VI • INCÓMODOS REENCUENTROS

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Era inevitable, en algún punto nos íbamos a terminar cruzando y fue realmente incómodo que eso pasara mientras hacíamos la compra de los víveres con mi madre

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Era inevitable, en algún punto nos íbamos a terminar cruzando y fue realmente incómodo que eso pasara mientras hacíamos la compra de los víveres con mi madre. Mientras íbamos a seguir por el pasillo de los enlatados, nos chocamos con el donador de esperma, su esposa y su hija. Las mujeres frente a nosotras palidecieron, mi madre quedó estática viendo al hombre frente a nosotras y yo no sabía dónde meterme para escapar.

—Has crecido mucho pequeña —pronunció con voz ronca y profunda el hombre frente a nosotras, sus manos se apretaron en la barandilla del carro de la compra y sus ojos estaban fijos en los míos.

—Pasaron veinte años es lógico que haya crecido —respondo de manera fría, no quería seguir en ese lugar y mucho menos hablar con ellos, no me interesa tener nada que ver con ellos. Hace más de una semana que estamos en el pueblo y viene a hablarme porque me crucé en el supermercado. Eso no dice interés solo habla de que no le importo y quiere demostrar lo contrario delante de las personas, si piensa que olvidaré todo lo que pasó está muy equivocado—. Vamos a los congelados mamá —mirando a mi madre hago que ella comience a moverse, pero una mano toma mi antebrazo y me detiene antes de que pueda marcharme.

—Nunca nos han presentado como se debe, pero no es tarde para hacerlo ahora, mi nombre es Mónica y soy tu hermana mayor —su sonrisa parecía ser auténtica, pero como ya lo había dicho antes no planeo generar ningún vínculo con ellos. Pero un leve codazo de mi madre hace que estreche la mano de mí "hermana" apenas aprieta mi agarre y continúa sonriendo esperando a que me presente.

—Un gusto conocerte Mónica, mi nombre es Andrómeda Lovelace —soltando su mano le sonrió y me alejo junto a mi madre escuchando como la esposa de mi padre le recrimina a su hija el que me haya hablado. Mónica parece enojarse de las palabras de su madre y la deja hablando sola, al doblar la esquina ya no pude ver que estaban haciendo y pude ver como mi madre respiraba con normalidad.

—Por lo más sagrado, no pensé que esto fuera a ser tan difícil y está claro que Carolina aún nos odia —comenta mi madre acercándose a mí para que nadie escuche lo que estaba diciendo, todos en el supermercado al igual que en todo el pueblo nos estaban viendo con mala cara.

—Mamá piensa que los veremos un par de veces más si tenemos mala suerte y cuando vendamos la casa ya no los veremos en la vida. Es solo mientras estemos aquí solo espero que no sea tan complicado como ahora —le respondo tomando unas latas de las estanterías, pero mi madre no parece tener el mismo pensamiento que yo.

—Andrómeda deberías hablar con tu padre, conocerlo a él y a tu hermana. Mi pasado no puede afectarte a ti también, nunca te prive de conocer a tu padre y ahora que estamos aquí, no me enfadara que hable con él —exclama mi madre mirándome con seriedad, en realidad no quiero tener nada que ver con ellos, tuvieron más de veinte años para intentar saber de mí y jamás movieron un dedo. Si en verdad les interesa saber de mí saben dónde estoy quedándome y está en ellos decidir si querer conocerme o continuar con sus monótonas vidas donde mi existencia solo fue un desliz en sus vidas.

PERVERSA CRIATURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora