nada mejor en el mundo que despertar con una comida. Decidido buscó en la cocina algo para preparar, más sus ilusiones fueron rotas al ver su nevera vacía. Lo siguiente que hizo fue tomar su caña, si la comida no llegaba a el, tendría que ir a por ella. Además, de algo le tenía que servir una bendita casa junto al mar.

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El insistente ruido de su teléfono comenzaba a irritarle. No recuerda en que momento se le pasó por la cabeza poner aquel tono tan molesto. Con pereza revisó los mensajes, algunos de Brett que luego vería, más los últimos le hicieron abrir mejor los ojos al saber de quien se trataba. Cuando porfin espavilo noto su ropa, ahora limpia y seca, doblada en una esquina de la cama. Se cambió con tranquilidad preguntándose porque a Mangel le urgía tanto una consulta.

Al bajar no encontró a Lolito en el sofá, con duda comenzo a buscarlo para ver que podria estar haciendo tan temprano. Mas no hizo falta mucho esfuerzo, le vio desde la ventana, estaba pescando en el muelle. Su lado bromista quería salir de paseo, por lo que decidio hacercarse de forma lenta, con la intención de pegarle un buen susto.

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