Capítulo Catorce

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Capítulo Catorce:
Elise

Elise Petrelli se había adentrado en el mundo de los negocios en el instante en el H'C había decidido firmar la compra millonaria de la línea de hospitales Petrelli; en ese mismo instante, las familias Petrelli y Everett se sumieron en una estrecha relación, involucrándola. Fue en su primera gala de negocios, cuando tenía dieciséis años, que conoció al afamado Ethan Everett.

Había escuchado tantas veces hablar de él que, en aquellos momentos, conocerlo le pareció algo... molesto. Se sentía irritada cada vez que oía su nombre, Ethan Everett termina una carrera universitaria con solo dieciocho años, Ethan Everett piensa abrir un bufete con solo veinte años, Ethan Everett firma documento con el Primer Ministro. Ethan, Ethan, Ethan. Ella era Elise Petrelli, y su mundo parecía reducirse solo a Ethan Everett sin siquiera conocerlo.

Ella lo había pensado una y otra vez, creyó que al verlo se sentiría sumamente irritada, se imaginó actuando fría, sarcástica... dejando en ridículo al niño prodigio. Poco después, sus propias palabras parecieron querer burlarse ella cuando, en aquella cena, lo conoció.

Ethan tenía veinte años, estaba cerca de cumplir los veintiuno. Era marzo. En el medio de todas aquellas personas que asistían a gala, Elise lo vio; su altura, su increíble palidez, sus cabellos negros... todo pareció seducirla desde el primer instante, y cuando él la miró, con aquellos ojos verdes tan fríos que parecían azules; Elise sintió el mundo derrumbarse bajo sus pies.

Él no sonreía, Elise supo poco después que era porque Ethan había perdido su motivo para sonreír. Se juró a si misma convertirse en uno de sus motivos.

Tras Ethan siempre estaba ella, aferrada a su bazo, inspeccionándolo todo los unos grandes y expresivos ojos azules. Al principio, acercarse había supuesto para Elise un reto —no por ser tímida, en realidad, Elise Petrelli era tan extrovertida como una muchacha de dieciséis años pudiese serlo— y luego de numerosas insistencias por parte de la familia Petrelli, Elise se acercó cuando la muchacha de ojos azules, que poco después conoció como Harriet, se había alejado.

Y Ethan, con sus ojos verdosos, su voz ronca, sus palabras... terminó de enloquecerla.

Poco después, lo supo. Ambas familias lo planeaban, ella, pronto, dejaría de ser una Petrelli para llamarse Elise Everett.

Y Ethan... Ethan parecía estar de acuerdo con ello.

Cuando Elise cumplió diecisiete años ya conocía a la familia Everett como si formase parte de ella, y pronto, cuando cumpliese sus dieciocho años, sería la ceremonia. Había comenzado a cenar todas las tardes en aquella gran casa, se quedaba algunas noches; como si ella viviese allí, y a todos parecía darle igual; su familia estaba complacida, el señor Everett lucía extasiado al ver aquella unión y a Ethan... a Ethan nada parecía importarle. Solo había una presencia en aquella casa que no parecía soportarla: Harriet Everett. Al inicio, Elise lo pensó como celos de hermanos, poco después, aquello se convirtió en algo casi inquietante...

Pero Elise continuaba visitando aquella gran casa, asistiendo a las concurrentes galas, maquillando su rostro y vistiendo ropas costosas, siendo todo lo que ella nunca pensó ser... por Ethan.

Ellos no hablaban, tal vez muy pocas veces. Solo se sentaban uno al lado del otro en un banco de los que estaba alrededor del lago artificial de los Everett, ella lo miraba, casi ilusa, esperanzada; él solo perdía la mirada en unas casas pequeñas a lo lejos del lago.

Fue en enero, vísperas de enero. Los Petrellis habían insistido en hacer una gala, los Everett declararon que sería en la gran casa. En aquel evento se anunció formalmente: Elise Petrelli y Ethan Everett se unirían en sagrado matrimonio. Y Elise subió a aquel escenario, le sonrió al público; sola. Ethan había desaparecido luego de entregarle el anillo, sin siquiera una palabra.

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