Capítulo Uno

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Capítulo Uno.
N’oubliez pas


Pensó en como las cosas habían cambiado. Miró las paredes blancas de la habitación de hospital y luego contempló, silenciosa, nostálgica, la delgada figura que dormía en la cama de pálidas sábana y pensó, nuevamente, en como su vida había cambiado. Sus manos temblorosas sostenían el papel blanco con trazos negros, en susurros, leyó nuevamente su carta.

Ethan:

He de suponer que conoces quien te escribe esta carta, a pesar de los años, estos trazos los conoces a la perfección; tú mismo los guíaste. O tal vez no te acuerdes de mí, y mi nombre ni siquiera te sea familiar. ¿Recuerdas aquel libro infantil que tanto te leía? Éramos como los protagonistas: Harry y Hermione. Nos divertíamos con ello. Sé que ya hace demasiado que no nos vemos; mereces una explicación. Esta semana vuelvo a Londres, sería un placer verte. Espero que respondas, aunque mis esperanzas son pocas.


Atentamente, Hermione Williams.


Dobló el papel blanco, cuidó de que la tinta no manchase el sobre. Alternó la mirada entre el montón de cartas sin enviar y la que permanecía en sus manos. A diferencia de aquellas, escritas a lo largo de los años, aquella si la envió.

Hubiera sido mejor un e-mail, pensó para sí misma, burlona. Unas suaves carcajadas se escaparon de sus labios ocupando el silencio de aquella solitaria habitación.

Una semana después, un elegante sobre blanco se deslizó por debajo de su puerta. Ahí, con una bonita tarjeta blanca de trazos dorados, se encontraban un pasaporte y un boleto de avión.


Señorita Williams:

Sería un placer para el señor E recibir su visita. Encontrará en el sobre lo necesario para partir a Londres este sábado, esperamos con ansías su presencia en H´C.


Atentamente, Andrea Aldrich; secretaria en jefe y asistente de H´C.


Con las manos temblorosas guardó el sobre; suspiró. Ni siquiera la había escrito él, pensó.

Miró aquel viejo ordenador que había comprado a muy bajo precio años antes y, con indecisión, caminó hasta allí. Con impaciencia, tecleó, por infinidad de veces, su nombre. Ethan Everett.

Poco apareció sobre él, pocas fotos de eventos y cenas de negocios, y pocas sesiones fotográficas. Su boca se resecó mientras bajaba las imágenes, releyó la poca información que le brindaba aquel navegador.

Ethan Everett, graduado de Negocios, Derecho y Economía. Comenzó sus estudios universitarios en Melba con quince años. Poseedor del 65% de las acciones de H´C, un 25% constituida y asignada por herencia, un 13,5% otorgada por conflictos familiares y un 26,5% otorgadas por compra. Vicepresidente del bufete jurídico Jameson. Actualmente, al momento de esta edición, cuenta con veinticinco años.

Dejó de leer cuando la información que le daba aquel navegador dejó de ser de su interés. Con cansancio, masajeo su frente, suspiró. ¿Qué había sucedido con Ethan luego de que ella…huyera?

La miró. Su madre dormía, como en la mayoría del tiempo. Sus ojos la recorrieron, la imagen causaba aquel picor molesto en su interior; su madre lucía acabada, su piel tan pálida que
dejaba ver sus venas, pequeños moretones azulados que le daban aquel aspecto insano. Estaba delgada, demasiado, sus huesos se marcaban en su piel. Su madre parecía haber envejecido de golpe. Aquello la estaba consumiendo poco a poco. Hermione suspiró; su madre era fuerte, más fuerte que el cáncer.

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