No es acechar, se llama seguir

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    Es la tarde del viernes y Arthit se encuentra de camino al café de gatos donde Kongpob trabaja para esperar a que termine su turno. Sus amigos lo habían invitado a beber, pero él declinó la invitación porque no está de humor como para ponerse borracho y porque no quiere dejar solo a Kongpob.

    Pero recibe un mensaje de texto de su amigo alienígena justo cuando sale de la estación del tren, diciéndole que saldrá a cenar esa noche y que vaya a la tienda a recoger al Señor Risas.

    Arthit bufa, mirando a su teléfono con furia como si este lo hubiera ofendido.

    ¿Quién se cree Kongpob que es para darle órdenes como si Arthit no estuviera ya dándole todo?

    "¿Con quién vas?" responde.

    Arthit está a punto de guardarse el teléfono cuando este suena con una notificación.

    "Ben me invitó a cenar" es lo que dice y los ojos de Arthit casi se le salen de las cuencas.

    ¿Ben? No conoce a nadie llamado Ben.

    Él conoce a la mayoría de los empleados del café, así que Arthit no se preocuparía si invitaran a salir a Kongpob porque es viernes y es entendible considerando su edad, además de que él mismo se dijo que dejará que Kongpob experimente el mundo solo lentamente y que no dejaría que Kongpob fuera por completo dependiente de él.

    Pero ¿Ben?

    No conoce a ningún Ben en esa tienda.

—Quién jodidos es Ben —murmura al expresar su preocupación en una respuesta.

    Arthit camina a zancadas al café. Ya puede ver el anuncio en la tienda, así que pone a funcionar sus piernas.

    Kongpob aún no le responde y Arthit espera que el alienígena siga en el café o tendrá que pasar toda la noche arrancándose el cabello mientras espera a que Kongpob regrese.

—Hola, P'Arthit —saluda Alice cuando Arthit entra a la tienda, jadeando—. Kongpob se acaba de ir.

    Arthit se toma su tiempo para recuperar el aliento antes de alzar la mirada. Ve al Señor Risas en su jaula, luciendo bastante poco sorprendido por ser dejado solo.

    Su mirada aterriza en Alice y en su apenada sonrisa.

—Intenté advertirle al chico —lo consuela Alice—. Pero no me escuchó.

—¿Qué...? —Arthit toma un gran aliento, mira alrededor y pregunta—: ¿Kongpob se fue?

—Sí —Alice lo mira—. ¿No te dijo?

—Me envió un mensaje —responde él—. Como sea, ¿quién es este Ben?

—Es un cliente de aquí —explica Alice—. No viene mucho normalmente, pero Ben viene casi siempre que es el turno de Kongpob.

    Arthit gruñe.

—Mira, le dije al chico que Kongpob ya tiene pareja, pero no me escuchó —tranquiliza Alice.

—Él no es... no importa —hace un ademán mientras toma su teléfono de su bolsillo en espera de una respuesta.

    No la hay.

—No se supone que Kongpob se vaya con extraños —murmura mientras teclea un mensaje.

    Alice sólo lo mira, pero Arthit no quiere explicarle las cosas, así que toma la jaula del Señor Risas y pregunta:

—¿Sabes a dónde van?

—Dijeron algo de ir a un restaurante de fideos que acaba de abrir frente al centro comercial —informa Alice—. Kongpob dijo que ha estado queriendo ir.

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