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En el cielo había pocas nubes, no había existencia en la zona.
Algunos pájaros azules aterrizaban en el techo del palacio, cantando al unisonó.
Coraline jugaba con una rata, le daba de comer pequeños trocitos de pan.
Una vez se acercaba a la niña de más, ésta la atrapaba y si quería, le hacía daño con algo qué tuviera a mano hasta qué la matase.

—Buenas tardes—dijo el gato.

—Hola—respondió la niña.

El felino miraba a la rata con despreció; estaba algo sorprendido de ver qué la niña la matase de cierta forma.
Se tumbó a un lado, moviendo la punta de la cola en un lapso de diez segundos.

—¿Tu madre no dijó qué tenías prohibido jugar con las pestes?—el gato alzó la mirada.

—Sí.

—¿Entonces?...

—Sólo estoy... matandola de forma pasiva—la niña contuvo a la rata en sus manos, ésta la mordía.

El gato pudo sentir el dolor en los ojos de la jóven, pero no demostraba ningún signo de estar adolorida.
Eso le dejó muchas cosas en la cabeza por resolver.

—¿Creés qué le dolerá sí la aplastó con algo?—la peliazul se mostraba interesada en la muerte del animalito.

—¿Con qué exactamente?—el felino achicaba las pupilas.

—Mmh...¿Un ladrillo? ¿Una piedra? ¿La rueda del auto? Y ¿Sí la piso?—sonreía maliciosa.

—Todas esas cosas, a excepción de la última son dolorosas...—el gato desvió la mirada asqueado—. Y muy tétricas...

—Sería genial, ¿No?—tomó la rata de la cola, procediendo a levantarse.

—No, Coraline. ¿Qué haces?—el gato se alarmó.

—Sólo juego—retrocedió hasta estar a un metro de la pared, y así arrojar a la rata contra ésta.

«¡Pam!»

Después de eso, el silenció volvió.
El gato agachó las orejas, asustado.
Coraline reía cómo un niño pequeño, algo de esa escena le había causado gracia.

¿La muerte de la rata, tal vez?

Una vez había recuperado el aliento, cayó de rodillas para admirar lo qué había echo.
En la pared había pequeñas manchas de sangre.
El gato se sentó junto a ella, con el pelaje erizado.

—Al menos, la mataste...—suspiró el felino con una sonrisa nerviosa.

—Hm, sí—lo miró fijó a los ojos.

El gato sintió un dolor punzante en las costillas cuando lo miró, se sobresaltó.
Algo le decía que era su turno.
Aunque sabía que no era capaz de matarlo, la mente de Coraline ya no le pertenecía en ese instante.
Se levantó para retirarse; Coraline lo tomó de la cola, eso le hizo créer qué algo malo le iba a pasar, cuando en realidad, la niña sólo intentaba mantenerlo con ella.
La mordió por impulso, está vez, ella sí sintió los colmillos del gato.
Le echó la mirada por unos instantes, después de eso, se fué.

—¿A dónde...? Um—suspiró leve—. Seguro tenía cosas por hacer.

La niña agachó la cabeza, estaba sola otra vez; con un cadáver cómo compañía no se sentía muy cómoda.
Se estiró, oyendo su nombre desde el interior de la casa.

—¡Coraline!

—¿Uh?—la niña miró sus manos, tenían gérmenes de rata y los fluidos de la misma tras haberla dañado antes.

Coraline 2 "Botones De Porcelana"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora