Prólogo

430 27 1
                                    

Culpable.
Prólogo.


Recuerdo que me dolía... mirarla me dolía.

Caminó a pasos lentos, temblorosa. El gran edificio de ventanas cristalinas se visualizó ante ella como si fuese aquel monstruo que temía de sus pesadillas; esta vez, no era el temor lo que azotaba sus latidos, era la decepción, la humillación. Sus mejillas sonrojadas, sus manos temblorosas, sus ojos llorosos; todo en ella era un manojo de nervios.

Nuevamente, leyó el papel que su mano arrugaba.


¨Estimada señorita Williams:

Nos lamentamos al informarle que ni sus aptitudes o servicios son requeridos, ni cuenta con la suficiente experiencia y/o estudios. Por ello, lamentamos informarle que no ha sido aceptada.


Atentamente, Vance´Editions ¨


Miró nuevamente el edificio que se alzaba ante sus ojos y, siendo un manojo de nervios, caminó en aquella dirección.


En lo alto de aquella monstruosidad de edificio, se encontraba él. Ojos calculadores, mandíbula marcada. Manos firmes, figura galante. Él
poseía el atractivo de un ángel, los rasgos de un marcado artista. A su espalda, la gran ventana de cristal daba vista al cautivador paisaje de Londres, calles sucumbidas, tiempos fríos. Él, en aquella habitación de poco color, de poca calidez, se escondía: escondía su desesperación, escondía su miedo, ocultaba aquel torbellino de emociones que amenazaba con destrozar todo a su paso.

Un toque en la puerta cristalina lo hizo reaccionar, dirigió sus ojos verdosos —tan verdosos como los de un felino— y con una rápida seña, hizo pasar a la joven de cabellos rojos. No se inmutó con su presencia, solo esperó que hablase.

—Está aquí, señor.

Tensó su cuerpo.

—Deja que pase.

La secretaria dio un rápido asentimiento y, minutos después, la figura palida y delgada de ella pasó por las puertas cristalinas. Él sintió su cuerpo calentarse solo de verla, ella sintió su pulso acelerarse cuando la miró.

—¿Cómo te fue?

Insegura, extendió el papel en su dirección.

—Ethan…

—No cuenta con estudios universitarios…—leyó en tono jocoso, burlón.

—Ethan…—masculló en tono monótono, cansado. Un suave suspiro escapó de sus labios.

—Hermione.

Un enfrentamiento de miradas. Sus ojos brillaron tristes, angustiados, y casi jadea cuando ve la tristeza que sus ojos mostraban. Desvió la mirada, borró aquella sonrisa petulante y solamente, humedeció sus labios. Estaba ansioso, como no lo había estado desde mucho tiempo.

—Puedes trabajar aquí, lo sabes a la perfección.

—No te busqué para ello.

—¿Entonces, que haces aquí?—cuestionó sin poder evitarlo. La miró a los ojos. Se vió sumergido en aquella tristeza.

CulpableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora