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Coraline estaba a unos cuantos pasos de llegar a  casa cuándo sintió una sensación extraña de hambre.
No le importó mucho.
Cuándo llegó, en la mesa había una nota.

Fui a la tienda, quédate en casa, te prepare um sándwich.
No salgas recuerdalo.”

Coraline miró la comida con interés y la agarró.
No había nadie en el departamento, así qué estaba cómoda.
Se comió el sándwich con rapidez, en cada bocado que daba no masticaba la comida, sólo la tragaba.

¿De verdad tenía hambre?

Hizo una especie de tick con su cabeza.
Se mordió la lengua, arrancando un pedacito de está.
Para ella era algo más que comer.
Su cerebro se dió cuenta de lo qué estaba haciendo, así que la obligó a escupir lo que se había arrancado.
Decir que había sangre estaba de más.

—Uh oh...—Se relamio los labios y fue al baño, para ver la herida.

No era tan grave, pero si dolía y eso la molestaba.
Le vinieron otros pensamientos.

La puerta se cerró, los padres dejaron las cosas en la mesa.
La madre la llamó por su nombre.
No hubo respuesta.

—¿Coraline estás en casa?

Subió las escaleras.
En su cara se mostraba la desesperación por la que estaba pasando su madre.
Abrió la puerta de la habitación de la niña, y ahí estaba, arrancándose la piel de sus pequeñas manos a mordiscos.
No lo sentía, no gritaba ni pedía ayuda.

—¡Coraline! ¡¿Estás loca?!—La tumbó en su cama, deteniendo sus actos.

—¿Mamá?...—Dilató sus pupilas.

Sus manos estaban en carne viva, al darse cuenta, comenzó a gritar desgarradoramente.
Su madre la tranquilizaba, trataba de hacer que dejara de quejarse.

Si lloraba, el dolor era más fuerte.

(🍀)

La niña contemplaba sus manos, estaban envueltas en vendas.
Miró a la ventana del auto, con tristeza.
La mujer la observaba desde el espejo retrovisor, respiró profundo y hablo.

—Oye, hija no te preocupes, todo está bien sólo fue un accidente.

—No, no lo fué—Respondió Coraline—. Algo está pasando mamá y me asusta. Incluso comí un pedazo de mi lengua está mañana, ¿Quien hace eso?

La madre estaba aterrada, pero no lo demostraba por el bien de su hija.
Apretó el volante, mantuvo la mirada fija al camino.

—Si te parece bien, iremos al psicólogo, quizás te haga un favor—Exclamó su madre.

—Odio esas cosas, definitivamente NO—Se cruzó de brazos, recargando su espalda en su asiento.

—Cómo gustes...—Suspiró la mujer.

Se detuvieron al llegar, Coraline se quedó dentro del auto unos minutos.

(🍀)

—Entonces...¿Tú te hiciste eso?—Wybie sostenía el brazo de su amiga, revisando alguna otra herida que ella no había visto.

—Sí.

—¿Por qué? ¿Qué intentabas con eso?—La miró preocupado.

—¡No lo sé! Sólo paso y quedé así—Chasqueó la lengua—. Algo me pasa Wybie, y no estoy segura de qué es; tengo miedo de perder la vida sin quererlo.

Wybie la abrazó, ella correspondió.
La acarició con cariño, se sonrojó.

—Estoy aquí para tí, ¿No te lo dije antes?—Se separó—. No te dejaré, si te pasa algo créeme que me voy a preocupar.

—Tu cursilería no es de mucha ayuda, pero...me mantiene calmada, hasta que te vas—Juntó su cabeza con la de él.

—Lo sé...—Reconoció Wybie—. Pero ahora que me tienes cerca no dejaré que nada malo te pasé—Prometió.

—Reza porqué sea así—Desvió la mirada.

—¿No confías en mí, Jonesy?—El chico ladeó la cabeza.

—Mmh—Lo empujó—. ¡No hagas eso! Cagas la escena, se supone qué tienes que estar preocupado, no ser tierno conmigo...¡Ugh!

—Lo siento, no es mi estilo—Se levantó, tomándola del brazo—. Ya es tarde y está comenzando a hacer frío, vámonos de aquí.

Caminaban juntos, la luz suave del atardecer acariaba la piel de ambos.
Coraline mantenía la mirada baja, Wybie sonreía levemente.

¿Por qué?

Él se detuvo al ver algo.
Coraline lo miró pérdida, había seguido unos pasos más y no sintió qué su compañero se detuvo.

—¿Qué pasa?—Preguntó la niña.

El joven se agachó, arrancó algo del suelo y se lo llevó a su amiga.
Lo puso en su cabello con delicadeza, ella no entendía.
Era una flor.

—Te ves bien—Dijo al terminar.

—Yo no puedo verme, así qué no tengo opinión...—Se volteó para seguir el camino.

—Yo opinó muchas cosas de tí todo el tiempo...—Fue detrás de ella.

(🍀)

«Despierta niña, despierta»

Dijeron miles de vocecitas.
Coraline se alarmó, abrió los ojos y vió una pila de ratas.
La más grande la miraba, retorcida.
Coraline pateó a las ratas por el susto.
La mayor cayó sobre ella, se dirigió a su rostro y clavó sus garritas en su piel.

—Detente chiquilla, detente—Susurró la rata.

—¿Qué es lo que quieren?—Jadeó la niña.

—Tu cuerpo, le pertenece—Dijo el animalito.

—¿Qué?¿De qué hablas?...

La mordió, ella gritó y la sacó de encima.
La agarró de la cola, gruñendo levemente, sus pupilas se hicieron más pequeñas.
La rata sonreía.

—A eso me refería, tú alma, es de ella, pero no por completo—Se liberó y salto a su cabeza—. Te está usando, sólo para volver a ella—Se arrastró por debajo de su camiseta, mordía su espalda.

—¡Basta!—La niña se tumbó al suelo, apretando a la rata.

Logró escapar de la niña y se trepó sobre las otras ratas.

—Eres débil cada día más, chiquilla—Abrió sus pequeñas fauces—. Si te descuidas, te atrapará en su telaraña.

—Dime lo que tengo que hacer y lo haré—Se levantó con dificultad.

—Mantente alerta niña, y si la ves, corre, pero dudo que lo hagas no tienes la valentía necesaria—Reía la rata.

—Eres muy graciosa...—La atrapó.

La dió contra el suelo, un pequeño animal no podía soportar eso.
Terminó por matarla, las demás ratas huyeron.

El sueño había acabado.

Coraline 2 "Botones De Porcelana"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora