Llámame más dulce

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Arthit no está huyendo de Kongpob, claro que no. Está pasando el rato en una cafetería bajando la calle para matar algo de tiempo.

Alguien (supone que Alice), le he estado enseñando a Kongpob cosas que tienen que ver con las relaciones las cuales tienen a Arthit en su límite y, para ser honesto, podrían provocarle diabetes a causa de la dulzura a la que no está acostumbrado.

Últimamente, Kongpob lo ha estado llamando con apodos. Apodos cariñosos.

Empezó una tarde luego de que Kongpob llegara a casa de su medio turno con una bolsa de comida para el Señor Risas, pronunciando un "Cariño, estoy en casa" mientras acariciaba a su gato con una sonrisa.

Arthit se había quedado estático en donde estaba, descongelando unos muslos de pollo para su cena, cuando su cabeza se volteó inmediatamente hacia donde se encontraba su novio.

No está acostumbrado a los apodos cariñosos, o bien nunca tuvo la oportunidad para acostumbrarse. Sus padres siempre lo llamaron por su apodo Oon y al crecer nunca lo cambiaron, lo cual está bien para él. Pero oír a su novio referirse a él como "Cariño", envió un estremecimiento no deseado por todo su cuerpo.

Arthit ahora está en una relación y sabe que, por lo regular, las parejas se dirigen la una a la otra con ridículos apodos cariñosos, pero él no es uno de esos. Piensa que es ridículo.

Así que, como está en su naturaleza, Arthit ignoró el apodo, recibiendo a Kongpob en la casa y preguntándole sobre su día.

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—Buenos días, babe —es como despierta una mañana de sábado, con el rostro de Kongpob a centímetros del suyo.

Los ojos de Arthit se expanden y su corazón late muy rápido por la cercanía de sus cuerpos, echándose hacia atrás en la cama lo suficiente como para golpearse la cabeza en el respaldo.

Kongpob ladea la cabeza. Su novio ya se duchó como es usual y le dice a Arthit que el desayuno está listo.

—Iré... iré en un momento.

Aún no comparten cama. Kongpob sigue durmiendo en su cama improvisada en el piso, y antes de que alguien empiece a regañarlo por cómo trata a su novio, Arthit piensa que sigue siendo muy pronto para ello.

Apenas están empezando, pero si Kongpob le preguntara si puede compartir su cama con él, entonces...

Sacude la cabeza y se cambia. Cuando llega a la mesa, el Señor Risas lo saluda con una mirada juzgadora que Arthit hace su mayor esfuerzo por ignorar.

Arthit juraría que el gato también es otro planeta.

—¿Tienes planes para hoy, bebé? —Pregunta Kongpob.

Casi se atraganta con sus panqueques. Las palabras de su novio son tan dulces como su desayuno.

—Eh, no —evita los ojos de Kongpob, concentrándose en masticar la comida que en ese momento se le hace difícil tragar. —¿Tienes algo en mente?

—M me pidió que lo acompañe hoy al supermercado —responde Kongpob. —Dijo algo sobre comprar fuegos artificiales para Año Nuevo.

Oh, cierto. El Año Nuevo está a la vuelta de la esquina y es una festividad que celebra todo el mundo. Arthit casi se olvida de ella por estar demasiado emocionado por haber aceptado los sentimientos de Kongpob esa víspera de Navidad.

Parpadea, viendo al fin a Kongpob quien tiene una expresión en el rostro como si estuviera esperando algo.

Que Kongpob y M se queden solos sólo puede significar problemas. Quién sabe qué harían esos dos sin supervisión.

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