XVIII • EL JARDÍN

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⚠️ ADVERTENCIA ⚠️

El siguiente capítulo contiene escenas que pueden llegar a herir la sencibilidad de algunas lectoras, por lo que se recomienda discrecion. El acosos sexual es un delito y debe tomarse con la seriedad que amerita.

Existen momentos en donde sabes que algo malo va a pasar, lo sientes en tus entrañas y esa sensación extraña te acompaña durante todo el día hasta que llega ese momento donde algo pasa y te dices a ti misma lo presentía

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Existen momentos en donde sabes que algo malo va a pasar, lo sientes en tus entrañas y esa sensación extraña te acompaña durante todo el día hasta que llega ese momento donde algo pasa y te dices a ti misma lo presentía. Desperté con ese sentimiento, un mal sabor de boca que olvidé cuando me giré y vi a Federico durmiendo cómodamente a mi lado. Solo recordar lo que pasó anoche hizo que ese presentimiento disminuyera en mi interior.

Me moví en la cama tratando de no despertar a Fede, salgo del calor de mis sábanas para cubrir la denudes de mi cuerpo con una bata de seda color rose gold y mis cómodas pantuflas negras. Mirándome frente al espejo, acomodé mi cabello, me giré mirando al vaquero aún dormido y salgo de mi habitación de puntas para no despertarlo. Camino por el pasillo arrastrando los pies hasta meterse dentro del baño, observo al espejo unas ojeras apenas marcadas, mi cabello es una maraña sin forma y por una abertura de la bata noto en uno de mis pechos un moretón algo rojizo. Quitándome la bata, exploro mi cuerpo con ayuda del espejo y admiro mis nalgas con las marcas de uñas, mis muslos también tienen moretones. Mi entrepierna tiene un malestar normal luego de la noche que pasamos y mi cuerpo aún tiene el aroma a sudor, mi olor natural y la fragancia de Fede impregnado en mi piel.

Metiéndome en la ducha me bañé dejando que el agua se llevara esa mala sensación que estaba teniendo, mi estómago se encontraba contraído por los nervios de ese extraño presentimiento. La última vez que me sentí de esta manera me robaron en la calle Abbey Road, sí, me robaron en la famosa calle del álbum de The Beatles. Recuerdo que era muy temprano en la mañana, estaba camino a mi trabajo de medio tiempo antes de la universidad y me abordaron tres muchachos, dos se pararon detrás de mí y uno encapuchado me estaba enseñando una navaja discretamente pidiendo que le entregue las libras que llevaba en la billetera. Les entregué veinte libras que era lo que cargaba para el bus y la comida de ese día, se fueron sin lastimarme, pero por miedo a que me estuvieran siguiendo fui a mi trabajo. No me olvidaré nunca de ese malestar que me estuvo pasando durante la mañana, fue casi como si advirtiera que algo malo pasaría y horas después me robaron.

Trate de ignorar lo que sentía siguiendo con mi rutina matutina, envuelta en una toalla, regrese a mi habitación encontrando a Fede sentado en mi cama con cara de recién despierto. De mi tocador tomé las cremas que utilizo para cuidar mi piel y apoyando mi pierna en la cama, comencé a masajear mis piernas bajo la atenta mirada de mi vaquero. No pude evitar sonreír cuando terminé de pasar mi crema corporal y acabé con mi rutina de cuidados de la piel. Rebuscando entre mis cosas me puse mi ropa interior blanca y dejé caer la toalla para buscar la ropa que usaría el día de hoy, fuera se veía el día nublado. Me puse una camiseta de tirantes negra por encima, un buzo negro estilo oversize, un jean celeste roto en las rodillas y zapatos blanco.

PERVERSA CRIATURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora