Deseos.

677 85 82
                                    

14. Deseos.

💙❖❖❖

Humedecio una vez más el trapo, para seguir con su tarea de limpiar la sangre del perro, un tanto tenso por cada quejido amenazante que este soltaba. Aun no comprendía del todo como lograron librarse de los mobs y llegar a casa de Mangel, pero sea como fuese daba gracias a los dioses por seguir respirando. Con un suspiro prosiguió a vendar las heridas, ganándose una mordida en la mano por parte del canino.

- ¡Pequeño hijo de puta! - Siseo en tono bajo, sintiendo calor en los puntos donde ahora brotaba sangre.

- ¿Estas bien Rubius? - Pregunto Mangel saliendo del baño, caminando con un poco de dificultad por la herida en su pierna.

- Tendré que cambiarte esas vendas, fueron demasiado improvisadas - Comentó mirando las vendas que cubrían el brazo y pierna del contrario, estas parecían colocadas por un niño de cinco años... con retraso.

- Ya, pero antes, levantate la sudadera -

- ¿Disculpa? - Pregunto confundido, sintiendo haber escuchado ruido y no palabras de la boca del contrario.

- Quitate la ropa Rubius -

- ¿Para que? -

- No me obligues a quitartela yo mismo, solo hazlo -

Tuvó la necesidad de pasar saliva, no había escuchado mal. Se sentía tan abrumado por los rápidos sucesos que no podía ni procesar sus sentimientos. El agotamiento le pasaba factura, obligándole a obedecer, no quería pelear, por lo cual actuó sumiso ante la mirada de su compañero, de igual manera, demasiado severa como para negarse. Aunque tampoco era como si le disgustase la idea. Con manos temblorosas se despojo del blanco poleron, y con el corazón temblando mantuvo su ansiosa mirada fija en la presencia cada vez más cercana del otro.

Cerro los ojos al ver la mano contraria aproximarse a el, casi soltaba un gemido cuando fue volteado por los hombros de manera brusca, obligándole a sostenerse en el posa brazos del sofá para no caer. Un fuerte escalofrío le recorrió la columna al sentir los dedos fríos del otro deslizándose sobre su espalda.

- Cabrón - Susurro Mangel tras el, haciéndole temblar - ¿Creíste que no me daría cuenta? - Cuestionó este con un tono ¿molesto?.

- Mangel - Lo siguiente fue sentir algo frío y húmedo en contacto con su piel sensible. Extrañado volteo de reojo, solo para darse cuenta que el otro le estaba untando un ungüento para las quemaduras - ¡Sabia que escuche una explosión de creeper cuando fuiste por mi lobo, no puedo creer que te arriesgues de esa manera idiota! -

Tras esas palabras dos sentimientos le golpearon como bofetadas, el primero fue la vergüenza, quien le dejó la piel roja. El segundo fue más bien un batidillo de frustración, ansiedad y nerviosismo. Recordó que Mangel era una criatura demasiado pura, y durante el tiempo que este tardo en curarle no pudo volver a mirarle a los ojos, no sin sentirse como un degenerado.

❤❖❖❖

Como la persona madura que aveces era (muy rara vez) nunca creyó en las cursilerías del amor. Pero no pudo evitar rememorar esos pensamientos por su cabeza al saberse a solas con Lolito en la habitación. Nunca lo admitiría en voz alta, pero creía sentir las famosas mariposas en el estómago. Sin importar cuanto atribuyera esto a los nervios, algo muy dentro de el se burlaba diciendo lo contrario.

TrustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora