Luz tenue

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I

Rey miro con diversión a su hermana. Gen estaba muy concentrada comiéndose una dona en menos de 10 segundo y así Rey le daría dinero a cambio. El temporizador dejó de sonar y ella se tragó la dona, Gen alzó los brazos con victoria y Rey rió, rodando los ojos y entregándole su dinero.

Rey y Gen mataban el tiempo, estaban de camino a casa en el auto de sus padres y era media hora de camino, así que comenzaron con eso.

—¿Como crees que sea Atenea ahora?— pregunto Génesis mientras veía su celular.

—Mas engreída, supongo— bromeó Rey mirando la ventana del auto mientras Need you know sonaba por los altavoces del auto.

—No seas mala, Renée — le reprochó su madre mientras Gen y Rey compartían una mirada que lo decía todo.

—Amor, debes admitir que tu sobrina es muy engreída — le soltó su padre sin pensar. Catalina abrió los ojos mientras que Bruno se daba cuenta de lo que había dicho. Gen y Rey se miraban divertidas mientras que Catalina comenzaba a reprender a su esposo.

Cuando los cuatro llegaron a la casa, su antigua casa, pudieron notar que habían varios autos aparcados en la entrada de enfrente, justo donde vivía su abuela. Todos estaban esperándolos.

—Bajemos.— dijo sin más la madre de Gen y Rey.

Gen desabrochó su cinturón de seguridad mientras que Rey miraba con un presentimiento extraño la puerta enorme de la casa de su abuela. Sabía que no corría peligro, era su familia y era Bogotá, pero, sentía que algo iba a suceder.

—Renée, ¿vienes?— preguntó su padre, Bruno, mientras que Rey asentía y salía del auto lentamente.

Todo iba bien. Entraron y fueron bombardeados por abrazos y cumplidos, sobre todo a Gen. Sabían de su salud y estaban preocupados, incluso cuando Gen ya se encontrara bien.

La ojiverde miró con detenimiento a Atenea, su prima de su edad. Atenea Lúa era básicamente lo que Rey llamaba su Némesis. Eran amigas/primas pero al mismo tiempo no se podían tolerar por más de una hora.

Atenea estaba más rubia que de costumbre, tenía maquillaje adornando elegantemente su rostro y como siempre, un labial rojizo oscuro acompañaba su inminente presencia.

—Renée— dijo su abuela mientras la envolvía en un abrazo.

La ojiverde pudo sentir el perfume fuerte de su abuela, acompañado de un ligero olor a sudor aperlado y canela, una canela de aroma. Era aromatizante de hogar.

—Abuela Cindy, te extrañé mucho, EH— se confió la ojiverde mientras reían a la par. Cindy Lúa algo incómoda, Rey estaba harta.

Si bien Renée en ocasiones era algo alegre, en su mayoría era cínica. Y algo que definitivamente no había hecho era extrañar a su abuela Cindy.

No tenía una buena relación con su abuela, debido a que en ocasiones pasadas, su abuela no estaba contenta con que Catalina y Bruno quedaran con la custodia de Génesis.

—Veo que engordaste— dijo la abuela y ella rió algo conmocionada. Pero claro que no había engordado, incluso se veía más delgada que el último año. Pero así era Cindy Lúa, algo venenosa.

—No puedo decir lo mismo, abu, Renée se nota más delgada, hay buenos cirujanos en Massachussets, ¿verdad?— y justo cuando Rey iba a agradecerle por primera vez a Atenea por defenderla, tuvo que salir con su actitud de alma gemela de la abuela.

Bruno alzó una ceja en dirección a Catalina. La madre de Génesis sintió su estómago arder.

—Para nada, Atenea, yo diría que hay buenas rachas de alimentación. Se encuentra bastante bien, gracias por la importancia que le toman a la salud de mis bebés.

Atenea y Cindy se miraron la una a la otra, mientras que su tía Beva, –quien se llamaba Brenda, pero amaba que le dijeran Beva– cortaba la gran tensión tomando del brazo a su hija.

—Atenea, ¿me quieres acompañar por la ensalada?— preguntó con fuego en los ojos.

Beva era la persona más relajada en la vida, y odiaba cuando su madre y su hija de aliaban para hacerle pasar un mal rato a su sobrina, siempre intentaba corregir a su hija, pero cuando su aliada se trata nada más y nada menos que de tu propia madre, se vuelve pesado.

La cena pasó tranquila, hasta que un comentario por parte de su primo Jonny llamó sólo un poco la atención de Rey.

Tae, ¿por qué no invitaste a Simón a cenar?— preguntó el chico. Atenea se removió en su asiento con incomodidad mientras comía de su ensalada antes de contestar.

—Estaba en un ensayo de la banda— contestó la rubia mientras se llevaba su agua a los labios, dispuesta a dejar la conversación ahí, pero Jonny y Simón se llevaban de maravilla, y Jonny ni sabía la situación de Atenea.

—Invítalo más tarde a la fogata, supongo que podrá venir. Martín y yo estábamos hablando hace rato, dijo que sus planes comenzaban a dar revuelo en una hora, a las 7 estarán libres.

Atenea rodó los ojos internamente. La rubia odiaba que Jonny supiera más de su novio que ella misma. Atenea conoció a Simón gracias a Jonny.

—¡Si, Tae, dile que venga para que tus tíos lo conozcan, sólo faltan ellos en conocerlo!— se animó su madre de Atenea mientras ella se removía incómoda.

Si bien Rey llevaba un buen rato de no ver diario a Atenea, la conocía, en específico su lenguaje corporal, y en ese momento estaba hecha un manojo de nervios.

—Supongo que lo haré.

...

Más tarde todos estaban en la fogata. Rey estaba abrazando a Gen, quien estaba casi cabeceando debido al sueño. Algo que amaban en las fogatas era jugar juegos de música y de historias, pues Cindy había sido escritora –ya "jubilada"– y dos de sus cinco hijos habían seguido sus pasos. Por lo que, la familia tenía conocimiento de sobrellevar una historia.

Cuando Rey estaba recargando a Génesis en su hombro y que pudiera estar más cómoda, Gen movió la manta en la que estaban envueltas, así que Rey se bajó con un o
o de dificultad pues tenía a su hermana recargada en ella, tratando de recoger la manta del suelo. Cuando trataba de alcanzarla fue cuando escuchó alguien llega y varias personas (entre ellas Jonny) vitoreando un nombre seguido de un: "¡Ya llegó, Tae!"

Rey siguió tratando de tomar la manta y cuando lo logró se enfocó en cubrir a su hermana y a ella, cuando notó que Gen estaba completamente dormida fue cuando la dejó con su cabeza en sus piernas, y Rey levantó la mirada algo entre cerrada y adormilada. Gen le.había pegado un poco el sueño.

Unas gafas arriba de una barba prominente, estatura intimidante y mirada profunda se posó sobre ella.

—Ellas son mis primas Gen y Renée, Gen se durmió. Renée, te presento a mi novio.

Rey no le tomó mucha importancia, simplemente le hizo una media sonrisa torcida y siguió trenzando el pelo de su hermana.

Simón pudo observar sus delicadas facciones sobre la luz tenue de la fogata, pero siguió prestándole atención a su rubia novia.

De pronto no se dio tanta cuenta que le había atraído tanto la pelinegra de ojos verdes hipnotizantes, labios bonitos y cejas perfectas.


Susurros resonantes | Simón VargasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora