30

1.4K 98 26
                                    

Llevé mis manos a la cabeza y entrecerré un poco mis ojos como si aquello fuera a aliviar el dolor. Ya no eran tan fuertes como antes, pero seguía sintiéndolos de vez en cuando y solo la medicación que me había recetado la doctora conseguía paliarlo. Mimi se levantó a por la pastilla y me la trajo con un vaso de agua. Volvió a sentarse en el sofá y dejó que me recostara sobre su cuerpo sintiéndome algo mejor con las caricias que dejaba sobre uno de mis brazos

- ¿Mejor? – yo asentí - ¿por qué no duermes un ratito?

- Tú lo que quieres es no tener que hablar del tema – la miré – y no te vas a librar, luego dormiré

- Está bien – se rindió y dejó un beso sobre mi cabeza. Yo me incorporé un poco para poder mirarla bien, pero sintiendo todavía cómo su brazo me rodeaba la espalda

- ¿Qué paso después de que yo me fuera? – fui directa, no me apetecía andarnos con rodeos, ya había esperado suficiente - ¿por qué no te casaste?

- No habría podido hacerlo sabiendo lo que te acababa de pasar, en aquel momento tú eras mi única preocupación

- ¿Cómo te enteraste?

- Miriam – hizo una pausa – Aitana la llamó durante la ceremonia, acababan de avisarla del accidente y sabía que la gallega era la única persona con la que podía hablar en aquel momento. Interrumpió justo antes de que me tocara hablar a mí

- Si no hubiera pasado el accidente... ¿te hubieras casado?

- No lo sé, creo que estaba demasiado cegada por todo lo que me podría pasar si no lo hacía y cómo podría arruinar mi trabajo y el de la gente que vivía también de ello, pero, cuando vi la cara de Miriam y soltó aquello, solo podía pensar en ti, en que no podía perderte y que de qué me serviría tenerlo todo en lo profesional si al llegar a casa no podría disfrutarlo contigo – sentí cómo una lagrima descendía por su mejilla y la atrapé con mis dedos – no me podía creer la noticia, Ana, me sentí tan culpable

- Eh – la atraje hacía mí y la abracé. Al final había pasado por momentos de mucha tensión- ya está, mi amor. Estoy aquí, contigo – le susurré al oído - ¿Qué ha pasado con la discográfica? – pregunté cuando la noté más calmada – no les debió sentar muy bien que te fueras en mitad de la boda me temo, ¿no? – ella asintió

- Han puesto una denuncia por incumplimiento de contrato – la miré sin creérmelo – me pide mucho dinero

- Qué cabrones – solté

- Lo que no esperaban es ver que han caído en su propia trampa – la miré sin entender – he estado hablando con mi abogada y ha conseguido pruebas más que suficientes para ganar el caso. ¿Te acuerdas de las famosas fotos? – asentí – fueron ellos

- ¿Cómo?

- Lo tenían todo planeado. Adrián se enteró de que estaba viéndome contigo y se lo hizo saber a Miguel. Ninguno de los dos quería aquello, Adrián porque para él casarse conmigo le solucionaba la vida y Miguel porque sabía que solo con la exclusiva de la boda sacaría promoción suficiente para ampliar la agencia.

- No me lo puedo creer

- Nos seguían a cada paso, contrataron a alguien para que lo hiciera. Por eso tenían fotos de cada cosa que hacíamos, incluso nos siguieron parte del viaje a Altea

- ¿Y las llamadas?

- Mi abogada contraatacó con una demanda a ellos, les ha pasado una copia de todos los informes donde se ve claramente todo lo que han hecho. Ahora se arrepienten y no dejan de llamarme para pedir perdón y decir que vuelva con ellos, que todo ha sido una tontería y que seguro encontramos una solución mejor, pero paso de cogerles el teléfono, me han recomendado además que no lo haga

Un cuento sobre el aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora