V • EL ACANTILADO

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El sábado llegó con la ansiada cita que iba a tener con Federico, le dije a mi madre que saldría con un chico y ella no me preguntó con quién o si ella lo conocía

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El sábado llegó con la ansiada cita que iba a tener con Federico, le dije a mi madre que saldría con un chico y ella no me preguntó con quién o si ella lo conocía. Supongo que se lo está oliendo y no quiere decirme nada, desde el beso en la ferretería no hemos dejado de compartir miradas con Fede. Además de que pasamos tiempo juntos al pintar el viejo granero y arreglar detalles en el invernadero, que solo le faltaba reparar cosas en la fuente y estaría listo para que comience a cultivar plantas. Pero dejaré de hablar de plantas y me centraré en la cita con el vaquero, no sabía a dónde iríamos por lo que tuve que elegir ponerme algo bonito, pero práctico para estar donde sea que vayamos. Opte por un top negro que enseñaba un poco de mi abdomen y una falda negra que va de la cintura hasta unos diez centímetros por encima de mi tobillo. En el costado derecho se abre por lo que abotonando tres botones deje esa abertura mostrando algo de piernas. Me puse unos zapatos negros con cordones y me maquille no demasiado para que se vea algo natural, deje mi cabello planchado pero suelto. Guardé mi celular y algo de dinero en una pequeña cartera negra y estaba lista para salir.

Saliendo de mi cuarto bajé las escaleras justo a tiempo que la bocina del auto se escuchó fuera, tomando las llaves de la entrada me fui saludando a mi madre que estaba en la sala tomando una taza de té. Al salir fuera me encontré con el chico apoyado contra el auto, estaba vestido con un vaquero azul oscuro, una camisa negra, una chaqueta de jean azul clara y su inconfundible sombrero de vaquero. Cuando me vio sonrió, caminé hacia él decidida con la frente en alto y devolviendo la sonrisa. Saludándolo con un beso en la mejilla él me abrió la puerta de la camioneta diciéndome que me veía hermosa y cerrando la puerta en cuanto me acomode lo vi correr por enfrente de la camioneta hasta subirse al lado del piloto.

En cuanto la camioneta se puso en marcha pude escuchar la música baja, mientras mi mirada se perdía en el paisaje, debo decir que Santo paraíso es un lugar muy bonito y se denota que su aire es puro y fresco. Si las personas fueran igual de amables vivir en este sitio no sería una mala idea, entiendo por qué mis abuelos nunca quisieron marcharse de este pueblo. En cuanto la camioneta llegó al pueblo me puse un tanto tensa, no tenía idea de cuál sería el plan para la cita y en verdad no me entusiasmaba ver peores caras o tener que soportar malos tratos aun cuando yo no les devuelvo el mismo comportamiento. Pero Federico no paró en el pueblo y continuó su camino hasta que dejamos de ver el centro de aquel pueblo y de nuevo extensiones de campo eran lo único que podía verse. El bosque de Santo paraíso estaba pasando delante de nosotros y en verdad era un punto enorme. La camioneta frenó en la entrada de este lugar, el vaquero se apresuró a bajar para abrirme la puerta de la camioneta y me ayudó a bajar. Tomando de la parte trasera de la camioneta una canasta de campo me invitó a que lo tomara del codo y juntos comenzamos una caminata por aquel pintoresco paraje. Había muchísimos árboles, eran realmente enormes y en algunas zonas las separaciones entre la vegetación hace que sea difícil el transitar por determinados sitios. Pero en medio de la caminata con Federico comenzamos a hablar sobre nuestros gustos, pasiones y demás cosas para irnos conociendo mejor.

PERVERSA CRIATURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora