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La noche era eterna.
Coraline había cenado pero las horas seguían siendo exactamente las mismas.
El verano no era lo que ella esperaba.
Ni como ella deseaba.

Se fue a dormir con la esperanza de soñar con quién anhelaba tener a su lado.
Pero el mundo siempre está lleno de decepciones, así qué, soñó con mierdas perturbadoras.
Entre ellas, el otro mundo.
Todo estaba oscuro, a excepción de su buzo con estrellas que iluminaba algo de su alrededor.
La niña caminó por los pasillos ajenos a su casa real.
No esperaba a alguien.

Pero algúien si la esperaba a ella.

La luz de la cocina se encendió, ella fué confiada y sin miedo.
Era valiente para su edad.
Pero no lo suficiente.
La mesa estaba repleta de delicias que solo ella disfrutaba (Y tal vez otros niños).
Comió algunas de ellas sin miedo.

¿Acaso sabía lo que estaba pasando y solo estaba jugando?

Tal vez ella creía que estaba segura en lo que parecía ser su otra casa.
Unos ojitos relucientes la miraban detrás de un muro, la estaban espiando.
Era muy perturbador ver cómo algo se escondía cada vez que la niña dirigía la mirada hacia aquel muro.
Ahora sí estaba asustada.

—¿Qué...?

La niña con cautela, tomó un cuchillo que estaba sobre la mesa con el propósito de defenderse.
Cuándo la criatura se escondió, ella también.
La niña esperaba a que la criatura, al no verla, diese la cara.

Contuvo la respiración y espero.
La criatura era una mujer.
Sus ojos eran botones negros.
Coraline se quedó perpleja, no podía creer lo que estaba viendo; en cierta parte era algo ovbio estando en el otro mundo, pero aún así era sorprendente.
La mujer volteó a verla, ambas se miraron.

Coraline soltó el cuchillo y no hizo ningún movimiento después de eso.
Tenía miedo.
¿Miedo de que?
De que le rajaran la garganta con tan solo hablar.
La mujer cabizbaja le llamó.

“Hija”

Pero Coraline se rehusó a ser llamada de tal modo.

—No soy tu hija y tú no eres mi madre—Le dijo—. Eres solo una perra que se alimenta de las mentiras.

La mujer puso una cara larga, se notaba que era verdadera por más falsa que llegaba a ser su personalidad.
Coraline desvió la mirada con arrogancia.

—¿Por qué me llamas así?—Preguntó la mujer, su voz era frágil cómo una hoja en el viento.

—No te hagas la débil ahora—Volvió a tomar el arma y se le acercó de forma amenazante.

Los niños se revelan ante los adultos.
La mujer cayó al suelo mientras levantaba la mano en señal de piedad, su cabello ocultaba su rostro pero en el fondo estaba más asustada que la niña.
Coraline no entendía.
¿Ahora ella era capaz de matarla?

Ella bajo el cuchillo, esperando a que la mirase intimidante.
La mujer se incorporó con sus patas de arácnida, cada una estaba apuntó de hacer que la mujer cayera con cada paso que intentaba dar.
Se resbalaba.
Eso hacía a Coraline reír.

—¿Por qué estás aquí?¿Qué quieres de mí?—Preguntó mientras jugaba con el arma.

—Te quiero a tí, mi muñequita—Respondió la mujer, se sostenía de la pared con sus largas y afiladas garras.

Coraline suspiró de rabia y se cruzó de brazos.
El mismo juego del gato y el ratón estaba iniciando de nuevo.
Pero esta vez el gato iba a morir, mientras que el ratón salía victorioso...¿O las cosas seguirán siendo las mismas?

Coraline 2 "Botones De Porcelana"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora