Sentimientos que provocas.

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11. Sentimientos que provocas.

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El viento rozaba sus brazos con manos cálidas, erizando su piel fría en un agradable estremecimiento. Sentia los ojos calientes, con mil y un emociones ardiendo en lo profundo de su mente, queriendo desbordarse. Pero no lo haría, el ya había llorado suficiente aquella vez. Tomó una respiración profunda y lenta, para luego exhalar con fuerza, dejando a su mente perderse donde los rayos de sol que se colaban por entre los árboles.

La presencia a su lado era reconfortante de alguna manera. Aquellos ojos verdes que contemplaban con melancolía el horizonte se le antojaban familiares. Mientras la extraña aura apacible que emanaba el otro le hacia sentirse cómodo y seguro.

- Gracias por haberme ayudado - Hablo el contrario con la voz cargada en gratitud y calma.

- Ni lo menciones - Contestó desinteresado sintiendo como el rubio se inclinaba sobre su hombro de forma suave, cosa que le hizo tensarse una fracción de segundo antes de aceptar el acercamiento y acomodarse. No era que no le gustase el contacto físico, pero tener al otro tan tranquilo a su lado no era algo demasiado común.

- Lamento lo de tu espada - Le escucho murmurar, a la vez que ambos miraban el arma rota sobre el césped a unos metros al frente.

- Conseguiré otra, no te rayes por eso - Comentó con una fina sonrisa en los labios, aligerando el ambiente.

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Un relativo silencio se alojó entre ellos, el cual por extrañas razones era cómodo y agradable. Al alzar la mirada su atención se engancho en las finas facciones de su compañero, era de las pocas veces en que podía frenar y analizar con detenimiento cada fraccion del rostro ajeno. Algo en el gesto de Auron le hacia sentir a gusto, como si este de alguna manera pudiera entender a la liebre que corría por el laberinto que era su mente. Sentía que sus pensamientos encajaban en un lugar al lado del castaño, y ello le embargaba el alma en una fuerte y silenciosa euforia.

Oh, no podía existir nada mejor que la sensación de ser comprendido en el mundo. Lo supo en el instante en que miro al atardecer, conciente del calor arruyador que desprendía el cuerpo a su lado, sintiéndose tan enteramente aceptado; ese instante en el que no eres conciente de nada más que de tu propia  existencia, invadido de una plenitud que no quieres que termine nunca. Un instante que rogaba a los dioses fuese infinito.

También comprendió que las mejores sensaciones de la vida le deben su exótica belleza a lo efímero que les envuelve. Puesto que este dulce momento término gracias a un grito lejano, sumándose como un fotograma a una película, recuerdos en forma de nubes hechas con humo sublimado de melancolía.

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Decidió meditar en el que le faltaba conseguir para así al fin poder prepararse un sándwich, con intenciones de no comerse la cabeza en pensamientos enmarañados que no le dejarían salida. Pero un grito que llamaba a su nombre le hizo espabilar, volteando y levantándose en un instante para encontrarse con el dueño de tan conocida voz.

- ¿Lolito? - Pregunto mirando al pelirrojo con sorpresa, este estaba parado junto a su manzano, saludandole con una sonrisa, a la vez que le pedía apagar las defensas. - Acercate Lolo, las torretas ya están desactivadas - Comentó con una sutil sonrisa, sintiendo una pequeña emoción latente en el pecho al ser visitado por su compañero de travesuras, y tal vez de algo mas...

Lo siguiente no se lo esperaba, y en sus ojos se asomo el miedo al contemplar como el pelirrojo era atacado por una torreta en el huerto, que al parecer se había desvinculado. Su primer instinto fue ir a socorrerlo. Avanzó mientras con ansias buscaba entre su mochila el mando a distancia, más sus nervios le llevaron a tropezar y tirarlo. Hizo un esfuerzo por levantarse, pero sus piernas se negaron a volver a cooperar, obligándole a caer sobre su rodilla. Un gran alivo fue para el cuando Rubius apareció por detrás. Este tomó el mando y teniendo el escudo al frente se acercó con sumo cuidado, para así vincular la torreta y poder desactivarla. Cuando el rubio logró el cometido pudo agradecerle con una mirada.

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