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Todo estaba completamente oscuro, al menos, es lo que Coraline creía.
Sintió algo tibio que se deslizaba de sus mejillas a su mentón.

¿Sangre? Definitivamente.

Estaba asustada, intentaba respirar, estaba llorando.
Ni ella entendía porqué.
Una voz dulce la rodeó, posiblemente aquella mujer alta y pálida que se hacía conocer cómo la Otra Madre de Coraline.
La abrazó, le hizo créer que todo estaba bien.
La menor asintió, era verdad, estaba bien, sólo era un sueño.

—El dolor es temporal, Coraline—La mujer limpió las mejillas de la pequeña—. Pronto dejarás de sentir dolor, te vas a acostumbrar a él y así, esos botones brillarán cómo merecen.

Claro.
Esa era la razón por la que no podía ver, por los botones que al parecer la mujer terminaba de coser.
La niña se animó a tocar uno de los botones, inmediatamente sintió un ardor, pues los hilos qué lo recorrían estaban atravesados en su ojo, lo cual era normal que eso pasase.
La mujer no permitió que siguiera con eso, así qué la detuvo.

—Aleja tus manos de los botones—Dijo—. Si haces eso no podrán mantenerse allí por mucho tiempo.

—¿Por qué me haces esto?...—Coraline levantó las manos para sentir el tacto de la piel de la mujer.

—Porqué te amo, mi muñequita—Se acercó a ella, tomando sus manos para hacerla sentir segura.

¿Por qué lograba tranquilizarla? ¿Cómo lo hacía?
Estaba claro que Coraline no recibía afecto después de haber cumplido cinco años.
Pero, el amor que la mujer le estaba dando era tóxico y perturbaba a la niña.

El tiempo se acabó y Coraline estaba a pocas horas de volverse loca.

—Despierta mi niña, y huye lo más lejos que puedas...de mí.

(🍀)

La niña bajo las escaleras y se topó con su madre, está estaba leyendo un diario.
Coraline retorció los labios y paso a su lado.
En la mesa vió un tarrito de pastillas, Coraline no entendía de que iba eso.
Su madre lo agarro para tomar algunas, quizás, eran pastillas para algo personal de ella.

—Mamá, ¿Para qué es eso?—Preguntó la niña.

—Es...no importa. Has despertado bastante temprano hoy—Guardó las pastillas en un lugar lejos de las manos de su hija.

Droga.
Eso era.
Pero no de esas drogas que te vuelven estúpido; la madre tomaba eso para estar más "calmada", todo a causa del trabajo y pocos meses para terminarlo.

—Mmh...—La niña se mordió los labios—. Mamá, iré a buscar a Wybie, tengo cosas que hacer.

—Come algo antes—Le sugirió su madre.

—No tengo hambre, adiós.

Se abrigo y por más que tuviera el pijama puesto decidió salir.
No encontraba a su amigo por ningún lado, sólo al gato.
Éste le dijo la dirección en la que Wybie había partido horas antes, confesó que seguía ahí, que estaba jugando y hablando sólo.

—Gracias.

Al llegar, Coraline tomó por sorpresa a Wybie.
Observó un dibujó que él estaba haciendo en la tierra, pero inmediatamente lo borró.
No sé preocupó por eso.

—Jonesy, ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste?—Preguntó el chico nervioso.

—Un pajarito me contó que estabas en esta zona, en fin, no vengo sólo saludar...tengo que pedirte que me ayudes—Suspiró la niña.

—¿Que necesitás?—Le sonrió amablemente.

—Tengo que traer la llave de nuevo, la que arrojamos al pozo—Respondió Coraline.

Wybie creía que era un chiste al principio, pero la cara de su amiga no soltaba ni una risa, ni expresaba una sonrisa.
Estaba hablando en serio.

—Estas...¿Es en serio?—Trago saliva dudoso.

—Sí, vamos a tu casa, necesito una cuerda para bajar por ahí—Lo tomó del cuello de la camisa para llevarlo a rastras, cómo hacía antes.

(🍀)

Al conseguir la cuerda, Coraline lanzó una piedrita al Interior del pozo para medir su profundidad.
Contó hasta cuarenta y...

«Ploop»

La cuerda no llegaba a tanto, a menos que Wybie pusiera algo de esfuerzo.
Coraline lo alentó para que resistiera hasta que ella tocará el suelo.
La fuerza del chico no era mucha cómo para decir “Wow”, pero si bastaba para la ocasión.
La niña buscó entre el agua, no le daba asco, pero si miedo.

Quien sabe que cosas puede haber allí.

Tocó algo suave, lo tomó sin temor, sí, era la manta en la que ella había envuelto a la mano, y con ella la llave.
Arrancó la llave y le hizo señas a Wybie para que la ayudará a salir.
Casi cayendo con ella, puso resistencia ante el peso de la niña y consiguió sacarla de ahí.
Terminó por tumbarse en el suelo, agotado.
Coraline limpió la llave con su ropa y miró a su amigo, éste le devolvió la mirada.

—¿Lo lograste?—Preguntó, mientras jadeaba cómo perro sediento.

—Sí, gracias.

—No hay de qué, siempre puedes contar conmigo...Jonesy—Al recuperar el aliento, Coraline se lo arrebató de nuevo con un beso en la mejilla, cómo última recompensa.

—No te acostumbres—La niña se levantó, tomando la mano del chico para ayudarlo a incorporarse.

—¿Para qué quieres eso?—Wybie se refería a la llave.

—La tengo que usar esta noche, es para algo importante—Parecía muy confiada al contárselo.

—Uh, está bien.

(🍀)

Después de las doce, cuándo todos ya estaban dormidos en la casa, Coraline aprovechó para usar aquella llave.
Cruzó el vestíbulo en silencio, cómo un ratón escurridizo.
Llegó a la sala de estar y se arrodilló frente a la pequeña puerta.
Miró a los lados, sabía que lo que estaba haciendo era malo, pero también era seguro.
Insertó la llave, después del...

«Clunck»

La puerta estaba abierta.
La niña sonreía satisfecha, hasta que una criatura se cruzó en su camino.

—¿Qué estás haciendo?—Bufó el felino—. Estas cometiendo un error.

—Sólo será por unos minutos...—El gato notó algo diferente en los ojos de la pequeña.

—¡No!—Erizó su pelaje, encorvando su espalda intimidante—. Vete a tu habitación y regresa esa llave al lugar de donde la sacaste.

—Ugh, Gato por favor...

Recibió un zarpazo por parte del animal, dejando en claro que debía irse a la cama.
Coraline era caprichosa, pero no podía contra él.
Así qué lo escuchó y se fue a la cama, empuñando la llave con rabia.

El juego había comenzado.

Coraline 2 "Botones De Porcelana"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora